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Cualquier lector imagina el aspecto de sus autores favoritos a través de sus obras. Miguel Ángel Martín (León, 1960) debería haber sido un hombre reservado, oscuro e inquietante, pero resulta cercano, con un enorme sentido del humor y brillante en la conversación. Polémico, censurado y ... artista de culto desde sus inicios en la histórica revista 'Zona 84'.
- ¿Sabe que pasé dos días arrestado por usted?
- ¿En serio?
- Durante el servicio militar fui el encargado de los pedidos para la biblioteca del cuartel. Encargué uno de sus cómics. Cuando uno de los mandos lo vio, me mandó dos días al calabozo.
- Vaya, lo siento (ríe). De hecho, adoro la censura. Gracias a ella me hice famoso en Italia.
- Buena parte de sus críticos plantean las objeciones a su trabajo desde un punto de partida visceral, no académico. ¿Tan poco hemos evolucionado en los últimos cuarenta años?
- Para empezar, yo no me tomo en serio mis comics, imagínate los de los demás. Esto es solo Arte. Recuerdo que hace unos años se perdieron muchas obras en un incendio que asoló el almacén de Saatchi. Algunos de los que guardaban allí sus obras eran los hermanos Chapman. ¿Qué dijeron, frente a las terribles lamentaciones de otros? ¡No importa, es solo Arte, hacemos otro! Esos son los grandes. No se burlaban de la gente, pero se lo tomaban con sentido del humor, como yo.
- Le interesan los clásicos. Muchos de los grandes pintores de hace siglos tenían mucho sentido del humor y lo mostraban en su obra aparentemente dramática.
- ¡Y no solo pintores! Cervantes escribió El Quijote para reírse de mucha gente... hasta que llegó la Galatea, ese sí que pretendía que fuera su libro... pero resulta que la gente se toma en serio 'El Quijote', y así es el que pasa a la historia, luego no tiene que ver la actitud del creador con el producto posterior. Cervantes, si levantara la cabeza, alucinaría con lo que han hecho con sus personajes, con los que solo pretendía reírse de sus paisanos.
- ¿Lo único que tenemos es el sentido del humor?
- Eso lo tengo más que claro.
- Cuarenta años después de su triunfo en 'El Víbora', sigue siendo el exponente de la provocación, riéndose.
- Pues mira, eso ha sido un gran cumplido.
- ¿En qué momento creativo se encuentra? Porque la provocación no es algo inagotable. ¿O sí?
- Sí, de hecho por eso estoy preparando una nueva obra, con diálogos espero que chispeantes, tipo Tarantino pero más breves, que a veces se pasa de charlatanería. El caso es que el mundo sigue cambiando y eso me ofrece muchos estímulos.
- Sobre todo porque siempre ha dicho que toda su obra se asienta en tres patas: Ciencia, tecnología y pornografía. Una tríada peculiar, teniendo en cuenta que no mete una cuarta, la música, algo muy importante en su obra.
- Pero indiscutiblemente está. De hecho, buena parte de mi fascinación por la tecnología llega a través de los sonidos extraños de la música industrial de finales de los setenta y principios de los ochenta.
- Sin embargo, si por algo es conocido por el público generalista, es por su fascinación por la pornografía. Ciencia, tecnología, pornografía. ¿Cómo encajan esos tres conceptos?
- Pues muy fácil. ¡Porque son los tres que me interesan y me gustan!. A día de hoy, la pornografía es algo que casi todo el mundo consume pero que casi nadie dice consumir, porque sigue pareciendo algo pecaminoso. De hecho, la pornografía que manejo en mis obras tiene mucho que ver con lo anglosajón protestante, más reprimido que lo católico, por lo que su pornografía es más sofisticada, es decir, más pasada de rosca. Recuerdo mi primer viaje a Londres, fuimos a Baker Street, la calle de Sherlock Holmes, y las cabinas de teléfonos, las rojas famosas, estaban llenas por dentro de pegatinas que buscaban captar clientes, pero no eran las típicas fotos de chicas maravillosas, sino de mujeres maduras, con rollo dominación, cuero... Lo mismo pasaba en Alemania. Claro, todo eso era protestante, calvinista, mostraba una mayor represión emocional. ¿Eso a que ha llevado? Pues combinado con la tecnología, a sofisticación. Hospitales, herramientas, bisturíes...
