Medio millón de años a partir de dentro de poco. El tiempo a modo de antibiótico, el único remedio posible para intentar reiniciar un planeta irremisiblemente enfermo gracias al hombre. El plan es sencillo aunque, en verdad, sea el único posible. Esperar orbitando sin ... intervenir, luego despertar y luego volver. Qué habrá sucedido en esos quinientos mil años es la gran incógnita, el gran desafío para aquellos cuya misión será repoblar la especie, sin cometer los mismos errores que llevaron al caos a la misma tierra.
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Autores |
Diego Agrimbau y Lucas Varela |
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Editorial |
Ediciones La Cúpula |
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Páginas |
148 |
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Precio |
19,50 euros |
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Se suele decir que, desde hace mucho tiempo, ya está todo contado, que a partir de tres ideas originales se han construido la literatura, el cine o los cómics, en el fondo variaciones sobre el mismo tema. En consecuencia, lo relevante ya no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta. Un punto de vista tal vez radical en exceso, pero sí bastante ajustado a la realidad sobre todo en determinados géneros. El negro o la ciencia ficción, por ejemplo. Y perteneciente a ella, 'El humano' de Agrimbau y Varela.
El guionista Diego Agrimbau nace en Buenos Aires en 1975. Como tantos otros, inició su carrera como creativo publicitario, trabajando en el campo internacional. En 2003 se lanza al mundo de las viñetas, con textos que van desde el cómic infantil hasta la ciencia ficción, pasando por el erotismo, y sus trabajos tienen reciben una buena acogida tanto en editoriales europeas como latinoamericanas. En 2011 consigue, en la Maison des Auteurs de Angoulême una residencia artística, una beca, con Lucas Varela. El resultado, 'Diagnósticos', también publicado por Ediciones La Cúpula en 2013, un intento de experimentar en las posibilidades narrativas del noveno arte. Un trabajo, por cierto, viene diferente a 'El humano'.
Lucas Varela, también argentino, nacido en 1971, se inicia en el diseño gráfico. Entre sus trabajos está el diseño de la revista 'Comiqueando', que a la postre será su vía de entrada en el cómic. Al mismo tiempo que trabaja para el prestigioso periódico 'Clarín' de Buenos Aires en calidad de infografista, comienza a publicar 'FanzineKapop', una revista antológica. En 2008, con guiones de Carlos Trillo, nada menos, dibuja 'El cuerno escarlata', 'El síndrome Gustavino' (2009) y 'Sasha despierta' (2011). Ya en Francia, donde vive desde 2012, publica 'Paolo Pinocchio', 'Diagnósticos' (2013) y 'El día más largo del futuro' (2016), una obra muy divertida y muda que los lectores reciben con muy buenas críticas. Varela, sin embargo, no abandona su faceta de ilustrador, colaborando con The Financial Times mientras sigue dibujando cómics, como 'El humano'.
Humanidad y robótica
Aunque el resultado de esta nueva colaboración entre Agrimbau y Varela sea un todo coherente, es fácil separar en este caso el trabajo de ambos autores. El estilo del escritor es muy marcado, sintético, engarza muy bien con la línea clara de Varela y, si bien la obra busca tocar temas de relevancia filosófica como la soledad, los caminos que llevan a la locura o la misma esencia de la naturaleza humana, quizás podría haber profundizado más en alguno de ellos a través de Robert, el superviviente y, sobre todo, con la relación que mantiene con una androide catalogada como Alpha y que posee una serie de características muy especiales en su comportamiento.
La parte dedicada a la aventura misma, por tanto, no es la determinante, algo que favorece las características del dibujo de Varela, limpio, poco dado a las grandes escenas de acción en las que no destaca tanto como en su dominio del tempo narrativo, cuanto más calmado mejor.
Al fin, los autores hablan de un futuro que la tierra no ha buscado sino que ha provocado la raza humana, tan nefasta que, aunque con excepciones notables (como el personaje de June, cuyas grabaciones serán claves para entender 'El humano'), sobra en un planeta empeñado en sobrevivir. Dibujado en grises y rojos, el planeta de Varela es sinuoso, poco reconocible la mayoría de las veces. Después de todo, quinientos mil años no son cualquier cosa y, si bien la amenaza puede surgir en cualquier esquina, no todo lo desconocido ha de ser, por definición, hostil.
Robert, el humano, deberá ser juzgago por el lector.