El largo camino de una ladrona de joyas y de un psicópata de pelo verde
Cómic ·
ECC celebra el ochenta aniversario de Catwoman y Joker con dos volúmenes que recogen historias determinantes de ambos personajesCómic ·
ECC celebra el ochenta aniversario de Catwoman y Joker con dos volúmenes que recogen historias determinantes de ambos personajesLa valía de un héroe viene dada por la relevancia de sus enemigos. La frase, un axioma en el mundo de los cómics, más en el de superhéroes, puede ser aplicable a muchos títulos pero, probablemente, ensalce por encima de los demás al caballero ... oscuro, a Batman, porque si cualquier lector elabora una lista con algunos de los villanos de Gotham (el Pingüino, Enigma, el Espantapájaros...), podrá comprobar hasta qué punto el héroe ha forjado su leyenda merced a los delincuentes más letales nunca imaginados. Dos de ellos nacen a la vez, en el número 1 de la revista 'Batman'. Su protagonista, en acción desde mayo de 1939, vive sus aventuras en las páginas de 'Detective Comics' pero su popularidad es ya tan grande un año más tarde que conseguir su propio título era un logro inevitable. Y ahí es donde empieza a gestarse todo, porque un lanzamiento así debe hacerse a lo grande. Los ladrones o asesinos comunes no son suficiente; Batman necesita rivales de verdad. En ese número inaugural, el dibujante Bob Kane y el guionista Bill Finger presentan dos personajes para la historia: la ladrona de joyas Catwoman y al implacable Joker, en este caso con la participación determinante del ayudante Jerry Robinson, al que siempre se le negó su autoría en tan creación, por otra parte hoy indiscutida. En cualquier caso, dos personajes asombrosos, aunque es cierto que desde su misma salida a escena, el payaso de la cara blanca y pelo verde acaparó toda la atención. Ochenta años más tarde, sigue siendo así.
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Sin embargo, aunque la trayectoria de ambos iconos es bien distinta, algo les une, más allá de la ciudad en la que actúan o su interés en acabar con Batman. Se trata de la complejidad psicológica de sus mentes que les irá llevando, poco a poco, por caminos bien distintos. Es evidente que el Joker posee tantas capas en su locura, tal complejidad en su psicopatía que es el personaje más adorado por los guionistas; fuente inagotable de inspiración y siempre abierto a nuevas lecturas, no solo en las viñetas sino en el cine, tal y como quedó patente en la última interpretación de Joaquin Phoenix. En cuanto a Catwoman, un personaje de menor peso (todos lo son al lado de Joker), resulta muy interesante partiendo de que se trata de una mujer. Hoy, por fortuna, eso no es llamativo, pero sí en 1940. Al principio, su aspecto es bien diferente al actual. En su debut se disfraza de anciana para pasar desapercibida y cometer un atraco, aunque no tardará en sumarse a la moda de los uniformes de licra pasando, dicho sea de paso, por el verde, púrpura y finalmente negro. Ahora bien, qué ha llevado a la joven Selina Kyle a convertirse en Catwoman (en Latinoamérica Gatúbela, nombre casi tan atroz como el adjudicado a Joker: Guasón) no será tan trascendente como su código de honor, en el cual el asesinato está prohibido o como la relación amorosa que paulatinamente irá creándose entre ella y su cazador, Batman, al punto de concluir con la boda entre ambos en determinada línea argumental. De ser una ladrona en estado puro, esto es, roba sin otra motivación que conseguir el botín, pasa a hacerlo movida por intereses honorables, lo cual no significa que sus actos dejen de estar al margen de la ley. No deja de ser paradójico, por tanto, que quien la persigue sea un vigilante que también burla el sistema cuando lo estima conveniente. Así, cuando los guionistas abren el arco sentimental, se crea una relación perfectamente creíble entre los dos enmascarados. Esta circunstancia también merece observarse porque, el héroe, a lo largo de sus ochenta y un años de vida, solo ha tenido dos relaciones destacables. La primera, con la periodista Vicky Vale, en su rol del millonario Bruce Wayne y Catwoman en su identidad de murciélago.
Mientras tanto, Joker crece de distinta forma. En su primera aparición, en dicho número 1 de 'Batman', el lector descubre a un personaje siniestro que mata con un gas que deforma el rostro de sus víctimas, crispándolo en una sonrisa macabra. La violencia de sus actos no pasará el filtro de la censura años después por lo que, en los sucesivos, los guionistas irán convirtiéndolo en un patán cuyos planes siempre fracasan de la forma más patética posible sin que el factor miedo tenga cabida. Sin embargo, a partir de los setenta, el psicópata regresa sin dejar un solo resquicio a la esperanza, como queda claro tras asesinar salvajemente a Jason Todd, el segundo Robin, antes de la versión definitiva del escritor Alan Moore con 'La broma asesina'.
Ochenta años son, para un cómic, muchos, y mantenerse tan vivos como al principio, un alarde al alcance de pocos personajes, Catwoman y Joker aún están calentando motores.
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