La huella deleble de Truman Capote

Leila Guerriero arma una espléndida crónica sobre la huella deleble que dejó Trumán Capote en Palamós entre 1960 y 1963 mientras escribía su célebre 'A sangre fría' y lo titula de manera muy descriptiva; el rastro de uno de los fundadores del nuevo periodismo en la Costa Brava se esfumina en una mezcla de «recuerdos inventados o repetidos, pistas falsas, memorias borradas». Si algo queda claro tras la lectura de 'La dificultad del fantasma' es que Capote estuvo en Palamós como pudo hacerlo en la Patagonia. Sus estancias en la Costa Brava sumaron casi año y medio en un intervalo de tres. Lo que buscaba y encontró fue un no lugar en el que escribir sin distracciones.

Guerriero se desplazó a Palamós para una residencia literaria y realizó entrevistas, pesquisas de sabueso, reflexiones sobre el proceso de escritura –«la soledad es una condición y un método»– y la gestación de 'La llamada' –«cuando escribo me aparto del mundo para hundirme en un tiempo sin tiempo en el que nada sucede salvo lo que sucede dentro de mi»–. Y sobre todo, un ejercicio periodístico de depuración de las manipulaciones de la memoria, aunque esta fuera colectiva, cuando no del dato incierto.

«A veces ha pasado alguien y me dice: 'Estuvo aquí?'. Y yo: sí, sí, claro, se sentaba aquí, pedía tal plato'. Pero la versión en casa es: 'Recordamos a un hombre raro que venía'. Además, no debían entenderlo. Nadie hablaba inglés'».

Guerriero despliega con extraordinaria solvencia periodística y destreza literaria un relato sobre la estancia casi espectral del autor de 'Desayuno en Tiffany's' en la Costa Brava. En este sentido, 'La dificultad del fantasma' es una pieza ejemplar de aquel nuevo periodismo que comenzó a acuñarse con Capote, Talese... a la vez que una reivindicación de 'Operación Masacre' (1957), de Rodolfo Walsh, como antecedente de aquel movimiento.