El universo cabe en un basurero. O al menos, en el de Ciudad Juárez. La escritora mexicana Sylvia Aguilar Zéleny (Sonora, 1973) retrata en 'Basura' (Ed. Tránsito) un lugar al que van a parar todos los desechos materiales y humanos, a través de la mirada ... de tres mujeres: una buscadora del vertedero, una propietaria de un prostíbulo y una doctora envuelta en problemas familiares y en un trabajo de investigación sobre este hábitat.
– ¿Por qué optó por contar esta historia a través de las voces de tres mujeres?
– No solo tres mujeres, sino mujeres de distintas edades y experiencias; quería en primer lugar traer estas miradas hacia un tema y un espacio que es ya de por si desechado como la basura misma y que la textura, valor o efecto de esto me permitiera explorarlas como mujeres, como resultado –directo o indirecto– del abandono o la huida.
– ¿Establecen estos tres personajes la jerarquía existente dentro del basurero?
– La jerarquía estaba ahí, pero quiero creer que en el caso de Alicia se lee el suyo como un rol de poder. Se mueve como dueña de su destino y su territorio. Gris y su equipo, por ejemplo, reconocen que hay que respetar jerarquías y, en todo caso, ganarse la confianza de sus habitantes y de Alicia para poder realizar su trabajo.
– A pesar de la extrema dureza de la narración, ha huido del tremebundismo.
– Total y conscientemente. Tengo una postura hacia la narcoliteratura y el realismo como tú lo llamas, tremebundo. Cuando comencé a escribir la novela tenía muy claro que Alicia no era una pobre chavita que vivía en el basurero y no tenía salida, sino que ella misma se había adueñado de su destino y tenía justo lo que necesitaba. Eso fue mi guía en la novela. De pronto, es más tremendo lo que no se dice y aquello a lo que se alude porque entonces son les lectores quienes han de construir desde su imaginación.
– Alicia representa la frágil frontera entre la pobreza y la caída en la miseria. ¿Es un lugar en el que mucha gente se encuentra sin darse cuenta? Es decir, ¿somos conscientes de lo fácil que sería caer en una situación de absoluta marginalidad?
– Es la cosa, Alicia no se ve a si misma como una caída. Si acaso les lectores son quienes se darán cuenta que ni el Estado ni la familia –su departamento adyacente a veces–, ofrecen garantías. No sé si somos conscientes de ello o si es tanto el temor de caer en una situación extrema lo que nos obliga a hacer lo posible por no caer.
– Griselda es quizás el personaje con el que más fácil nos resulta identificarnos por llevar una vida homologable a la nuestra.
– Le confieso que es el que más detestaba yo pues la sentía como mujer con first world problem. De hecho aquí es donde entró mi editora Sol Salama con su ojo crítico para que le diéramos una vuelta de tuerca al personaje. Ahora bien, podríamos homologarnos con su vida pero tampoco la tiene fácil al asumir el cuidado de la tía.
– ¿Es la familia una salvación o una condena?
– Depende de la familia, del contexto, del tiempo. No me gusta pensar en términos binarios. Yo creo que la familia es, en todo caso, es nuestro primer espacio de aprendizaje, resiliencia, o ambos.
– De la mano de Reyna nos muestra el submundo de la prostitución. ¿Existe esa solidadridad entre las mujeres que la ejercen o la necesidad alimenta las rivalidades?
– La primera versión de esta novela es de 2016. En mis lecturas e investigación del tema del trabajo sexual me topaba muchísimo con esta suerte de familia por adopción. Luego 'Las Malas' de la argentina Camila Sosa Villada y la misma 'Digo! Ni puta Ni Santa. Las memorias de La Veneno' de Cristina Vegas Zaragoza nos muestran que hay solidaridad, sí, y que eso no quita que se entrecrucen rivalidades o conflictos. ¿No es acaso eso una familia, el lugar donde se ama o se discute de uno a otro momento?
– Ciudad Juárez desafía la realidad y desborda los reportajes y trabajos informativos. ¿Es la ficción la mejor forma de acercarse a semejante locura?
– Yo creo que no hay mejor forma, lo intento con la ficción. Hay quien lo intenta desde la no ficción, desde la fotografía, desde el documental y ni siquiera así podríamos acercar a la audiencia del todo a lo que es y ha sido la vida en esa frontera. Pero no por eso deja una de intentarlo. Ciudad Juárez nos rebasa en muchos sentidos y narrarla nunca parece suficiente.
– Al final, ¿todos intentamos salvarnos a base de contar nuestra historia?
– Seguro hay quienes intentan salvarse a base de esconderla y no mirarla ni elles mismes.
– ¿Qué se puede decir de un mundo como el nuestro, del que un basurero sirve como microcosmos?
– Que somos una sociedad que descarta, desecha y no da crédito. El capitalismo no solo afecta nuestra economía sino nuestra manera de asumir nuestros afectos.
– ¿Le resulta más fácil a la sociedad reciclar materiales que personas?
– Creo que le resulta más fácil desechar unos y otras.
– ¿Es la desigualdad el mayor desafío que afronta el mundo?
– Sí. Desigualdad económica, genérica, social.
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