'Mascotas' de Jiro Taniguchi (Editorial Ponent Mon)

Se decía que Hugo Pratt, el padre de Corto Maltés, tenía sangre de aventurero y que su héroe, al fin, no era sino una proyección de lo que a él le hubiera gustado vivir. De igual forma, ha habido muchos autores en la historia, no solo del cómic, que han conseguido volcar en su arte sus esperanzas o, incluso, frustraciones. Si algo hubiera que decir de Jiro Taniguchi (Tottori, 14 de agosto de 1947-Tokio, 11 de febrero de 2017), es que, en su obra, en aquella más personal, solo volcó sencillez, paz y una incalculable cantidad de poesía. Y para eso se sirvió de un talento absolutamente excepcional.

Repasar sus trabajos en tan corto espacio tampoco resultaría justo con un artista capaz de gustar tanto a sus compatriotas mangakas como a sus lectores europeos e incluso americanos, pero 'Hotel Harbour View' (1986) es la obra que, al fin, le abre las puertas del mundo entero. Desde entonces, su prestigio no dejará de aumentar con, entre otros, 'El caminante' (1990) o la multipremiada Barrio Lejano' (1996). Al año siguiente, colaborará con el eterno Moebius en 'Ícaro' o se adentrará en el mundo de la gastronomía con 'El gourmet solitario'. Finalmente, en 2005, se edita 'Tierra de sueños', libro de cinco relatos inspirado en su última historia, 'La tierra prometida'. Y precisamente es ahora cuando Ponent Mon publica 'Mascotas', volumen que recoge cuatro de esas cinco historias ('Tener un perro', 'Y... tener un gato', 'La vista del jardín', 'Los días de los tres' además de la inédita 'Pedigrí centenario'.

La mayoría en blanco y negro aunque con páginas en color, 'Mascotas' es, por encima de cualquier otra cosa, una obra de Taniguchi. Esto es, el lector que disfrute con su forma de hacer, de contar, no se sentirá defraudado en absoluto con el presente libro porque, si nos referimos a la zona creativa donde el autor se sintió más cómodo y realizado, esto es, el recuerdo, la constatación de las cosas sencillas, hallará en 'Mascotas' un compendio de todo lo bueno que Taniguchi ofreció durante su vida. Centrados en su perro y gatos, los cinco relatos discurren sin prisa, dedicando el tiempo preciso para introducir al lector en la acción. Y no, no se entienda por «acción» la sucesión de hechos más o menos dramáticos, sino más bien, realidad.

Una viñeta tras otra, con su dibujo lleno de delicadeza, con un trazo preciso, exquisito, donde las miradas y las sonrisas sutiles engarzan con lo que sucede a su alrededor, Taniguchi alcanza de nuevo su poesía, esa íntima, tan rara en el arte de las viñetas.

'Mascotas' muestra su amor hacia los animales que, según el autor, le hicieron mejor, aunque su arte siempre fue sublime.