'Una pizca de locura' de Ruth Rendell (Editorial Menos)

Siempre fui un admirador de las novelas de intriga de la escritora inglesa Ruth Rendell (1930-2015). Entre las razones que me inclinaron por su literatura de género está el hecho de que sacó a la novela de intriga inglesa del 'cul de sac' en que estaba metida. Eso lo entendí, cuando todavía seguía leyendo a Agatha Christie, tarea que me llevó varios años dada la ingente obra escrita por la considerada gran dama del crimen, que abrió un camino relevante.

Un día cayó en mis manos la obra '19 perdidos en la noche', una novela de secuestros y crímenes que me atrapó enseguida, tal era la inteligencia compositiva que ponía la escritora en la creación de su célebre inspector Wexford.

En esa novela me pareció que Ruth Rendell juntaba a la clásica Agatha Christie con lo mejor de la narrativa norteamericana de los años cuarenta, cuando vivía su propia era dorada.

Por eso, Wexford, además de su pericia analítica y deductiva, sumaba una historia personal que le costaba sobrellevar. Rápidamente me hice amigo de ese minucioso inspector. Me gustaba verlo inmerso en un torbellino de mentiras, hipocresía y turbiedades de todo calibre. Era como si las flaquezas que detectaba en sus sospechosos afinaran más su intuición indagatoria.

Ahora se publica 'Una pizca de locura', un conjunto de relatos breves, de los muchísimos que escribió Ruth Rendell. Debo decir que es la primera vez que los leo, aun sabiendo que existían. Y lo cierto es que me quedé asombrado por la excelente factura de los mismos. No voy a privarlos de transcribir el primero con el que comienza esta colección.

Se titula 'Nunca duermas en una cama con un espejo': «A solas en la cama con dosel, alzó la mirada del libro y vio en el espejo a una ancianita a su lado. Cerró los ojos, volvió a mirar y vio una cama vacía, perfectamente hecha con ropa limpia. El personal del hotel, atraído por sus gritos, no encontró a nadie, ni siquiera a ella».

Me parece que Ruth Rendell comienza su libro con esta brevísima pieza para que entendamos de qué irá el resto de los relatos. En cada uno de ellos hay un asesinato. En cada uno de ellos eso sucede entre matrimonios o sus amigos o amantes.

La ambición o alguna tara psicológica llevan a sus protagonistas hasta lo peor. Ninguno de ellos, a pesar de lo horroroso que los impregna, están faltos de un humor negro, nunca mejor dicho.

Todo lo ominoso que ocurre en estas historias está en las habituales coordenadas de lo doméstico y lo familiar. Entre sus pliegues rutinarios, ocurre lo indecible.