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DV visita la obra de reforma del Koldo Mitxelena, que reabrirá en 2026 Fotos: F. de la Hera
El Koldo Mitxelena reabrirá en 2026

El Koldo Mitxelena reabrirá en 2026

La intervención arquitectónica del centro cultural donostiarra ampliará el espacio destinado a uso público, y mejorará la accesibilidad y seguridad del edificio

Alberto Moyano

San Sebastián

Viernes, 29 de noviembre 2024

Una treintena de operarios trabaja a diario en la reforma del Centro Koldo Mitxelena, cerrado por obras desde junio del pasado año y cuya reapertura está prevista en torno a verano de 2026. Por primera vez desde el inicio de la intervención arquitéctonica, el edificio muestra los desnudos interiores de una infraestructura habitualmente abarrotada de fondos bibliográficos y de usuarios. Lo que en un principio se planteó como una remodelación integral de la biblioteca ha quedado en una reforma parcial, después de un proceloso camino interrumpido por la pandemia. Ahora el objetivo era renovar las obsoletas instalaciones, acabar con las filtraciones de agua desde la cubierta y actualizar la accesibilidad a la normativa vigente. Sin embargo, una cosa lleva a la otra y por el camino han ido apareciendo nuevas necesidades que alargarán todavía las obras en torno a un año y medio.

Con un presupuesto de en torno a ocho millones de euros que permitirá intervenir en los 7.200 metros cuadrados divididos en cuatro plantas, la UTE Cycasa Canteras y Construcciones y Comsa acomete la intervención bajo la dirección del arquitecto Jovino Martínez Sierra, de acuerdo con el proyecto de Astigarraga y Lasarte. Para más adelante queda la remodelación del salón de actos y de algunos otros espacios puntuales del edificio. Mientras dura la obra, el Komikigune ofrece el servicio de préstamos, el Convento de Santa Teresa acoge las actividades que habitualmente se celebraban en el centro, y el resto de los 400.000 objetos que conforman el fondo aguardan en el Archivo Histórico de Oñati y otros espacios.

La obra, que se enfangó en un proceso que se ha dilatado ocho años, no es un capricho, sino una intervención a la que obligaba un informe arquitectónico ya de 2015 que daba cuenta de la fatiga de materiales: climatización deficiente, accesibilidad obsoleta ante los cambios de normativa, cuatro fachadas deterioradas con algunos desprendimientos ocasionales y filtraciones de agua en la cubierta.

La diputada foral de Cultura, Goizane Álvarez, considera esta reforma «uno de los proyectos más importantes de la legislatura» en su área, ya que «después de treinta años de vida, con alrededor de mil usuarios diarios, había llegado el momento de modernizar el edificio y adaptarlo a las necesidades actuales y futuras, y hacerlo más accesible a la ciudadanía». La responsable foral de Cultura destaca que «con esta obra lo que pretendemos es precisamente fomentar y facilitar el acceso a la cultura entre la población de Gipuzkoa, y que el Koldo Mitxelena se convierta en un espacio de referencia en el territorio».

Obras en el Koldo Michelena De la Hera
Imagen principal - Obras en el Koldo Michelena
Imagen secundaria 1 - Obras en el Koldo Michelena
Imagen secundaria 2 - Obras en el Koldo Michelena

La puesta a punto del centro se ha aprovechado para ganar espacios e incorporar nuevos usos. Por un lado, explica el director del centro, Patxi Presa, «el cierre del suelo de los dos patios en la planta baja ofrecerá un nuevo espacio anteriormente inexistente, ya que hasta ahora llegaba hasta la planta inferior». Además, la antigua sala de investigadores en la primera planta se convertirá en la Sala Lagun, una suerte de paraninfo abierto a todos los públicos. Y finalmente, la oficinas de la Dirección Cultural situadas en la segunda planta se abren en un 50% a la investigación del fondo patrimonial bibliográfico.

Más espacios para el usuario

Tal y como se aprecia en las fotografías y tras la rehabilitación de un fachada que volverá a quedar descubierta dentro de dos meses, el interior del Koldo Mitxelena se encuentra despojado de prácticamente cualquier ajeno a la propia obra. Apenas las estanterías vacías ancladas en la pared de la primera planta ayudan a identificar unos espacios por lo demás despojados de todo. Tras la reforma, afirman los responsables del centro, el edificio ganará en metros cuadrados abiertos al usuario, en luminosidad, en accesibilidad, en confort y también en seguridad, dado que la obra ha permitido adecuar el edificio a la normativa de incendios.

Tal y como señala la arquitecta de la Diputación, Yolanda Zorita, el paso de una reforma integral del centro a una parcial no ha estado exenta de dificultades ya que «siempre es más complicado reformar un edificio ya existente que hacer uno nuevo». Zorita explica que «los sistemas de las instalaciones estaban anticuados y ya no funcionaban bien. Una vez que empiezas por ahí, es verdad que debes adecuar el edificio a las nuevas normativas. En cuanto a los usos, había que actualizarlos y ahí están los nuevos espacios de la segunda planta o el paraninfo, y la nueva ganbara», a la que se podrá acceder a través de los dos ascensores que se instalarán en uno de los dos patios ganados para el público.

Como es habitual en este tipo de intervenciones, lo previsto en un principio implica nuevas actuaciones. «Había un proyecto para vaciar completamente el edificio y acometer una reforma integral, y tras la paralización, se reformuló como una reforma parcial», indica la arquitecta. «A partir de ahí, la obra acaba siendo más complicada, para empezar porque mantienes elementos de la estructura, asegurándote de que funcionan como deben. Todo esto obliga a aumentar la seguridad mediante refuerzos. Son cosas que luego quedan tapadas, pero que forman parte de la obra».

En cuanto a las fachadas del Koldo Mitxelena, originales de 1912 y que además de desperfectos había sufrido algunos desprendimientos en los últimos tiempos, conservarán su estética, como edificio protegido ubicado en zona protegida que es el Koldo Mitxelena: «Se ha hecho una limpieza profunda, se ha aplicado un tratamiento para que perdure y se han recuperado algunos elementos, siempre bajo las directrices de Patrimonio. Se trata de recuperar lo mínimo posible en el sentido de permitir que el edificio muestre su historia. No se trata de hacer que parezca nuevo, sino de rehabilitar lo necesario para que funcione la fachada y a la vez, dejar que refleje las huellas del tiempo».

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