In memoriam

El mejor en todo

Porque, además de un chaval sencillo y cercano, era el mejor en todo. Las mejores notas con diferencia, el mejor deportista que nos volvía locos jugando a fútbol, que nos arrollaba en el frontón. Y hablaba euskera como los ángeles en una clase con pocos alumnos que lo supieran bien.

Las meriendas de sus cumpleaños -entonces menos habituales- en su caserón de Alza eran impresionantes. Como las palizas que nos daba a continuación en el frontón contiguo jugando contra dos; acabábamos en el suelo sin poder seguirle.

Recuerdo mil anécdotas, como cuando tuvo una seria infección en la pierna porque el pantalón de fútbol de nylon le hizo una herida. Pero, con esa molestia incluso, antes de que le medicaran, marcó un golazo en el campito de fútbol de arriba, pegando en los dos postes. Nos quedamos boquiabiertos.

Cuando empezó a estudiar Ingenieros siguió con sus notas brillantísimas a las que no afectaron que empezase a jugar con el Sanse. Javier Expósito nos comentó más de una vez que era uno de los jugadores con más futuro que habían pasado por sus manos y, sobre todo, «un chaval muy especial». Tanto, que dejó todo para irse de cooperante a Sudamérica, lo que no era muy habitual en aquellos tiempos. Al regreso impulsó una carrera como brillante escritor en euskera.

Al conocer su enfermedad, esa esclerosis que le paralizó parte de su cuerpo pero no coartó el buen humor que proclamaba, le escribí. No esperaba una respuesta, dadas las circunstancias, pero me contestó recordando aquellos viejos tiempos juveniles y los nombres de algunos compañeros. Creo que le hizo ilusión mi texto.

Hay personas que dejan huella y Juan Mari (Joan Mari) está siempre en mi recuerdo. Goian bego.