Kirmen Uribe | Escritor
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Kirmen Uribe | Escritor
«Nunca he sido un autor narcisista: me gusta más escribir de lo que veo que de lo que siento»'En mis sueños siempre tienes veinte años' (Ed. Visor) reúne una antología de los poemas que Kirmen Uribe (Ondarroa, 1970) ha publicado en el último cuarto de siglo, además del libreto inédito de la ópera 'Saturraran', estrenada este año con música de Juan Carlos ... Pérez. Ya en su residencia neoyorquina tras pasar por la Feria del Libro de Guadalajara, Kirmen Uribe asegura: «No me gusta escribir sobre mí, sino sobre lo que veo. Nunca he sido un escritor narcisista. Mis poemas están más hechos de imágenes y escenas que de palabras». Hoy presenta su poemario en Donostia (San Telmo, 19.00 horas), en un acto en el que estará acompañado de la actriz Aizpea Goenaga.
– Empecemos por el título: 'En mis sueños siempre tienes veinte años'. ¿A quién se refiere? ¿A sí mismo o a una segunda persona?
– Me refiero a otra persona. Es un verso que hace referencia al paso del tiempo, aunque nosotros nos sintamos la misma persona, aunque hayamos cambiado.
– ¿Por qué ahora una antología que quizás se antoja prematura?
– La idea fue de Chus Visor, que veía que yo tenía un recorrido poético de muchos años y que había poemas que se habían quedado publicados no en libros, sino en otros formatos. Además, quería incorporar el libreto de 'Saturraran'. Su propuesta me dio una gran alegría, entre los dos preparamos el libro, hicimos varias versiones y al final quedó ésta. El prólogo a cargo de Luis García Montero fue idea suya.
– ¿Qué ha sentido al reencontrarse con esos poemas más antiguos del Kirmen Uribe de hace veinticinco años?
– Bueno, he reconocido al Kirmen de hace veinticinco años, aunque no es la misma persona. He cambiado en este tiempo y aunque mis inquietudes están ahí, hay todo un recorrido vital que refleja el poemario. Me ha gustado aquel Kirmen joven y esa ingenuidad que se ve en los primeros poemas. He visto que muchos temas que abordan los poemas no eran tan fáciles de tratar hace veinticinco años. Y hay una constante de mi forma de ser y de mi pensamiento, por ejemplo, pacifista. Un pensamiento que mira a lo marginal y a la gente que no tiene voz. Por otro lado, está la búsqueda de nuevas formas poéticas y de traspasar fronteras y géneros a la hora de escribir.
– Sus primeros poemas se los cogió su hermano para cantarlos con su grupo, TU–K, y a cambio le regaló un libro de Leonard Cohen.
– En mi casa había libros de poesía y mis tíos eran grandes lectores de este género. Creo que por ellos me aficioné a la poesía, pero el hecho de ser publicado como letra de canción en una casette fue seminal porque es lo primero que publiqué, con dieciséis o diecisiete años. Me dio mucha confianza y seguí por esa senda alternativa de la poesía, de escribir letras de canciones, publicar en fanzines... y no di el salto al libro hasta muy tarde, cuando Gorka Arrese, de Susa, me apremió. Recogí algunos de los que había escrito y salió 'Mientras canto, cógeme la mano', que tuvo una buena acogida.
– ¿Qué criterio ha aplicado a la hora de confeccionar esta antología? Habrá poemas antiguos que le quedan ya muy lejanos y que le habrán hecho preguntarse quién los escribió...
– Tengo en cuenta dos cosas: la intuición. Soy una persona muy intuitiva y me guío mucho por eso a la hora de escribir. Y después está la arquitectura propia del libro, que debe tener su ritmo interior, evitar que se repitan los temas o las formas... Elegir los poemas que mejor me representan fue un trabajo muy grande y al final, el objetivo era hacer un libro muy ligero, no uno que tenga muchísimos poemas. Y lo que me gusta de la antología es que tiene diferentes ritmos, empezando por los poemas antiguos que quizás sean los más frescos. Con el libreto de 'Saturraran' el libro adquiere otro ritmo y te cuenta otra historia en un universo de dos chicas de los años ochenta. Y finalmente, está el universo de Nueva York. Me gusta que el libro tenga esa sensación de 'road trip', como quien visita en coche lugares y épocas. Un libro de poemas es como una sinfonía, debe haber una cadencia, un arco.
