La vida de Hanif Kureishi, de 68 años de edad, ha experimentado un dramático giro narrativo. No cabe imaginar una desgracia tan extraña e inopinada. El escritor británico degustaba tranquilamente su cerveza en Roma el pasado 26 de diciembre, día festivo en su país, y, ... de repente, el epítome de la felicidad se convirtió en tragedia. Se sintió mareado y lo siguiente que recuerda es contemplarse en el suelo rodeado de sangre. En esa caída se lastimó el cuello y hubo de ser operado urgentemente en un hospital italiano. Desde entonces, su presente es duro y el futuro, una incógnita, ya que existe el riesgo de que su actual tetraplejia sea irrecuperable. Mientras tanto, curiosamente, el autor no ha parado. A través de su mujer y su hijo Carlo, ha abierto su corazón a golpe de tuit.
La lesión medular que ha sufrido le incapacita totalmente. Precisa de ayuda para cualquier función fisiológica. Quizás nunca pueda volver a andar o siquiera escribir, él, que siempre ha redactado a mano. En este impasse previo a un diagnóstico definitivo, ha vertido más de 10.000 palabras en su cuenta de Twitter. Con una sinceridad y generosidad absolutas, el escritor ha comenzado a dar cuenta sobre su trayectoria, a componer una autobiografía desde la cama que denomina 'Kureishi Chronicles'.
El relato habla de un mundo mestizo y bullicioso. La peripecia del narrador sintetiza extraordinariamente la del colectivo de inmigrantes asiáticos en Londres y él mismo ha sido un observador preciso de su desenvolvimiento en un país que ha perdido un imperio y ha asumido una sociedad multicultural, con sus riquezas y conflictos.
Hijo de un pakistaní emigrado de la India y una mujer inglesa de origen modesto, su familia muestra la ambivalencia de nacer en un espacio intermedio. El deseo de integración, favorecido por un progenitor culto, procedente de clase alta en su país de origen, contrasta con la realidad de la antigua metrópoli que, desde las cenizas de su esplendor, no ha fomentado la integración de aquellos que llegan procedentes de sus numerosas ex colonias.
El entorno en el que se movía el joven Hanif, estudiante de Filosofía en el King's College, proporcionó la materia dúctil para su creación literaria, algo que ha alabado la crítica y lamentado aquellos más cercanos. En cualquier caso, la vida le regaló otro punto de inflexión, mucho más positivo, cuando, con tan sólo 28 años, entregó al director Stephen Frears el guión de la película 'Mi hermosa lavandería'. Lo que iba a ser una producción barata para la televisión se transformó en un gran éxito cinematográfico que aupó al estrellato a Daniel Day Lewis, su protagonista, y concedió una candidatura al Oscar al propio Kureishi.
Relación con el cine
La historia de amor entre un joven pakistaní procedente de una familia tradicional y otro inglés, prototipo de la escena alternativa, causó sensación por abordar una relación gay en un contexto de represión de la homosexualidad y de discriminación racial. La excelente recepción continuó, dos años después, con 'Sammy y Rose se lo montan', otra estampa de aquel tiempo. El propio autor llegó a dirigir una película, 'Londres me mata'.
Su aguda percepción de la sociedad británica durante la década de los ochenta le confirió una proyección rápida en los medios literarios. La novela 'El buda de los suburbios' fue merecedora del Premio Whitbread a la mejor ópera prima. La historia retrata la peripecia de un joven procedente de esos arrabales, procedente de una familia multirracial y que se sumerge en el Londres del punk y la new wave, allí donde convergen la escena del rock, el sexo libre y las drogas, las posiciones de izquierda y la Administración thatcherista.
La fatalidad ha cercado a Kureishi cuando su turbulenta vida sentimental se había remansado
La fortuna persiguió sistemáticamente a Kureishi, que, a menudo, parece hablar de sí mismo, de sus experiencias en el medio underground, allí donde conoció a su amigo David Bowie, y quedó atrapado por la adicción confesa a la cocaína. La relación, un tanto perversa, entre la memoria personal y la ficción es ya toda una seña de identidad. En cualquier caso, el libro también puede interpretarse como un retrato irónico, a veces sentimental, otras, descarnadamente cruel, de ese choque de trenes entre Oriente y Occidente, las aspiraciones de los recién llegados y las dificultades que sufre la segunda generación para integrarse.
Aquellos hitos consolidaron su fama. La buena acogida de los primeros guiones no ha sido un fenómeno excepcional. Las novelas de este autor han sido demandadas por un amplio número de lectores, sumamente fieles a sus entregas, y requeridas por la industria audiovisual. La polémica tampoco lo abandona. Con 'Intimidad', llevada a la pantalla por el francés Patrice Chèreau, ganó un Oso de Oro y otro debate. La historia de un individuo que abandona a su esposa e hijos pequeños tras sentirse rechazado por su mujer, posee una inquietante semejanza con su peripecia personal.
Orden del Imperio Británico
Los reconocimientos se han prodigado a lo largo de los últimos años. En 2008 fue nombrado Comandante de la Orden del Imperio Británico y seis años después la Biblioteca Británica anunció la adquisición de los archivos acumulados durante cuarenta años de trabajo. Pero, a veces, la suerte cambia. Un día el rumbo varía, tal y como le sucedió a su amigo Salman Rushdie, que había conseguido esquivar una fatua hasta que un fanático lo acuchilló
La fatalidad ha llegado cuando su turbulenta vida sentimental se había remansado, nada menos que en Roma, la ciudad del 'dolce far niente', no en aquel turbulento Londres de los excesos juveniles, de las drogas, el sexo y el rock and roll. Pero la suerte es así, caprichosa, cruel, desmesurada, incluso con quienes no se merecen sus repentinos cambios de humor. Mientras tanto, Kureishi reflexiona en la Red y espera un nuevo y sorprendente golpe de guión, quizás, un milagro.