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Una feliz combinación de ingenio, ironía, humor y originalidad cuaja la cuarentena de relatos que Pablo Martín Sánchez (Reus, 1977) reúne en esta edición ampliada y revisada de «Fricciones» que publica Acantilado. Un exordio entusiasta de Sara Mesa y una apostilla con 50 porciones nutritivas de Eduardo Berti completan esta caja de sorpresas gratificantes, a veces como matrioskas con relatos dentro de relatos dentro de relatos. «Faustine» es un buen ejemplo, y revela que «cuando uno no sabe cuál es la mejor manera de revelar un secreto.... A veces llega incluso a escribir un cuento».
Fricción, rozamiento entre personajes y situaciones, entre realidad y ficción, porque «la fricción puede no tener mayor sentido pero casi siempre presenta mayor intensidad» escribirá Berti. Y «...cuando una cosa roza (o fricciona) con otra es posible llegar a un lugar tan desconocido como valioso».
El autor de «El anarquista que se llamaba como yo» y «Diario de un cabezota» es en ese sentido un cicerone sorprendente y divertido -«Osculo» no tiene desperdicio como prospecto farmacéutico para el roce interlabial-.
«Fricciones», título de resonancias borgianas, es una celebración festiva y juguetona de las posibilidades del lenguaje como ficción, metaliteratura o espejo diáfano de la realidad, como en el soberbio relato «Tres redacciones».
Martín Sánchez, único autor español que forma parte del excéntrico movimiento francés Oulipo (Queneau, Perec...), una mixtura de literatura experimental y matemáticas, rinde tributo a ese movimiento, por ejemplo, en la excelente «Poesía métrica» (poesía muy exigente) y en «La extraña y discreta muerte de...».
Historias de lo micro a lo macro que enganchan la lectura con una prosa depurada, estilo intenso y sintético y un fondo siempre juguetón, con personajes y situaciones que transitan de lo corriente a la anomalía, sea una epidemia de sueño («Sopor»), una tentativa de matar a la muerte («Rigor mortis»), el endiablado proceso de escritura ( «Etc.»), un ajuste de cuentas muy en diferido («Nemesio»), un relato que remite a un link («Metamorfosis»), o una pesquisa detectivesca sobre un manuscrito inédito de Herman Melville («La historia de Agatha»). Un universo muy metaliterario, salpimentado de una mirada de elegante ironía y un humor que puede ser cáustico y gamberro («Tanatopráctor») pero siempre de pincel.
La voz singular de Martín Sánchez cultiva un territorio donde el adverbio y la coma se hacen carne («Por qué nunca he escrito un cuento erótico»); Sócrates, Descartes y Einstein se trastocan («El cubo de Rubik»); el Minoxidil y sus efectos secundarios inversos en cabeza ajena; comparecen un espectral Roberto Bolaño y el estilo «puntiagudo y circunciso» de Rodrigo Fresán («Un oficio peligroso»); un fiestón sexual a dos por la «naturaleza» propicia de una pantalla («Cambio de sentido»); la extraordinaria inmersión en el desorden de la realidad de un escritor, de principio a fin («Entropía»)... Como recomienda Sara Mesa, «pasen y lean».
Fricciones
Autor: Pablo Martín Sánchez
Editorial: Acantilado
Páginas: 256
Precio: 18 euros.
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