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Empezó como un «regalo» a su nieta y ha llegado a ser la colección más vendida en euskera. La incansable escritora Toti Martínez de Lezea presentó en 2008 el primer ejemplar de Nur y su editorial de cabecera, Erein, ha celebrado que la colección que «rezuma interculturalidad con personajes de distintas culturas y sexos» ha llegado en su «apuesta por hacer trabajar la imaginación» de los niños y niñas a 18 libros y más de 350.000 ejemplares vendidos.
«No suelo escribir cuentos y este tampoco lo es. Iba a ser solo uno, pero como funcionó tan bien me pidieron el segundo. Luego el tercero, el cuarto...», relató con su habitual humor la alavesa. Así hasta el 18º, en el que por primera vez la protagonista viaja a África, concretamente a Nigeria, lo que ha llevado a Martínez de Lezea a bucear aún más en sus ya de por sí extensas jornadas de documentación. «Tuve que buscar zoos de Nigeria y encontré el de Abuja. Quería poblados, selva o sabana. Es el país más rico de África, tiene petróleo y 25 millones de habitantes», explicó.
Esa opción de «crear personajes» y poder decidir qué hacen, cuándo y cómo, hace que Martínez de Lezea se sienta «una Diosa todopodersa». Explicó que se limita a «decir lo que siente» y a reflejar «cómo ve el mundo» y que, por eso, es distinta su literatura para adultos –reivindicó que no es solo novela histórica– y la infantil. «Veo gente buena y mala, pero los críos son inocentes». Por eso los personajes de Nur, «todos reales», son «normales. Tienen miedo, se ríen, se enfadan. No hay ni buenos ni malos, ni villanos ni héroes. Tienen sus roces y capacidad de aprender». También ha explicado que busca «alejarse de lecciones, del 'si te portas mal te va a pasar...', no. Eso no», zanjó.
La colección, además, suele tener una manualidad, en este caso cómo hacer una máscara africana, y un añadido, un cuadernito, para que sus lectores escriban. Martínez de Lezea se mostró preocupada porque «ya no se escribe a mano» y con el gesto busca suscitar la costumbre. Además, explicó que es una forma de «dar el relevo. Nur ya ha contado sus historias, ahora les toca».
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La jornada, además de un homenaje a la escritora, fue una reivindicación de la imaginación y un llamamiento a seguir soñando. Como anécdota contó que cada noche, antes de dormir, sueña despierta habitualmente con dos ocurrencias, que le dan el Premio Nobel de la Literatura o que dirige una Filarmónica. «Sigo imaginando cosas, me resulta relativamente fácil. Me pongo a pensar en qué me pongo para recibirlo y nunca me da para pensar en el discurso, que sería íntegro en euskera. O que dirijo la 'Obertura 1812' de Tchaikovsky».
Es lo que ha buscado con Nur, hacer ver que «con la imaginación se puede ir a cualquier sitio». En sus habituales charlas en los colegios muchos niños le preguntan si Nur ha estado en todos los lugares y la escritora explicó que al igual que en la colección «hay algo de realidad y mucha fantasía de mi parte». En esa línea, apuntó que «todas las aventuras son reales en los primeros 12» y que la mayoría se basan en viajes realizados por su nieta, algunos con ella, y después «he aportado mi magia».
Martínez de Lezea tuvo palabras de sincero agradecimiento para sus colegas de Erein, que más que su editorial «son casi de la familia». «Nunca he tenido exclusividad con ninguna editorial y he visto cómo trabajan. No es un mundo utópico ni bucólico, no hay que ser románticos. Son empresas que necesitan ganancias para mantenerse, pagar sueldos y gastos. Si no se va a vender no van a publicar». Ante esa visión, declaró que de las que conoce Erein ha sido «la única» que la ha convencido porque «los beneficios van a la empresa». También les agradeció que estén recuperando sus libros antiguos en una colección biblioteca y saquen «todos también en euskera. Eso no tiene precio».
Finalmente, apuntó que está inmersa en su nueva novela, que va «por la mitad», y está ambientada en la actualidad en la costa vizcaína. Iturri, miembro de la editorial, avanzó que «está muy bien», sin querer desgranar mucho más, solo que llegará «después de verano».
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