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Este es un año de efemérides en Donostia: el escultor Eduardo Chillida, el músico Pascual Aldave y el escritor y psiquiatra Luis Martín-Santos habrían ... cumplido cien años en este 2024. Tres hitos del arte y cultura vascas que, curiosamente, compartieron pupitre y amistad en el Colegio de los Marianistas. «Eran de la misma cuadrilla, tanto del grupo de amigos como de matrimonios», recuerda Luis, hijo de Martín-Santos.
– ¿Cómo fue la amistad de su padre con Chillida?
– Eran muy buenos amigos. De hecho, cuando mi padre falleció, Chillida formó parte del consejo de familia que se ocupó de mí y de mis hermanos. Eduardo le dedicó luego la escultura 'Abesti Gogora III', que hoy se expone en el museo de arte de Chicago.
– ¿Recuerda dónde vivía su padre cuando llegó con cinco años a San Sebastián?
– Pues tenían un piso en el Paseo de Colón del que luego salieron a otro en la calle Prim. Mi abuelo, que trabajaba en Donostia como médico militar, compró una finca en el Alto de Egia, la finca Alcolea, y tardó como seis años en arreglar la casa de los guardeses donde se instaló toda la familia. Y luego allí mismo se abrió el Sanatorio Quirúrgico del doctor Martín-Santos en 1936, todavía en época de la República. Mi padre pasó toda la infancia en San Sebastián, de hecho, estudió la carrera por libre e iba a Salamanca a hacer los exámenes. Hasta los 18 años, cuando fue a Madrid a realizar el doctorado.
– Después de sumergirse en el archivo familiar, ¿se le ha removido algo por dentro?
– Pues me ha venido a la mente que mis padres fueron dos personas muy vivas. 'Tiempo de silencio' nace después de haber estado ocho meses en Carabanchel, de estar detenido y suspendido de empleo y sueldo, momento que empleó en escribir la novela. Mi madre también participaba fervientemente de su activismo político. Los recuerdos que tengo de ellos son pocos, pero muy buenos. La belleza de este trabajo es que nos ha llevado a archivos provinciales, policiales, judiciales... hemos hablado con mucha gente y lo que sale es muy bonito.
– ¿Cree que sabía que con 'Tiempo de silencio' tenía un clásico entre las manos?
– Mi padre fue escritor toda su vida, desde la adolescencia, pero alcanzó la madurez con esta obra. Tenía 38 años cuando la publicó, imagínate, qué joven. ¿Si era consciente de su relevancia? Pues no lo sé, pero creo que podía tener la intuición de que era algo grande.
– ¿Qué le ha redescubierto de su padre este centenario?
– Me ha sorprendido la cantidad de trabajo en tan poco tiempo que sacó adelante. Que dirigiera un hospital psiquiátrico mientras escribía novelas, protagonizaba conferencias, participaba en congresos y se comprometía con el activismo político, y todo ello de forma tan brillante, me alucina.
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