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El poeta, escritor y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero. J.C. CASTILLO
Luis García Montero: «Al morir Almudena le pedí a la poesía que la vida volviera a tener sentido»
Poeta y director del Instituto Cervantes

Luis García Montero: «Al morir Almudena le pedí a la poesía que la vida volviera a tener sentido»

El autor y viudo de Almudena Grandes llega hoy a Donostia para cerrar Poesialdia y presentar el título que dedica a sus 30 años de amor en verso

Iker Elduayen

San Sebastián

Sábado, 22 de marzo 2025, 01:00

En formato atlas radiografió la geografía humana en la que fue una de las obras más importantes de su carrera. Se la dedicó a Luis García Montero (Granada, 1958), «que entró en mi vida y cambió el argumento de esta novela y el argumento de mi vida», el poeta e intelectual de las letras al que Almudena Grandes conoció en 1994 y del que no se separó hasta su muerte en 2021.

30 años de amor en verso que el autor –y Tusquets– recogen en 'Almudena', porque «los poemas son testimonio del amor y uno escribe partiendo de su experiencia biográfica. Además, estoy convencido de que la escritura es un modo de combatir la muerte, porque las palabras sí permanecen». La presentación del poemario, hoy a las 19.00 horas en Ernest Lluch, clausura la séptima edición de Poesialdia.

– ¿Qué le ha removido rebuscar en los cimientos de su historia de amor con Almudena Grandes?

– Empecé a escribir en los años 70, y ya en mi aprendizaje como poeta, profesor o ciudadano, me convencí de que la historia pasa por los sentimientos, y que es tan histórica una fecha electoral como la forma que tenemos de decir te quiero. Como poeta, le pedí a la poesía definir y escribir el sentido en mi relación con Almudena. Después de su enfermedad y su muerte, tuve que pedirle también a la poesía el modo de recuperar un sentido para la vida.

– ¿Dos literatos que estaban destinados a entenderse?

– Tuve la suerte de que le gustase mucho la poesía. Su padre escribía poemas. Yo conocí a Almudena, me convertí en su lector y me enamoré de ella. Creo que el amor es inseparable de la admiración. Y hubo complicidades. Mi manera de identificarme con la poesía cívica de Antonio Machado frente a los esteticismos se parece mucho al modo con el que ella se sintió heredera de Galdós. Y su manera de abordar el cambio sentimental en la Transición la llevó después a la indagación en la memoria. Nos identificamos en todo menos en el equipo de fútbol, pero eso era un asunto menor (risas).

Escritura

«No ha sido una terapia como tal, pero sí un modo de sobrevivir e intentar que, en la tristeza, las cosas tengan sentido»

– De 'Un año y tres meses', donde aborda la enfermedad y el fallecimiento de Almudena, dicen que es «una tabla de salvación». ¿Escribirlo lo fue para usted?

– Una experiencia tan dolorosa quita el sentido a la vida. Por fortuna, la poesía te permite recordar y reconocer la suerte de haber compartido una historia de 30 años. Te ayuda a entender que la desgracia no es un dolor particular, sino una condición propia del ser humano, de la vida que convive con la muerte... Y acaba uno reconciliándose con la vida, habitar en la memoria y, desde el presente, reconocer la suerte de haber vivido un buen amor.

– ¿El amor y el duelo pueden ir de la mano?

– Bueno, el paso del tiempo, el amor y la muerte son los grandes temas de la poesía porque son las cosas que afectan al ser humano. Yo tuve dudas de publicarlos y los corregí mucho porque el dolor puede entorpecer la creación. Pero después me alegré de que mucha gente se acercara para decirme que le había puesto palabras a su pérdida... La defensa de los cuidados en el amor y la enfermedad se convierten en un alegato a la sanidad pública, un modo de entender no sólo la pareja, sino el contrato social.

– ¿Considera que la escritura ha sido su mejor terapia?

– No exactamente una terapia, pero sí un modo de sobrevivir y de intentar que tengan sentido en la tristeza las cosas de un mundo que se ha quedado sin sentido y así situarse en la vida.

Relación

«Almudena y yo nos identificamos en todo, menos en el equipo de fútbol, pero eso era un asunto menor»

– Algo muy íntimo que, sin embargo, decide hacer público...

– El pudor es un inseparable del trabajo poético. Un poema no es un desahogo. Por eso la cursilería y el patetismo son peligros graves. Al escribir, se trata de convertir una experiencia personal en una realidad humana más general. De nada sirve que alguien diga «¡qué enamorado está este hombre!». El hecho poético solo existe cuando se siente y se piensa en su propio amor, en su historia. Es lo que ocurre también con el tema de la muerte. Uno no crea para confesarse, sino para hacer posible que un lector que habite las palabras.

El legado de Almudena

– Un nuevo libro y un documental continúan recordando a Almudena. ¿Sigue su legado más vivo que nunca?

– El documental que ha hecho Azucena Rodríguez está muy bien. Me conmueve mucho que la gente recuerde de una manera tan viva a Almudena. Forma parte de la educación sentimental de sus lectores. Solía decir que el mejor premio para un escritor son sus lectores. 'Escalera interior' es una colección de artículos publicados por El País Semanal. Era habitual que su obra abarcase la vida dentro de la literatura y en los artículos convertía la literatura en vida cotidiana. Creo que nos es un exceso de fantasía egoísta decir que su legado está muy vivo.

– ¿Se suele preguntar lo que opinaría ella sobre la actualidad y las últimas noticias?

– Hablamos mucho de política, de costumbres, del mundo... y no me resulta difícil imaginar lo que ella opinaría de Trump, o del genocidio en Palestina, o del resurgimiento en Europa de la extrema derecha. La vida ofrece muchas perspectivas, pero uno se equivoca mucho menos cuando se pone del lado de los débiles. Equivocarse uno en el lado de los poderosos es mucho más indigno. Echo de menos sus opiniones, pero me los imagino, aunque siempre llenaba su mirada de sorpresas.

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