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Entre la creación artística y el rigor científico, entre la reflexión y la crítica, entre la ciencia y el juego, entre la verdad y la ... invención. Joan Fontcuberta ha instalado su particular gabinete de curiosidades en Kutxa Fundazioa Artegunea en Tabakalera. Son cuatro series y media de fotografías, algunas con más de cuarenta años, objetos y documentos que las que componen su exposición 'Monstrorum Historia', y que se podrá visitar en Tabakalera hasta el 29 de junio. Un recorrido en el que el espectador se puede encontrar dentro de una novela de Julio Verne o en un capítulo de la serie 'Star Trek',
Asegura Fontcuberta, Premio Nacional de Fotografía en 1998, que la muestra «es un claro reflejo de lo que podemos llamar mi marca de la casa, merodear por la naturaleza entendida como un pretexto». Le gusta decir que «hago una fotografía de la naturaleza para llegar a la naturaleza de la fotografía. Para mí, la fotografía es una forma de pensar y se convierte en un lenguaje que utilizamos espontáneamente. La fotografía está tomando espacios en nuestra vida cada vez más importantes. Como efecto colateral, este lenguaje crea un mundo paralelo de imágenes y me gusta reflexionar sobre cómo sobrevivimos a este mundo». En resumen, «yo plantearía mis trabajos como un kit de supervivencia».
También describe 'Monstrorum Historia' como un trabajo alfa/omega porque «sintetiza muy bien mi trabajo de cincuenta años». Presenta dos proyectos que se realizaron en los años 80 y otros recién salidos del horno. Se ve que hay una coherencia en los propósitos, aunque han cambiado de manera radical los procedimientos de trabajo. En los primeros el protagonismo lo tiene lo analógico y en los últimos se ve sustituido por imágenes creadas por sistemas de visualización algorítmica, la Inteligencia Artificial».
Así, en este momento el debate se divide en «si estamos ante la muerte anunciada de la fotografía o si por el contrario produce el efecto contrario y es como el ave fénix que resurge de sus cenizas».
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Además de humor, para captar la atención del espectador, Fontcuberta recurre a la narrativa. «Las imágenes de esta exposición son como viñetas de un cómic o una fotonovela. La imagen es relevante en la medida que hace que un relato sea creíble». Es ahí donde entra la vertiente juguetona del Fontcuberta: qué es realidad y qué es creación.
El título de la exposición 'Monstrorum historia' no remite a la abyecto, a lo que no gusta sino a lo singular, a lo que se diferencia de lo común. El artista quiere plantear la duda sobre «qué es lo normal, cuáles son las pautas para definirlo. La palabra monstruo la podemos usar como rechazo, pero también como algo positivo como por ejemplo cuando decimos que 'Messi es un monstruo'. Etimológicamente monstruo procede del latín con reminiscencias religiosas. Venía a significar que alguien estaba ungido, tocado por lo sobrenatural, alguien al que Dios ha hecho especial. Luego ha ido derivando a lo feo y deforme».
Cronológicamente la exposición comienza con la serie 'Herbarium' que inició en 1982. «Se trata de un atlas de especímenes vegetales de formas sorprendentemente excéntricas, una parodia y un tributo a la obra de Karl Blossfeldt, una las figuras clave de la Nueva Objetividad alemana que contemplaba con ingenuidad una naturaleza virgen». En contraposición, se encuentra lo que Fontcuberta define como media serie, 'eHerbariun' (2023-2024), en la que las imágenes clásicas de 'Herbarium' son rehechas con Inteligencia Artificial de modo que el imaginario natural aparece implementado por la especulación tecnológica. «Es un reflejo de la actualidad, donde ya se ha perdido la ingenuidad y vemos la naturaleza relacionada con el cambio climático, con la angustia, la civilización. Es decir, una visión decepcionada». Pero a ese pesimismo, el artista aplica el filtro del humor y el juego, y propone al espectador que busque cuál es la planta original y cuál es su pareja creada por el algoritmo.
'Fauna' es uno de los proyectos estrella de Joan Fontcuberta, sobre todo después de que pasara por el MOMA de Nueva York. Se ha expuesto más de 120 veces en el mundo en museos de arte y de ciencias, e incluso durante una época formó parte del material que se impartía en el bachillerato artístico en Francia.
Realizó esta serie entre 1985 y 1989, en colaboración con su amigo Pere Formiguera. Es aquí dónde el imaginario de ambos se desarrolla al máximo al proponer al espectador que 'descubra' a un tal Ameiseuhafen, que según Fontcuberta es un científico que viajó por todo el mundo para estudiar aquellos animales que fueron excepciones a la teoría de la evolución de Darwin. El material recopilado recuerda a un gabinete de curiosidades con fotografías, dibujos de campo, mapas, animales disecados...
En la serie 'What Darwin Misse' (2023-2024) se especula con los corales que Darwin se hubiera encontrado en las islas Galápago si en lugar de diez días hubiera estado un año.
En la segunda planta de Kutxa Fundazioa Artegunea. Fontcuberta se explaya en 'HeghDI' vem ghaH, tu'lu' Dinosaur' (2021-2023), que es la primera vez que se expone. Propone una delirante historia de ciencia-ficción vinculada a la saga 'Star Trek'. Al principio los dinosaurios eran los animales de compañía de los klingon, raza que disputaba a los humanos el dominio de las galaxias. Para acabar con sus enemigos, los klingon modificaron genéticamente a los dinosaurios y los enviaron a la Tierra. Pero para desactivar tal plan, otros enemigos suyos, los romulanos, dispararon un meteorito que exterminó a los dinosaurios. Cada vez que Fontcuberta se encuentra con fósiles o réplicas de dinosaurios los fotografía para integrarlos en el relato.
En el recorrido que Joan Fontcuberta realizó durante la presentación de la exposición se detuvo ante una pieza denominada 'Bos Tauris Dicephalicus', que pertenece a la serie 'Fauna'. En el imaginario del artista se trata de una especie que el 'profesor' Ameisenhaufen localizó en el valle del río Agauntza, en la zona cercana a la sierra de Aralar y de la que tuvo conocimiento gracias a un 'discípulo' suyo, el doctor Imanol Olaizola. Es un buey de dos cabezas, «una figura del inframundo vinculada a la cólera de Mari y Suugar, cuyo doble mugido resonaba en los valles como el eco de una maldición ancestral provocando el terror entre los habitantes de los caseríos».
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