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Cuenta el músico Joxan Goikoetxea (Hernani, 1967) que Xabier Lete fue «mi consejero, mi maestro, el artista al que tanto admiré y que sigo ... admirando». Goikoetxea acompañó al poeta de Oiartzun, fallecido en 2010, en los escenarios y fuera de ellos. Diez años después de la muerte de Lete Goikoetxea compuso el oratorio 'Hesia urraturik' en el que «deconstruye» el universo poético, filosófico y musical del autor de 'Xalbadorren Heriotzean'. El oratorio, con la coral Landarbaso, las voces de Klara Mendizabal y Beñat Egiarte y una orquesta de cámara formada por instrumentistas de la Euskadiko Orkestra llega dentro de dos domingos, el día 24, al Victoria Eugenia.
«Era en cierta forma una deuda con Donostia», explica Goikoetxea. «Estrenamos la obra en el Kursaal en el décimo aniversario de la muerte de Lete, en 2020, en plena pandemia, en condiciones heroicas, con mascarillas y en un Kursaal con aforo reducido. Ahora, en vísperas de este abril en el que habría cumplido 80 años, volvemos en las mejores condiciones. Y esta vez estaré yo al frente de la dirección musical en el escenario».
Confiesa Goikoetxea que sus amigos músicos le recomendaban usar otro formato en vez de un oratorio, «que puede asustar al público». «Pero yo quería eso, por la espiritualidad que desprende. Uso las letras y músicas de Xabier descontextualizadas, con textos que todo el mundo conoce llevados a otras de sus músicas y viceversa. El público nota desde el principio el aroma Lete y sus grandes temas, la pasión, la fe, la desesperación, la patria, el amor, la reconciliación o la esperanza».
El oratorio ya se ha presentado en este formato en San Juan de Luz y Oiartzun antes de llegar a Donostia. «Lete, Laboa y sus compañeros fueron una generación preclara», dice Goikoetxea. «De Lete, por ejemplo, se siguen haciendo tesis doctorales y continúan apareciendo tesoros, como un casete que corresponde a un concierto en 1978 en Ormaiztegi con Valverde y Laboa, y donde Lete canta una versión de Brel que no teníamos controlada».
«El modo tan particular y extremo que tenía Xabier de conmocionarse ante la vida me hace recordar cuando en compañía de Joxeanjel Arbelaitz, ese hombre de acción que nos activa a todos, acudió a un concierto de Lluis Llach en Biarritz. Un Xabier enfermo lloraba ante aquella música que Llach desgranaba acompañado por su piano. Lete profesó mucha admiración por Lluis Llach y tradujo al euskera canciones como 'L'estaca' (Agure zaharraren erranak). Por eso traduzco el título de mi Oratorio, 'Hesia urraturik', como La Estacada frente a las más clásicas de 'valla' o 'cerco'. Porque Lete, al final de su vida, demolió 'la estocada' que le atormentó con su dudas existenciales, éticas y estéticas».
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