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'Las aguas tranquilas',el escaparate de ocho poetas euskaldunes con estilos muy diversos

'Las aguas tranquilas',el escaparate de ocho poetas euskaldunes con estilos muy diversos

El libro ofrece unos textos en los que cada poeta describe los principales elementos de su poética

felix ibargutxi

Martes, 27 de febrero 2018, 06:56

La editorial Renacimiento, una de las grandes especialistas en poesía, ha publicado ‘Las aguas tranquilas’, una antología de poesía en euskera -con la versión original y la traducción al castellano- que ofrece poemas de ocho autores. La selección y el prólogo ha corrido a cargo de Aitor Francos (Bilbao, 1986).

Los elegidos por Francos son Rikardo Arregi Díaz de Heredia, Luis Garde, Miren Agur Meabe, Juanra Madariaga, Karlos Linazasoro, Harkaitz Cano, Ángel Erro y Leire Bilbao.

Aitor Francos nació en Bilbao en 1986. Es psiquiatra de profesión. Ha publicado los libros de poemas ‘Igloo’ (2011), ‘Un lugar en el que nunca he escrito’ (2013), ‘Las dimensiones del teatro’ (2015), el libro de aforismos ‘Fuera de plano’ (2016) y el de haikus ‘Filatelia’ (Renacimiento, 2017). Vive y trabaja en Madrid. «Conozco a unos cuantos de los poetas que escriben en euskera, cada vez más, eso sí que es verdad. La relación más amistosa es con Karlos Linazasoro, pero siento admiración por los antologados y por otros muchos», ha declarado el responsable de la edición.

La mayor parte de las traducciones al castellano ha corrido a cargo de los propios poetas. Hay unas pocas excepciones. El mismo encargado de la antología ha traducido los poemas de Leire Bilbao, un trabajo compartido con la autora; y Francos también ha vertido al castellano los seis primeros poemas de Karlos Linazasoro. Además, varios poemas de Rikardo Arregi han sido traducidos por Ángel Erro y Gerardo Markuleta.

«Retraso imperdonable»

«Esta antología de poesía vasca aparece con el retraso imperdonable de todo lo que al final tiene un sentido y con el propósito de desvirtuar la invisibilidad aparente, fuera del País Vasco, de muchos de los poetas que la componen», manifiesta Aitor Francos al comienzo de su prólogo.

Según el autor, «la antología no busca una panorámica amplia sino que es el fruto de unas pocas afinidades, de lecturas intensas e indecisiones. Con sobriedad expresiva y ecos de una tradición desdoblada entre la modernidad y la cultura heredada, los poetas que la conforman hacen una inteligente actualización de mitos, una muy personal revisitación de las experiencias comunes, de la memoria colectiva y de la identidad privada. Es en las aguas tranquilas donde se dan al mismo tiempo la sedimentación y la transparencia; y, en poesía, ése es el terreno necesario para acumular conocimiento y mirada, para afianzar un arraigo en la calma, sobre un esqueje, en la unión de modernidad, tradición y apertura».

Francos ha escogido un elenco de poetas que todavía no han cumplido los sesenta años. El de más edad, el vitoriano Rikardo Arregi Díaz de Heredia, es nacido en 1958, y la benjamina, Leire Bilbao, es de 1978.

Abre el libro un poema de Arregi, en el que el escritor plantea un paralelismo entre Gasteiz y la ciudad de Sarajevo, con título ‘66 versos en la ciudad sitiada’, y con traducción de un vecino también de la capital alavesa, Gerardo Markuleta. He aquí el comienzo:

«Cuando atravieso sin prisa las calles y plazas de Gasteiz / yendo, como cada día, camino del trabajo o a ver a los amigos, /que hacer esto mismo allí / resulta ciertamente peligroso muchos días, / y con la vista hacia lo alto calculo, / la mirada fría y el ánimo en suspenso, / qué lugar elegiría el francotirador, / por dónde llegará la bala / que tornará mi cabeza en flor negra de sangre, / porque esa plaza demasiado ancha resulta sospechosa. Esa calle. / El parque rodeado de edificios altos».

Y cierra el libro un poema de Leire Bilbao, titulado en castellano ‘Lavadora: «El día de tu muerte me compré una lavadora. / Al abrir la compuerta, / se me empaparon los pies, / el agua me atrapó por sorpresa. / Ya sabes, ríos azules recorren mi pecho, / el mar se desborda por mi boca. / Fue aquella vez, mirando desde la escotilla al mar, / entre el jabón y los trapos sucios, / cuando supe que te alcanzó una ola, / metí mis manos al instante en el agua enjabonada / buscándote en vano entre la ropa. / Lloré por la boca por las orejas / por los dedos por la piel, / y ahora, tengo ríos muertos surcando mis venas, / y una lavadora nueva».

Otra de las particularidades del libro es que los propios poetas exponen, en sendos textos, las características principales de su poética. Por ejemplo, Luis Garde reflexiona así: «Pienso que en todos ellos [sus siete poemarios] habla la voz de alguien que ha sido expulsado de un paraíso: el paraíso de las certezas».

Y el autor más prolífico, el tolosarra Karlos Linazasoro, se define mediante 22 aforismos. Un botón de muestra: «La poesía desnuda tanto que me paso el día con los cojones al aire».

