La capacidad de ser «un observador incisivo de las relaciones personales» ha permitido al escritor donostiarra Ramon Saizarbitoria escribir un conjunto de novelas que para el filólogo y exviceconsejero de Políticas Lingüísticas Ramón Etxezarreta son «una exhaustiva enciclopedia de la sociología vasca», una obra literaria ... que abarca desde el tabú del aborto al terrorismo pasando por «la medicina, los servicios sociales, inquietudes siempre presentes en su vida y que le perturban», desgrana. Además, resalta su aportación como «avance social», ya que «identificar problemas y plantearlos son siempre» lo es. Más aún cuando la literatura previa a la publicación de 'Egunero hasten delako' (1969), salvando la excepción de Txillardegi, era de temática eminentemente rural. «Supera la visión ruralizante, que era vigente y exclusiva», ubicando de esa forma al euskera «en un universo de modernidad, por temática, por enfoque y por conexión cultural con lo contemporáneo».
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También presentó otro molde para sus personajes, de los que Etxezarreta apunta dos características. Por un lado, que el escritor donostiarra es un gran reivindicador de la condición femenina libre»; y, por otro lado, que los hombres de sus obras, repletos de dudas o neurosis, presentan una «condición de perdedor» heredada de la Guerra Civil, otro de sus grandes temas y en los que ha ambientado varios textos, aunque a esos derrotados les atribuye «nobleza, dignidad y generosidad».
La repercusión lograda por Saizarbitoria al apostar por una literatura social va más allá de las letras. Para Etxezarreta «ha aportado cuerpo a una visión reflexiva e intelectual de la sociedad vasca». Además, no se ha limitado a la figura de escritor, como muestran su breve paso por la política como concejal de Donostia o su larga trayectoria al frente del Centro de Documentación sobre Servicios Sociales y política social (SIIS). O implicaciones en temas que pueden parecer menores, pero su influencia va más allá del día a día. «En 1979 me ayudó a preparar un mitin electoral en el que me sugería decir que el trato médico que una mujer de nuestro territorio recibía era infinitamente inferior, en calidad y en cantidad, que el que una inmigrante marroquí podía recibir en Francia», recuerda Etxezarreta.
A pesar del paso de los años, Etxezarreta destaca que «su literatura no pierde un ápice de actualidad. Es admirable, pero también lo triste de nuestra sociedad, que el inmovilismo y la reacción ahí siguen». La reflexión parte de la primera novela, 'Egunero hasten delako' (1969), en la que trató el aborto, pero la extiende, ya que «los retrógrados y el integrismo, los artetxes, ahí siguen, admirados, aplaudidos y jaleados». Esas resistencias hacen que la labor de Saizarbitoria, «siempre crítico con la masculinidad histórica vigente»
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Su literatura, eso sí, no siempre se ha entendido. Citando a Jon Juaristi, que opinaba que '100 metro' había sido «una novela mal leída» en la que hubo quien quiso ver «una glorificación de la lucha armada cuando en realidad es una declaración de inutilidad de la violencia». La censura, que la tuvo parada tres años como recuerda el escritor, también la usó con fines políticos. «Resulta curioso observar lo que se dijo y dejó de decir de ella, importaba más el separatismo que la violencia». Aquel libro también sirvió para atacar a Saizarbitoria, aunque Etxezarreta recalca que desde que lo conoce «ha mantenido una distancia crítica con ETA». El propio escritor donostiarra ha sido muy autocrítico en varias ocasiones. «Le duele no haberla manifestado con mayor frecuencia y volumen por temor a ser confundido con otras críticas y críticos tan pasionales como coyunturales», explica el expolítico.
Por último, pero no menos importante, Etxezarreta destaca que Saizarbitoria «incorporó e insertó la literatura a una lengua [el euskera] que, salvo excepciones, no tenía recorrido literario». Además, con su «coherencia casi autodestructiva» su categoría se eleva «de escritor en euskera a literato». Así, agradece el «respeto a los hablantes de las dos lenguas» mostrado por el escritor donostiarra, «norma de conducta», en un momento en el que el idioma es un arma arrojadiza que genera trincheras. a los hablantes de las dos lenguas. «Hoy lo que le preocupa es el derroche público estéril en las políticas lingüísticas que, con frecuencia, son todo menos lingüísticas».
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