Borrar
ILUSTRACIÓN IVÁN MATA
'Aniquilación' de Michel Houellebecq (Anagrama) | Crítica y Opinión
Críticas Literarias

'Aniquilación' de Michel Houellebecq (Anagrama)

Houellebecq y su antídoto contra la eutanasia ·

Aniquilación' propone un alegato de fondo contra el suicidio asistido como forma de autodestrucción colectiva

Iñigo Urrutia

San Sebastián

Jueves, 7 de julio 2022, 15:03

Cada nueva novela de Michel Houellebecq, el canónico enfant terrible de la literatura francesa, genera una inusitada expectación, y así ha ocurrido con 'Aniquilación', una obra de 600 abigarradas páginas que abarca varios géneros y que aprieta a fondo en la trama principal, en la que subyace un alegato contra la eutanasia –«la verdadera razón de la eutanasia es que ya no los soportamos», a los viejos–, percibida como una forma de aniquilación. Una campaña electoral para las presidenciales galas, una oleada de atentados de autoría enigmática y una profunda crisis familiar vertebran el entramado argumental, aunque los dos primeros tienden a difuminarse en la última parte la obra.

Aniquilación

Autor Michel Houellebecq
Editorial Anagrama
Traductor Jaime Zulaika
Páginas 604
Precio 24,90 euros

El autor de 'Sumisión' no pierde su carácter provocador y epatante, aunque muestre algunos signos de indulgencia, sobre todo en la figura del protagonista. Porque, en última instancia, 'Aniquilación' describe un futuro próximo de contornos cada vez más amenazadores, autodestructivos, en el que el amor preserva su condición de antídoto para restañar nuestra soledad en el mundo y contener el avance del suicidio asistido, que ya trató en 'El mapa y el territorio'. Un mundo, el occidental, sobre el que Houellebecq oficia de heraldo negro para anunciar la desaparición de la clase media, en el que «mucha gente se había vuelto gilipollas: era un fenómeno contemporáneo evidente, indiscutible», y donde la esfera política y la mediática han perdido el poder real frente a la gobernanza europea y los lobbies e internet respectivamente.

Un panorama marca de la casa que retrata de modo descarnado una Europa decadente convertida en «una provincia lejana, vejentada, depresiva y ligeramente ridícula de los Estados Unidos». Houellebecq sitúa el principio de la trama en puertas del año 2027, cuando se hace viral un enigmático video que recrea la decapitación con guillotina de Bruno Juge, ministro de conomía y Finanzas, con posibilidades para ser candidato a los inminentes comicios, puesto que el presidente (Macron, a todas luces), no puede repetir. Paul Raison, un alto funcionario que se aproxima a la cincuentena y cuya vida matrimonial está rota desde hace diez años, es su asesor. Un tecnócrata, sin amigos, y que cree que la falta de convicciones en política no es un signo de cinismo, sino de madurez.

La difusión del video será el preámbulo virtual de un crescendo, ya real, de atentados primero incruentos – el hundimiento de un portacontenedores chino y el ataque a un banco de semen danés–, acciones con las que Paul en su fuero interno no discrepa si su objetivo es aniquilar «el mundo tal como él lo conocía». Porque un mundo basado en el afán de lucro por encima de cualquier otra motivación humana «se derrumbaría en un colapso gigantesco». Cuando un barco con migrantes es torpedeado en la costa balear con más de 500 muertos, saltan todas las alertas y se suceden las hipótesis sobre su autoría: grupos de ultraizquierda, católicos integristas, satanistas, ecofascistas...

Sin embargo, la vida de Paul –y el relato pormenorizado de sus sueños y pesadillas– lleva meses volcada en la atención a su padre Edouard, un jefe de espías jubilado al que un ictus ha postrado en estado casi vegetativo, y en tratar de recomponer su matrimonio con Prudence, vegana y seguidora de la neorreligión wicca. El reencuentro con sus familiares en una residencia de la campiña de Beaujolais donde el pater familias convalece –y que trae a la mente su conversión en mataderos durante el confinamiento– robustecerá la trama principal de la novela.

Paul se reencuentra con su abnegada hermana Cecile, católica y votante de Le Pen; su hermano Aurelien, que vive un infierno con su esposa Indy, plumilla fracasada y mala malísima de esta novela, y su antónima Madeleine, que cuida de Edouard, sin olvidar a la cuidadora Maryse. Ellos protagonizarán las mejores páginas, con sus encrucijadas afectivas y angustias íntimas que afrontarán –en algún caso, de la forma más radical– desde sentimientos fuertes. Sea el odio puro o el afecto incondicional, que sostendrá al protagonista cuando le diagnostiquen una grave dolencia.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco 'Aniquilación' de Michel Houellebecq (Anagrama)