![El hombre al que esquivé entrevistar](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/05/01/paul-auster-once-km3D-U2102259506929yhF-1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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Con el tiempo he descubierto que las entrevistas a veces salen bien y a veces salen mal, pero en mi caso, salen mal o incluso muy mal si el entrevistado es alguien a quien admiro. Por fortuna para todos, admiro a muy poca gente. Por ... eso, cuando en 2007 Paul Auster vino al Festival de San Sebastián como presidente del jurado de la Sección Oficial y la organización nos ofreció un encuentro con el escritor, hubo consenso en que la mejor opción era que acudiera a la cita Harkaitz Cano, que en su condición de lector/escritor, conocía más a fondo los mecanismos su obra, no digamos nada después de haber traducido al euskera un año antes 'Ciudad de cristal'. «Mi trabajo es una mezcla entre lo oscuro y lo luminoso», fue el titular de aquella charla y puede que ahí ya esté todo.
Aunque asociado a la colección de libros amarillos de Anagrama, en realidad Auster llegó a España de la mano de la desaparecida editorial Júcar, famosa tanto por su buen ojo como por sus regulares traducciones, que publicó su 'Trilogía de Nueva York'. Pasó bastante desapercibido. Después, recogió el guante la editorial de Herralde y la cosa cambió.
Paul Auster ha sido un escritor gratificante en al menos un doble sentido: por un lado, sus novelas se leen con verdadero placer en el sentido de que es díficil que quien comience una, la abandone. Por otro, hace que el lector se sienta tratado como un ser intelectualmente solvente. Se podría hablar mucho de su descripción de cómo opera el azar, de su territorio literario –ese Nueva York previo al 11-S–, del más europeo de los escritores de Brooklyn y de la sensación de extrañamiento del mundo que desprenden buena parte de sus personajes, pero pienso que, por encima de todo, Auster te proporciona una forma peculiar de mirar y, por lo tanto, de contar las cosas.
Como es habitual en buena parte de los creadores, es cierto que con el tiempo su pulso narrativo se fue aflojando y pareció pasar de ser un escritor con un tema a un escritor en busca de un tema. Con todo, títulos como 'El Palacio de la Luna', 'Leviatán', 'El país de las últimas cosas', 'La música del azar', la citada 'Trilogía de Nueva York' o incluso 'El cuento de Navidad de Auggie Wren' –que dio pie al guion de la película 'Smoke'–, están al alcance de unos pocos elegidos.
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