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teresa flaño
Viernes, 20 de abril 2018
La figura de Joan Miró está de plena actualidad. Una serie de exposiciones y una extensa biografía permiten conocer el profundidad al artista catalán en el 125 aniversario de su nacimiento. La tarea es ardua porque este artista que tras su paso por París en los años 20 del siglo pasado se convirtió en una de las figuras principales del surrealismo, tuvo una actividad artística desarrolló prácticamente durante toda su longeva vida -falleció a los 90 años-, con el consiguiente caudal de obra.
El periodista Josep Massot ha atacado el reto de escribir su magna biografía porque hasta ahora, a pesar de la relevancia de su figura artística, apenas había estudios sobre su vida y su obra, salvo algunos perfiles más o menos amplios. 'El niño que habla con los árboles' (Galaxia Gutenberg) cuenta con 800 páginas en donde Massot ha recopilado trabajos dispersos editados en Europa y América, además de contar con los testimonios de allegados y los documentos de archivos públicos y privados -muchos de ellos cartas- que le han permitido armar «un retrato bastante completo rompiendo clichés». También hay mucho material gráfico.
El biógrafo entiende que la percepción que durante décadas se ha tenido de la figura de Miró ha estado condicionada por la versión que de él dio el escritor Josep Pla, que lo definió como un payés encerrado en sí mismo. Según Massot, siempre trabajó en grupo y no era ajeno a la realidad. Es más, apunta que su trabajo es «modernizar la cultura catalana y la urbanística». También refleja cómo a Miró le costó triunfar en su tierra, pese al reconocimiento logrado en Estados Unidos y París, y cómo su trabajo cada vez se fue convirtiendo en algo cada vez más obsesivo.
Massot resume la figura del artista, alejada de esa imagen de niño eterno, de la siguiente forma: «Bajo la apariencia de ese hombre de aspecto y costumbres burguesas latía el corazón salvaje de un iconoclasta perpetuo que necesitaba un muro de contención para no arder en su propia llama».
Pero además de la biografía recién sacada del horno, hay otra novedad que permite conocer a Miró de manera directa porque se abre al público un tercer centro sobre su figura. A los de Barcelona y Mallorca se une la masía familiar de Mont-roig en Tarragona, donde se hizo construir su primer taller y desde donde pintó los primeros paisajes imaginarios. Sus padres la compraron cuando el artista tenía 18 años. Allí se instaló cuando a esa edad tuvo una crisis nerviosa y después tifus. Después regresaría todos los veranos desde Barcelona, París o Mallorca.
El taller se mantiene tal y como lo dejó con cajas en el suelo, pinceles, bancos, fotos, postales. Fue donde trabajó durante 65 años y donde concibió obras como 'La masía', que ahora se expone en la national Gallery de Washington. El empeño de la familia en mantener en pie el Mas Miró ha permitido que ahora se abra al público porque a finales de los 90, la construcción de una autovía hizo estuvo a punto de llevarse la vivienda por delante.
Por su parte, el Centro Botín de Santander ha recogido en 'Joan Miró: Esculturas 1928-1982' los principales trabajos escultóricos ddel artista. La exposición reúne por primera vez más de un centenar de esculturas de todos los periodos artísticos de Miró, dibujos, borradores, fotografías del artista, vídeos y objetos inéditos restaurados para la ocasión. La muestra, que se puede visitar hasta el 2 de septiembre, aborda la capacidad de Miró para transformar objetos cotidianos en piezas artísticas con la presencia de objetos originales y los materiales que utilizaba en sus creaciones. Se trata de un proyecto comisariado por la experta en la obra de Miró María José Salazar y el nieto del artista, Joan Punyet Miró.
Entre la selección de obras, se exhiben desde la primera pieza creada en 1928 hasta la última de 1982, y están representados todos los materiales con que trabajaba el artista: hierro, bronce, madera, pintura, papel, fibras de vidrio o resinas sintéticas. La mayoría de las piezas provienen de la colección privada de la familia Miró, de la Fundación Miró de Barcelona, de la Fundación Pilar y Joan Miró de Mallorca.
También hay obras cedidas por instituciones internacionales como el Museum of Modern Art de Nueva York, la The Pierre and Tana Matisse Foundation de Nueva York, la Fondation Maeght de Saint-Paul-de-Vence y la Galería Lelong de París. Joan Miró: Esculturas 1928-1982, distribuida en cinco espacios, muestra piezas como 'Danseuse Espagnole' (1928), el primer trabajo de la artista en busca de la tercera dimensión, o la construcción 'Painting -objetivo' (1931 ).
En el IVAM valenciano, la muestra 'Orden y desorden' refleja como afrontó los más diversos género y registros, todos ellos marcados por su intensidad plástica y abiertos a las vanguardias en donde elaboró un lenguaje distinto, diferenciado y propio. Así se puede ver el movimiento de sus figuras humanas dentro de un mundo propio plagado de hombres, mujeres y pájaros o la plasmación de póeticos sueños donde el color se convierte en protagonista.
En la exposición no faltan tampoco referencias al compromiso político y social del artista. Primero con la República y después con la democracia, en muchos casos a través de carteles.
También existe la posibilidad de verlo en acción, sacando su obra a la calle, gracias al documental de Pere Portabella 'Miró, l'altre' (1969) e incluso algunas piezas vinculadas a las artes escénicas, concretamente para la obra 'Mori el Merma'.
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