Ver fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver fotos
La parroquia estaba avisada. Un Kursaal lleno hasta la bandera recibió a su predicador favorito, don Gregory Porter. Fue verle salir por un lateral del escenario (entre aplausos del público) y sentirse como en casa. Diríamos que su actuación en el templo donostiarra (con perdón ... para los creyentes religiosos) contentó a todos. No había más que verles al final, tras el bis doble en la iglesia kursaalera y degustando el presente que les ofreció en castellano ('Quizás, Quizás, Quizas'). Esperando aún más mensajes, más plegarias, más emoción.
Una capilla de sonido impoluto que este viernes sufrió el ataque del demonio durante los primeros tema en forma de acople ocasional. Mas nada pudo con el amor. Palabra esencial en el diccionario del cantante de Sacramento (EEUU). «Durante estos dos años de pandemia una cosa nos ha quedado clara: lo más importante es el amor», diría en la entrada de su tema 'If Love Is Underrated'.
No descubrimos nada si decimos que Porter es un barítono excelente. Los 1.800 asistentes que nos acompañaban lo saben. Cercano y expresivo, acertado y cálido. Superando a sus colegas músicos cuando se ponían bravos. Impresionante cuando la música viajaba en segundo plano.
Durante los largos temas (apenas hubo diez en hora y media) hubo tiempo para el lucimiento general. El saxofonista tuvo varios momentos estelares, el pianista tiró por la música clásica española, el organista lanzó fogonazos y el batería desplegó su sabiduría. Nos quedamos con el contrabajista, la columna en la que se apoya Porter en los cantos. Los dos atacaron mano a mano canciones eternas como 'My Girl' o 'Papa Was A Rolling Stone'.
El hombre bajo el gorro Summer Spitfire no olvida a sus predecesores. Los nombra en 'Musical Genocide': Stevie Wonder, Marvin Gaye, Al Jarreau, Luther Wandross. De ellos tomó los aciertos para viajar por el crucero del jazz vocal, ofrecer un soul amoroso-curativo y regalar radiantes amaneceres melódicos llenos de (¿lo adivinan?) amor. La felicidad de los presentes al abandonar el lugar confirmó lo acertado de la visita. Para unos serán los rezos, para otros el yoga y para aquellos las hierbas. Pero quienes se fían de su oreja lo tienen claro: Gregory Porter sana cuerpo y mente.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Las zarceras tras las que se esconde un polígono industrial del vino en Valladolid
El Norte de Castilla
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.