Aitor Francos describe a los poetas

«Ha sometido su poesía a una fuerza centrípeta de esencialidad lírica»

Rikardo Arregi D. de Heredia

Si algo cabe considerarse meritorio en un poeta es la cualidad de escribir poco, si está en su naturaleza y ayuda a condensar y destilar la idea y el sentido final de lo que se escribe. Rikardo Arregi ha sometido su poesía a una fuerza centrípeta de recogimiento y esencialidad lírica. Lenguaje desnudo, eliminada toda retó-rica, enfrentada la palabra con el vacío de sentir y con la búsqueda del silencio, su poesía se ve atrapada así en una voluntad manifiesta de autoinspección, de digestión tranquila, bajo la mirada de un pesimismo de tinte romántico.

«Hace un desalentado e insobornable ejercicio de memoria»

Luis Garde

En Luis Garde cada poema posee su propia y definida estructura; es un todo autónomo y circular. Escribir fue siempre el más raro consuelo de los poetas elegíacos y en Garde, en sus poemas, nos hallamos ante un desalentado e insobornable ejercicio de memoria, donde todo en la vida es un progresivo afantasmamiento, del yo y de la realidad, de los otros, de la colectividad urbana, de la memoria. Una envoltura de niebla para la conciencia. Para Garde cada poema es una aproximación a la verdad, en el sentido de la búsqueda, más que de la celebración.

«Atrapa y unifica tendencias irreconciliables»

Miren Agur Meabe

Miren Agur Meabe se las ingenia para atrapar y unificar tendencias irreconciliables, con la firmeza del lenguaje poético y el ingenio de los símbolos que presiden la imaginería de su mundo metafórico. La poesía va más allá del contenido significante de las palabras: es una piel que trata de librarse de la servidumbre de la transparencia y de la imposibilidad de comunicación de quienes buscan un código, un lugar de vínculo. Esa es la tristeza heredada del lenguaje. La poesía como matraz para exteriorizar los sentimientos.

«Sus palabras saben que para esconderse es mejor escribirlo todo»

Juanra Madariaga

Para Juanra Madariaga la poesía es la imposibilidad de expresar la belleza verbalmente, una nebulosa, un escenario para la indefinición, el caos y el escepticismo. (...) Ha ido formulando a lo largo de sus libros una estética cambiante y un grado de deformación o involución hacia la desnudez, a situarse una y otra vez sobre una línea divisoria; tal vez presuponiendo que, en ella, el poeta, que busca el silencio, encuentra en cada palabra el lugar apropiado para su desaparición. Sus palabras saben que para esconderse es mejor escribirlo todo.

«Evoca en sus poemas el poder de la belleza, del tiempo y de la vida»

Karlos Linazasoro

Como escribe de él el poeta Juan Kruz Igerabide, Karlos Linazasoro concede al amor la capacidad de capturar una especie de eternidad, de romper con la soledad y de facilitar la comunicación con la realidad. En su ímpetu poético se perciben ecos de Leopardi y un deje cernudiano. Linazasoro difumina el universo trágico en el que subyacen toda su angustia y el sinsentido de la muerte, evocando en sus poemas, como si fuesen plegarias rebosantes de admiración, el poder de la belleza, del tiempo y de la vida.

«Reivindica una ética discursiva de imágenes corrientes»

Harkaitz Cano

Leer a Cano es como tener delante un mapa; las carreteras accidentadas, serpenteantes, medio o totalmente ocultas por los pliegues del mapa arrugado, aparecen de pronto nítidamente dibujadas, recorriendo apaciblemente el paisaje. En la senda de la poesía norteamericana (de Whitman a Carver) Cano reivindica una ética de la ciudad (...). Nihilismo ante la panorámica de desubicación del poeta en el mapa interior del mundo. Cano, reivindica una poesía discursiva de imágenes corrientes que se siente cómoda en el refugio de la modernidad.

«El arma de la ironía y el goce de jugar con el lenguaje son la prioridad»

Angel Erro

Erro escribe una poesía de apariencia culturalista y raíz indudablemente grecolatina, aunque de intención lúdica, donde el arma de la ironía y el goce de jugar con el lenguaje son la prioridad. Los versos, de inusitada sencillez, se acercan a la imitación de formas clásicas (epigramas y sonetos). La intertextualidad, las digresiones y los paréntesis, el diálogo dentro del poema y el coloquialismo, son directrices en su poesía. Aunque no dé esa impresión, es un poeta serio, que entronca con las viejas fuentes de Góngora o las modernas de Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca (...).

«Una ingenuidad buscada, muy cercana a la de Szymborska»

Leire Bilbao

La de Leire Bilbao es una ingenuidad buscada, muy cercana en su estilo a la de la polaca W. Szymborska. La vida y el quehacer diario son narrados desde lo naïf, en poemas pulcros, ligeros de efectismos, pero de un alto valor metafórico e imaginativo. Imágenes que rondan las leyendas del mar y la tradición de los pescadores, las más de las veces, desde una reflexión sincera sobre la posición de la mujer en ese desencuentro con un mundo hostil e inhóspito. El cuerpo y la feminidad, presentes sin excepción, ayudan a configurar una constante afirmación de la identidad y del lenguaje».

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