Esos carteles

Es paradójico sin embargo, especialmente en las plazas de primera y segunda categoría con aforos importantes, la disparidad de asistencia a las corridas de un día a otro. ¿Qué es lo que ocurre? Que el público no está dispuesto a acudir más que a lo que considera que están presentes las figuras del toreo, donde estima que el espectáculo va a ser de primera. Otra cosa es que juzguen correctamente quienes son o no las figuras, pero cuando discrimina entre unos y otros, algo pasa.

Una vez más es necesario diferenciar el público del aficionado. A los aficionados un día nos picó la mosca del toreo y somos capaces de acudir de plaza en plaza a ver esos espectáculos minoritarios. De ahí que cuando no están en los carteles las grandes figuras, siempre somos entre dos mil y tres mil los que acudimos a las plaza, tengan aforo de diez mil o de tres mil espectadores.

Se impone la presencia en los carteles de las grandes ferias de esa media docena de toreros. Con otros tres y una corrida más torista se remata una feria de cinco corridas. Pasamos en un día de escasos tres mil a nueve mil espectadores (véase Bilbao). Y los precios.... Véase la afluencia a los tendidos de sol y de sombra. El sol lleno; la sombra vacía.