– Hay escritores que inician su carrera en la poesía y la abandonan cuando triunfan con la prosa.
– Para mí la novela es el trabajo y la poesía es mi casa, pequeña y desordenada. La novela me exige mucha energía, investigación... En vez de escribiendo la novela, pasas muchas horas planteándotela. Es mucho trabajo. La poesía es más espontánea y responde a un momento vital que recoges. Me ha ayudado mucho a la hora de ser novelista porque te enseña a ser conciso, a elegir las palabras concretas... Ser poeta te ayuda a ser mejor novelista porque aprendes a controlar el lenguaje y a trabajar los silencios.
– ¿A veces es necesario alterar los hechos para revelar la verdad?
– Sí, sí. Eso ocurre en el poema 'Visita'. La literatura al final es eso. Me acuerdo de una anécdota de la Guerra Civil en Ondarroa. El frente del norte estuvo siete meses entre mi pueblo y Lekeitio, y Robert Capa anduvo por ahí haciendo fotos. Y se cuenta que unos niños encontraron en los años cincuenta una caja de películas fotográficas y las quemaron. Y se dicen que eran fotos de Capa o de otros fotoperiodistas de la época. Y para mí la literatura es un poco eso, no es mirar las fotos, sino quemarlas y mirar los fuegos de artificio que se crean. Uno debe tomar distancia de la realidad y siempre se hacen pequeños cambios para que el poema no resulte demasiado personal. Dicho eso, debo decir que no me gusta escribir sobre mí, sino sobre lo que veo. Más sobre lo que veo que sobre lo que siento. Nunca he sido un escritor narcisista, además tengo una memoria fotográfica. Mis poemas están más hechos de imágenes y escenas que de palabras. No me gustan los poemas basados en el estilo o en el adorno, sino trasladar lo que veo.
– Con 'Mientras canto, cógeme la mano' consiguió atraer a un lector no habitual de poesía.
– Porque era muy diferente a lo que escribía en aquella época, poemas más líricos basados en la belleza del lenguaje. Mis lecturas eran de poetas estadounidenses como Raymond Carver y otros autores de aquella época. Y me dije: «Voy a contar historias en los poemas, mediante escenas. Voy a escribir una poesía narrativa». Y sorprendió muchísimo porque era algo que no se hacía en Euskadi en aquella época.
– ¿Qué ha perdido y qué ha ganado su poesía en ese viaje entre Ondarroa y Nueva York?
– Ha perdido color, pero ha ganado en poso, en reflexión. Antes era un autor mucho más espontáneo y ahora, soy mucho más reflexivo y la distancia que me da Nueva York a la hora de ver mi tierra me ayuda muchísimo. Aquí no estoy tan mediatizado por lo que la gente piense allí o por problemas corrientes, ideológicos o de pensamiento. Vivir en Nueva York me saca de la circunstancia y puedo pensar con más tranquilidad.
– Quizás los poemas de Ondarroa, tan locales, eran más universales...
– Siempre ha sucedido eso, pero contando pasiones universales o haciendo que cualquier lector del mundo pueda hacer suyo lo que escribes, no escribiendo de manera localista, con anécdotas que sólo entiende la gente del entorno. Tienes que utilizar temas y situaciones que lleguen a cada persona, sin una visión excluyente de la literatura.
– ¿Por qué ha incluido en el libro unas breves acotaciones a los poemas?
– No se explican los poemas, sino que se cuentan las circunstancias en las que fueron escritos. La explicación de 'Visita' de que no habla de mi hermana, sino de mi padre, le da pistas al lector sobre cómo se escribe poesía y sobre cómo empecé a hacerlo. Al principio, dudaba muchísimo de lo que escribía y es normal. Pienso que más que aclarar o explicar los poemas, les acompañan. Es algo que se hace habitualmente en las lecturas de poesía o incluso en los conciertos.
– ¿Practica la autocensura, bien por pudor, bien para evitar charcos?
– Nunca y además, si algo puedo decir es que siempre he dicho y he escrito lo que pienso, y ahí no he ido con la corriente, sino muchas veces en su contra. No me he callado en muchas circunstancias y he hablado sobre lo que me parecía importante en cada época. Siempre he procurado no callarme y eso ha sido difícil en algunos momentos.
– ¿Le ha pasado factura?
– No, no creo.
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