![Gonzalo Torné | Escritor: «Que alguien pida tirar una novela mía a la basura lo considero una crítica, pero no un ataque»](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202210/30/media/cortadas/77556163-kF1F--1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
![Gonzalo Torné | Escritor: «Que alguien pida tirar una novela mía a la basura lo considero una crítica, pero no un ataque»](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202210/30/media/cortadas/77556163-kF1F--1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
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En 'La cancelación y sus enemigos' (Ed. Anagrama), el escritor Gonzalo Torné cuestiona la existencia de este fenómeno por cuanto ningún creador se ha visto ... privado de ejercer su actividad, al menos hasta el momento. A través de una serie de ejemplos bien hilados, el escritor barcelonés afincado en Donostia teje una tupida red de argumentos a los que él mismo se ocupa de dar réplica a través de uno de sus personajes novelescos, que incluso firma el ensayo.
– ¿Existe la cultura de la cancelación o es una moda?
– Existe como paranoia. Es un sistema para deslegitimar la crítica, acertada o no, que viene de lectores o públicos sin una tribuna pública pagada, pero que ahora pueden expresar por primera vez su opinión. De la misma manera que antes un escritor que recibía una crítica de la academia, decía que eran una pandilla de elitistas, ahora dice que es una turbamulta de indocumentados que le quieren cancelar. En el fondo, el término 'cultura de la cancelación' es una defensa del autor de las críticas legítimas que pueda recibir, simulando que están tratando de que se calle. La cultura de la cancelación existirá cuando estas críticas consigan que el escritor deje de escribir, el cineasta deje de rodar o el periodista que sale todas las noches en TV deje de salir.
– Quizás ha existido siempre.
– No veo a nadie quejándose de que no puede escribir cosas debido al delito de injurias a la corona o la ley mordaza. Sólo se podría hablar de cultura de la cancelación si los cancelados tuvieran que dejar de desarrollar su actividad. Un ejemplo paradigmático es el de Woody Allen, que recibe una serie de presiones por razones justificadas o no –en mi opinión, injustificadas porque el hombre había ganado sus juicios–, y la editorial decide no publicar sus memorias. A las dos semanas tiene el libro en otra editorial. Si entendemos la cultura de la cancelación como la capacidad de ciertas masas de presionar con criterios nuevos porque se sienten violentadas por determinadas obras, eso existe, pero desde siempre. Lo que no vale es convertir cada crítica en un intento de cancelación, ni en confundirla con la censura: si tú quieres hacer esa película en Irán, no la vas a poder hacer, si quieres hacer una película contra el rey, no vas a poder o si te retira TVE sí que hay que pedir explicaciones. ¿Que hay un exceso de buenismo? Sí, pero no por la cultura de la cancelación, sino porque hay una lucha de criterios.
– ¿Puede que ahora esas críticas se hagan contra libros no leídos o películas no estrenadas?
– Que la gente hable de un libro antes de su publicación pasa todo el rato. Cuando un agente te envía la contraportada de un libro con frases como «lo mejor que se ha visto, una combinación de Hemingway y Philip Roth», también te está incitando a tener una opinión antes de leerlo. La novedad es que ahora millones de personas se pueden expresar.
– ¿Y no se ha convertido el público en un tirano?
– No, para nada. El público está a favor o en contra, por lo tanto no vale decir que es una maravilla o un tirano en un caso o en otro. En el reciente caso de 'Blonde', a mí me parece que se ha debatido, con gente a favor o en contra. Lo que ha cambiado es la magnitud. El director no puede controlar lo que la gente está diciendo, cosa que –con todos mis respetos–, parece que sí puede hacer en el ámbito de la crítica profesional. Y lo mismo pasa con un escritor. Antonio Muñoz Molina podía pensar que sus novelas eran aceptadas indiscutiblemente si sólo leía El País o El Mundo, y si lee internet se habrá dado cuenta de que hay gente que discrepa de eso. Por ejemplo, Vila-Matas se ha enterado por internet de que hay gente a la que la autoficción no le gusta. Los pongo como ejemplos de que hay gente que tenía un blindaje, seguramente merecido, y ahora ya no lo tienen. Por cierto, ninguno de los dos se ha quejado nunca de la cultura de la cancelación.
Autor: Gonzalo Torné
Estilo: ensayo.
Editorial: Anagrama.
Páginas: 104.
Precio: 10,90 euros
– Es cierto que hay quien denuncia 'cultura de la cancelación' para acallar críticas, pero que uno sea paranoico no significa que no le estén persiguiendo.
– Pero son fenómenos muy minoritarios. Sinceramente, no veo que caigan programas de televisión o que la gente deje de escribir por eso. Hablo de mí porque es lo que tengo más cerca: mi novela más vendida, traducida y conocida es 'Divorcio en el aire', que trata sobre un 'incel', cuando aún no se les llamaba así, al que dejo hablar y solamente queda contrapunteado por la forma del libro. Incluso se podría interpretar que estoy hablando de mi vida, pero ha habido muchísima gente que entendió la novela y muchísima que dijo que había que tirarla a la basura por racista, machista e incluso nazi, identificándome a mí con el protagonista. Ni se me ocurriría decir que es una persecución o un ataque: me parece una crítica. A partir de ese ejercicio literario, entiendo que ese juego puede provocar reacciones, que haya gente que no lo entienda o que me acuse de dar voz a un cabrón al que no se la tenía que haber dado, pero qué clase de concepción adánica del arte hay para pensar que las cosas que tu haces no generan reacciones críticas. Eso es impresionante y que está vinculado a la idea de que el arte es una esfera sin ideología, separada de las tensiones sociales, culturales y vitales de la gente. Si tú escribes una novela que apela al mundo, el mundo te va a responder y si no asumes eso como artista, eres un empresario de ti mismo.
– Una novela, ¿puede ser buena y tener un mensaje abyecto?
– No lo sé porque las cosas se complican un poco. Las novelas no tienen mensaje, para mí son una cosa que la gente tira ahí, un mundo al lado del mundo, y que muchas veces se giran en contra de las intenciones o las ideas del autor. Dostoyevski era alarmantemente crítico con los rusos que querían integrarse en Europa y en cambio en sus novelas se ve muy bien y muy matizado. Yo sé que James Joyce es antinacionalista, pero ¿ese es el mensaje del 'Ulises'? No: el 'Ulises' no tiene mensaje.
– Apunta que lo que hoy consideramos 'clásicos' no siempre lo fueron y que su consideración va cambiando con el tiempo.
– Por eso las críticas que se le hacen a Harold Bloom por su canon son ridículas porque nadie está imponiendo nada. El canon es una batalla. A Shakespeare no le leía nadie hasta el siglo XIX, incluso lo odiaban y despreciaban. El mismo Voltaire, que pasa por ser el espíritu de la Ilustración, abogaba por prohibirlo. ¿Quién lee a Gironella o a Umbral fuera de Madrid? Son autores que están completamente fuera, luego vuelven y entran.
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