La idea surgió en un museo no al uso, el museo del Whisky. Amparo Errandonea, historiadora donostiarra especializada en el antiguo Egipto, tomaba unos daiquiris en compañía de unos amigos, entre ellos el egiptólogo Antonio Pérez Largacha, cuando este le espetó: «Tú, que además ... eres diseñadora, deberías hacer un cómic para el público infantil sobre esta antigua civilización». El reto quedó como una anécdota de la noche, pero fue una semilla que arraigó y que con el tiempo dio su fruto.
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Y ocurrió precisamente con el confinamiento. «Fue entonces cuando tuve clara la historia», explica Errandonea. «No se trataba de describir los logros de aquella apasionante sociedad, sino contarlos a través de una historia. Y elegí como protagonistas a dos niños que juegan en la orilla del Nilo frente a las pirámides. Ese día ocurre algo que cambia sus vidas. De la mano del estos niños, la obra recorre el Antiguo Egipto en un viaje repleto de aventuras, humor y descubrimientos».
Así surgió 'Descubriendo Egipto. Pianky, un viaje hacia la sabiduría' (Erein). Es un cómic pensado para el público infantil, pero también para adultos que quieran familiarizarse con esa cultura antes de abordar obras más complejas. «Hay una lectura entre líneas, que recoge cuestiones importantes de la condición humana», explica la autora. «Los antiguos egipcios compartían con nosotros valores como la dignidad y la amistad y, en el lado oscuro, pasiones como la envidia o la crueldad».
La del antiguo Egipto fue una cultura avanzadísima a todos los niveles. «Nos llama la atención la monumentalidad de su arquitectura, esas obras colosales que se han mantenido», explica Errandonea. «Fueron una potencia hegemónica en el mundo antiguo en muchos momentos de su historia, pero, sobre todo, está el gran desarrollo que lograron en literatura, poesía, organización política y administrativa y ciencias como la matemática, la medicina o la astronomía. Y eso cuando nosotros aquí estábamos casi en las cavernas».
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Cita Errandonea el misterio de la escritura jeroglífica que los antiguos egipcios desarrollaron hace 4.000 años. «Fue algo asombroso», dice. «Era un sistema complejo, con una riqueza de vocabulario impresionante, que solo se pudo descifrar hace 200 años. Fue en 1822, a cargo del francés Champollion. El lingüista lo explicaría después: 'Es una escritura que es a la vez pictórica, simbólica y fonética dentro del mismo texto, la misma frase y, me atrevería a decir, incluso dentro de la misma palabra'. Su desciframiento dio lugar a la egiptología como disciplina científica».
¿Qué condiciones favorecieron aquel sobresaliente desarrollo? A juicio de la historiadora, hubo una compleja conjunción de factores. «En Egipto y la zona de Mesopotamia, entre dos grandes ríos, se alcanzó un desarrollo maravilloso en cierto momento de la historia. Pero todo fluctúa y las civilizaciones pasan y se olvidan».
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Los proyectos de Amparo Errandonea pasan por seguir con sus trabajos como diseñadora de catálogos para congresos y revistas científicas sobre egiptología. «Quizás me plantee más adelante hacer otra historia sobre el antiguo Egipto, abordando nuevos temas», dice. «Quedan millones de cuestiones por desarrollar. Y yo quiero seguir sembrando, idea que recoge los conceptos de interés y amor. Se trata de ayudar a aprender de forma divertida».
Estos días a Errandonea le gustaría ser ciudadana de Bilbao. «Acaban de inaugurar allí el centro Zahí Hawass de arqueología», dice. «Impulsado por la mayor leyenda viva de la egiptología, busca fomentar el conocimiento sobre esta sabia civilización».
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