- Eso resulta muy, no sé, agobiante.
- Claro, pero es que yo no me lo tomo en serio. Me dicen que soy morboso, pero no, es que me entra la risa... Como decía Oscar Wilde, un artista nunca es morboso, puede expresarlo todo. De hecho, a mí el Marqués de Sade me parece interesante, no me gustaba hasta que empecé a ver su lado divertido.
- En el cómic, no el erotismo, sino el porno, siempre ha estado unido al movimiento underground.
- Básicamente lo inició el gran Robert Crumb, que en momentos llegó a estar acusado de cosas complicadas, y por sus propios colegas. Y es que hay que tener cuidado con los artistas, que son gente muy peligrosa. En aquellos años ochenta en que las libertades estaban tan comprometidas en Italia, donde prohibieron uno de mis trabajos, mi editor se propuso hacer una exposición a favor de la libertad de expresión. No de mí. De la libertad de expresión. Algunos dibujantes no quisieron saber nada. En fin... Se han llegado a censurar números de 'El Jueves' y no hay que olvidar que sigue secuestrado el 'Hitler=SS' que 'Makoki' publicó en España.
- Por lo tanto, la pregunta ya manida. ¿Hay ahora más o menos libertad que en los años ochenta?
- ¡Mucha menos!. La gente ahora está mucho más reprimida. Ahora no puedes rodar siquiera una película con gente fumando. ¿Pero esto qué es? ¿Esto qué es? Y no solo viene de los gobiernos, sino de la propia gente. Yo siempre suscribo la definición de George Orwell: «La libertad de expresión es poder decir lo que la gente no quiere oír». Lo tremendo es que no pasa solo aquí, sino en países con muchísima más tradición democrática. Estados Unidos, Inglaterra, Alemania...
- Pero sigue habiendo supervivientes. Como usted.
- La revista 'El Víbora' se subtitulaba 'comics para supervivientes', ¿recuerdas? Muy adecuado para hoy... Y han pasado cuarenta años.
- Sigue empeñado en mostrar un mundo desolador, en provocar desazón, inquietud con muy pocos elementos.
- Al principio no era consciente de que mis viñetas eran tan limpias, en realidad las hacía así para trabajar menos. Ahora, ya es un ejercicio consciente que busca conseguir ambientes. Tal y como dice mi editor, mis viñetas por separado pueden ser tratadas como ilustraciones. Claro, Giorgio de Chirico es una de mis influencias.
- Pero aunque muchos lectores y críticos lo creen, no el manga, el cómic japonés.
- Lo descubrí ya de adulto. Heidi, Mazinger Z, no me molaban, siempre prefería la animación americana, mucho más fluída. He estado varias veces en Japón, allí tengo fieles seguidores. En Estados Unidos, por contra, piensan que mi obra es demasiado europea, intelectual.
- Un experto en tecnología y ciencia. ¿Cuál es el futuro del cómic?
- Nadie imaginó internet y ha cambiado el mundo. Así pues, no tengo ni idea, aunque a medio plazo soy optimista.Hoy el cómic atraviesa un momento magnífico; cada vez más el cine, la tele, recurren al cómic para sus producciones, aunque es verdad que lo audiovisual está apabullando a la lectura pero, al fin ¿quién sabe?
Autor: Miguel A. Martín
Estilo: Humor/Ciencia Ficción
Editorial: Los tebeos de Cordelia.
Páginas: 448.
Precio: 25,60 euros
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