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Itxaso Martin Zapirain (San Sebastián, 1981) decidió contar la historia de su bisabuela Vera en 'Ni Vera' (2012), donde aborda el tema de la locura y los silencios familiares en una sociedad empeñada en ocultar la diferencia, especialmente en el caso de las mujeres. Trece años después llega su traducción al castellano, 'Dos veces Vera' (Lunwerg), para recuperar una temática de plena actualidad como es la salud mental, que la autora ha vivido en primera persona.
– ¿Por qué llega ahora la traducción?
– Me lo propusieron hace un año, Aranzazu Zumaia, editora de Lunwerg se puso en contacto conmigo y me dijo que tenía interés en la novela, supongo porque hace trece años igual no se hablaba tanto del tema de la salud mental, sobre todo atravesado desde una perspectiva de género.
– Para quienes no conocen a Vera, ¿quién es Vera?
– Vera era mi bisabuela, que estuvo ingresada en un psiquiátrico desde el año 1935 y murió allí en 1986. Estuvo 51 años ingresada. En el libro yo cuento la historia de Martina, su biznieta, cómo va descubriendo la historia de su bisabuela partiendo de de una crisis que tiene ella.
– En realidad, parte de su propia experiencia...
– Sí, es bastante fiel a lo que me llegó a pasar, aunque la familia que he construido, es decir, el padre, la madre y el hermano, son ficticios. Pero las fases por las que pasa Martina, el miedo, el psicólogo, la locura... son más o menos las que pasé yo. Estuve en un momento de mi vida en el que no lo estaba pasando bien. Visité a una psicóloga, la cual me preguntó si tenía antecedentes familiares. Yo sabía que sí, pero en ese momento le dije que no. Y fue en ese momento cuando empezó mi obsesión por querer saber qué es lo que le había pasado a mi bisabuela. Empecé a indagar en la familia sobre el tema, que hasta entonces era un gran tabú. Sabíamos que había pasado un tiempo en el psiquiátrico, pero no sabíamos ni cuánto, ni por qué, ni nada. El libro se centra en el proceso de descubrimiento y luego cuenta qué es lo que le pasó a Vera.
– Y la historia de Vera que se cuenta, ¿es real o tiene parte de ficción?
– Bueno, en realidad es la historia de Vera hecha por Martina. Yo, para poder contar esa parte, hice varias entrevistas, porque al final tenía que recrear un psiquiátrico de los años 40. Hablé con personas que habían estado trabajando allí, algunos habían conocido a Vera allí, cuando estuvo ingresada, y también tuve acceso a parte de su historial médico. Además, en 2011 empecé a a trabajar en la tesis sobre mujeres que estuvieron ingresadas en psiquiátricos entre los años 1935 y 1950. Todo eso también me sirvió para poder reconstruir esa parte.
– En el libro no nombra el psiquiátrico en el que la ingresaron, aunque todo el mundo se lo puede imaginar...
– Sí, se trata del Hospital Psiquiátrico de Santa Agueda. De hecho, después de escribir la novela, mucha gente se puso en contacto conmigo para decirme que en sus familias también había casos de, sobre todo mujeres, como alguna tía, que estuvo ingresada en el psiquiátrico. Porque durante años, las mujeres que se salían de la norma terminaban ingresadas allí. Se pensaba que estaban enfermas, porque no cumplían el rol que les correspondía. A eso se suma la influencia de la religión católica en aquella época, porque las mujeres hablaban todo el rato de la culpa, como es el caso de Vera. Hace poco conocí a una persona que había trabajado allí y coincidió con Vera, y me reconocía que nadie sabía por qué estaba allí... simplemente, nadie se lo preguntaba.
–¿Es una traducción exacta al libro original, o ha cambiado algo?
– Bueno, en principio iba a ser una traducción exacta, pero es cierto que se ha aprovechado para revisarlo. Al final han pasado 13 años y hay algunas cosas que las dije de una manera, que ahora he querido decirlas de otra. Irati Iturritza ha sido la encargada de traducirlo, y creo que ha hecho un trabajo maravilloso. Es cierto que la forma de escribir incluye muchas repeticiones, onomatopeyas... lo que ha complicado que la traducción fuera tan literal.
– En ocasiones omite el guion del diálogo, hay frases en cursiva, un narrador que al principio no queda claro quién es... ¿qué ha pretendido provocar en el lector?
– Lo que busco es que la persona que lo está leyendo sienta lo que está sintiendo Martina en ese momento, que es una crisis de ansiedad muy fuerte, con ataques de pánico... Mi intención es trasladar esa angustia al lector. Muchas veces incluso cuando estás en esa situación no sabes si te está pasando, o si te lo estás imaginando y tal. Esa era la idea.
– En su segunda novela, 'Punto bobo', que publicó el año pasado, también sobre vuela el tema del que es diferente...
– Sí, en ese caso eran cuatro mujeres de una misma familia, de diferentes generaciones, que viven en una sociedad machista, donde una madre intenta construir su propio mundo para proteger a su hija de un entorno que es hostil para ella. Yo he estudiado Antropología y por eso creo que me obsesiona el tema de lo que es normal y no, que suele estar marcado por el contexto y el momento en el que vivimos. Creo que hay que trabajar mucho en este tema.
– Desde la publicación de la versión en euskera, ¿cree que ha cambiado la percepción que tenemos sobre la salud mental?
–Creo que sí, porque ahora se habla sobre salud mental, y además se ha dado el paso de atravesarlo con una perspectiva de género. La sociedad se ha dado cuenta que es un problema que le afecta, porque el contexto es algo que influye mucho en la salud mental de las personas. Creo que la pandemia ayudó en eso, en darnos cuenta de que no todos estamos tan bien. Yo recuerdo que cuando empecé a vivir esas crisis no sabía lo qué me estaba pasando. Ahora al menos tenemos algunas referencias, sabemos a dónde podemos acudir o cómo nos puede influir el entorno en ello.
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