Larramendi, el primer ingeniero de caminos

Trabajó en un sinfín de proyectos: la topografía de la Albufera de Valencia, el trazado de una carretera en Andalucía que salvaba la zona inundable del Guadiana, el estudio de un canal llamado a conectar el Mediterráneo con el Atlántico a través de los ríos de La Mancha, el abastecimiento de agua de Madrid... Depurado por la administración absolutista -casi todos los ingenieros de la época pertenecían a la masonería-, su valía profesional le permitió sobreponerse a las adversidades políticas. Su proyecto de un canal de navegación y riego entre Córdoba y Sevilla le valió un gran reconocimiento y le abrió el camino para su nombramiento como director general de Caminos y Canales cuando los liberales recuperaron el poder.

De su mano salió el trazado actual de poblaciones como Torrevieja, Guardamar, Benjúzar o Almoradí después de que un terremoto las hubiese reducido a ruinas en marzo de 1829. Nunca rompió sus lazos con Gipuzkoa, territorio del que llegó a ser diputado en 1837. Falleció en 1847 y su funeral se celebró en San Sebastián.