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'Llévame a casa' Jesús Carrasco (Editorial Seix Barral)
Críticas Literarias

'Llévame a casa' Jesús Carrasco (Editorial Seix Barral)

Jesús Carrasco y la deuda filial ·

'Llévame a casa' trata sobre un hijo que afronta responsabilidades familiares que llevaba años esquivando

IÑAKI EZKERRA ILUSTRACIÓN IVÁN MATA

Lunes, 8 de febrero 2021, 16:51

Cuando Franz Kafka escribió en 1919 su famosa 'Carta al padre', construida a base de reproches por la dureza arbitraria e hipócrita con la que su progenitor lo había educado, no sabía el escritor de Praga que estaba inaugurando toda una tradición literaria del ajuste de cuentas filial con la figura paterna, a lo que contribuía el espíritu iconoclasta de la época y el mismo Freud, que para esas fechas ya había acuñado la expresión 'matar al padre' en sus lucubraciones en torno al mito edípico.

De esa tradición aún no hemos salido. Recurriendo a nuestra narrativa reciente, cabe citar ejemplos como 'Tiempo de vida' de Marcos Giralt Torrente o 'A corazón abierto' de Elvira Lindo, en los que el ajuste de cuentas es compasivo y benigno, pero ajuste de cuentas al fin y al cabo, o como 'No entres dócilmente en esa noche quieta', novela en la que la mala salud del progenitor se convierte en material de reproche del hijo hipocondríaco. En este contexto general, la novela que acaba de publicar el escritor extremeño Jesús Carrasco bajo el título 'Llévame a casa' constituye una valiosa excepción desde el momento en que aborda directamente y sin ninguna coartada la responsabilidad ética de los hijos hacia los padres.

El protagonista del libro, Juan Álvarez, hace tiempo que ha cumplido la treintena y ha conseguido, después de atravesar una juventud desnortada, llena de bandazos laborales y vitales, un trabajo como ayudante en el Jardín Botánico de Edimburgo que sacia sus aspiraciones. Es en ese momento cuando le llega la noticia de la muerte de su padre, que le obliga a viajar a Cruces, el imaginario pueblo natal de la familia, del cual él había logrado escapar en su día y de donde piensa volver a hacerlo cuanto antes, una vez cumplido el elemental trámite del duelo. Sin embargo, esos planes se van a ver contrariados por la nueva situación que vive su hermana Isabel, quien hasta entonces le había permitido librarse de toda responsabilidad con los suyos adoptando un clásico papel de mujer sacrificada.

Jesús Carrasco pinta, así, un cuadro social absolutamente verosímil y reconocible, de un incontestable realismo, por más injusto que nos resulte a simple vista. Pese a que esa hermana está casada, es madre de dos hijos y tiene una brillante carrera profesional que contrasta ciertamente con el modesto oficio de nuestro hombre (es doctora en Biología), ha sacado tiempo y fuerzas durante años para tomar aviones y poder atender a esos padres que estaban envejeciendo. Es ahora, cuando ha vendido la empresa de investigación que creó en su día y cuando un contrato le obliga a trasladarse a vivir a los Estados Unidos, cuando no le queda más remedio que abandonar esa pesada carga que retrata a la perfección la genuina situación de lo que aún es hoy un arquetipo de mujer en la contradictoria sociedad española. Para rematar el cuadro familiar, será Andreu, su cuñado, el que pondrá a Juan al tanto del Alzheimer que padece su madre ahora viuda.

Sin duda, el gran acierto de la novela reside en la omisión de reproches explícitos a pesar de los inevitables resentimientos largamente larvados; en la asunción de un nuevo rol del protagonista (que es a fin de cuentas un nuevo rol del hombre de hoy), sin necesidad de gritos, de broncas, de enfrentamientos dramáticos entre los personajes, como es propio de los 'bestsellers'. Isabel no le guarda rencor a su hermano y Juan no es un mal tipo. Es alguien que simplemente ha podido escaquearse de sus responsabilidades familiares durante años y lo ha hecho, pero al que el lector le va a ver afrontar la nueva situación sin aspavientos. Le va a ver mutar incluso en la percepción de sus viejas amistades en ese pueblo y responder a la deuda filial que tiene con una madre con la que ha mantenido un trato distante, en parte debido al frío carácter de esta. Los retratos psicológicos, exentos de hipérboles líricas y gesticulaciones facilonas, duros y a la vez sutiles, son otro hallazgo de esta excelente novela de sentimientos contenidos y de una delicadeza parca que no va a 'donde el corazón te lleve' sino adonde te lleva la vida.

Al personaje central la vida le lleva de vuelta a su hogar en un momento crítico. 'Llévame a casa' es el desarrollo, narrado desde una sobria tercera persona omnisciente, del aterrizaje cabal de un individuo egoísta en la realidad así como en una rememoración de la infancia y en un amor a los otros carente de sensiblería. Y es también quizá un emplazamiento del autor a su propia generación, como a las que le siguen, sobre la responsabilidad que tienen contraída con esos mayores de hoy que no se merecen la carta de Kafka.

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