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A. A.
Miércoles, 1 de mayo 2024, 11:20
Paul Auster llegó a Donostia un 19 de septiembre de 2007 con la tarea principal de ser el presidente del jurado de Sección Oficial del Zinemaldia. La presencia del estadounidense, fallecido este martes a los 77 años, al frente del jurado daba continuidad a ... la tradición, tras Mario Vargas Llosa o José Saramago, de que un novelista liderase el jurado para elegir el palmarés de dicha edición, la 55 del Festival de Cine de San Sebastián. Y se marchó de Donostia con una «saturación» de cine, una reconciliación y tras haber probado los platos «más deliciosos que jamás he comido».
Auster aterrizó en Bilbao procedente de Bélgica, y fue recibido en el María Cristina por el director del Zinemaldia, Mikel Olaciregui, quien lo describía como «una persona muy cercana y asequible, a parte de un escritor excepcional». Y bromista: «¿Tu serás mi ángel de la guarda?», le soltó al director del Festival nada más salir del coche a las puertas del hotel. Su agenda era más que apretada. Además del visionado de todas las películas de Sección Oficial, también dedicó dos días a presentar y promocionar su película 'La vida privada de Martin Frost', para lo cual estuvo acompañado de su hija Sophie y la actriz francesa Irène Jacob. Pero no conforme con eso, programó una conferencia dentro del programa Donostia Kultura Literatura en el Centro Cultural Okendo. «Con mucho trabajo, o al menos muy ocupado. Saturado de cine... Mi condición de jurado en el Festival me ha impedido poder preparar la conferencia», se disculpaba al inicio de esta última conferencia. «Sólo espero que cuando entremos al cine no cerremos los ojos y nos quedemos dormidos», señalaba jocoso en otra ocasión.
El novelista recordaba la última vez que había pisado la capital guipuzcoana, 40 años antes. «Llegue con 18 años en un viaje por Europa haciendo autoestop. Ahora vuelvo como presidente del jurado del Festival. ¿Será que me estoy haciendo viejo?», bromeaba. Y su primera experiencia nada más pisar San Sebastián en 2007 fue una comida en el restaurante Aldanondo. Ensalada de patata, ensalada de tomate y ensalada de lechuga, y luego txuleta, un plato que guardaba en su retina. El escritor confesaba antes de marcharse de vuelta a casa que había probado los platos «más deliciosos que jamás he comido». Y bromeaba con que «quizá tenga que pagar algo de sobrecarga por lo que he comido».
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Javier Varela
En el capítulo referente a su papel propiamente dicho en el Zinemaldia, la presentación de su película fuera de concurso dejó un poso amargo. 'La vida interna de Martin Frost', película que refleja perfectamente el mundo de Auster con la obsesión por el proceso de creación, no triunfó. De hecho, hubo casi unanimidad en que la película no iba a pasar a la historia de Auster en la gran pantalla.
Y en lo que respecta a su papel de jurado, quedará grabada la reconciliación con el director de origen chino Wayne Wang. Una relación que se encontraba muy deteriorada después de la película 'Smoke' en 1994, que ambos codirigieron. El jurado le otorgó la Concha de Oro a su película 'Mil años de oración', y ambos limaron sus asperezas. Auster y Wang desayunaron juntos en Donostia y recuperaron esa relación perdida. «Después de nuestro encuentro en San Sebastián, Paul y yo hemos vuelto a vernos en San Francisco. Hemos hablado de muchas cosas y aún necesitamos hablar más. Es muy probable que desarrollemos nuevo proyectos», confesaba Wang en 2008.
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