
Peru Cámara | Escritor
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Peru Cámara | Escritor
«Veo a chavales con camisetas de Eskorbuto y pienso: 'Aquello no era tan guay como parece'»Un centro de alto rendimiento deportivo situado en la sierra de Aralar, Portugalete, Barakaldo y varios enclaves de Donostia son algunos de los escenarios en ... los que transcurre 'Cordelia', la nueva novela negra del escritor vizcaíno Peru Cámara. Con los mismos protagonistas y similar esquema que su ópera prima, 'Galerna', en esta ocasión la trama gira en torno a la aparición de un cadáver a pocos días de la celebración de una gran gala del deporte en el Kursaal y en vísperas del inicio de la pandemia. Peru Cámara (Portugalete, 1978) reconoce que «hay mucha nostalgia de los ochenta porque parece que éramos más reivindicativos y estábamos más unidos, pero no sé si eso era realmente así».
– Vuelve a recuperar al trío protagonista de su novela anterior: el forense Aitor Intxaurraga, el ertzaina Jaime Otamendi y la bióloga marina Eva San Pedro.
– Me parecía que tenían una evolución. Todos formamos una especie de familia con aquéllos con los que hemos vivido experiencias extremas y los tres tienen esa vinculación, con sus tensiones, dimes y diretes. Jaime encarnaría al patriarca de esa familia.
– Si en su primera novela azotaba la galerna, ahora es la borrasca 'Cordelia' la que desata la trama.
– Aitor Intxaurraga ha caído en desgracia en el Instituto de Medicina Legal porque se saltó las normas y los procedimientos en la anterior novela, y la única manera que tenía de salir era en un 'marrón'. Y como nadie quiere ir a San Miguel de Aralar al levantamiento de un cadáver en plena borrasca lo mandan a él, castigado en unas condiciones laborales muy incómodas.
– Y también sitúa el relato a un mes escaso del estallido de la pandemia.
– Me parece una circunstancia muy buena para cerrar esta novela porque las decisiones que toman los personajes están totalmente condicionadas por lo que les viene, sin que ellos sepan qué es.
– En esta segunda novela, ha sido fiel a la primera en cuanto a estructura, personajes y una intriga resuelta sin atajos, sino a base de trabajo de investigación.
– Eso es. La esencia de mis novelas es que están protagonizadas por currelas. Son trabajadores con los que nos podemos sentir identificados: tienen amor propio, son profesionales y quieren hacer su trabajo lo mejor posible. No pueden dejar de hacer lo que consideran correcto. No hay atajos, su trabajo es picar piedra y a veces obtienen resultados y otras veces no, no como en esos relatos de triunfadores. A veces trabajas mucho y no obtienes un retorno glorioso. Y no obstante, mis personajes hacen sus cosas lo mejor que pueden o saben.
– Un centro de alto rendimiento deportivo juega un papel importante en la historia. ¿Hay algo un tanto siniestro en esos lugares?
– Da la sensación de que, en la búsqueda de los límites, a veces se puede llegar a exprimir a los deportistas tanto física como psicológicamente, lo que puede llegar a ser lesivo. Hemos visto casos de atletas de élite que han tenido que parar y cuidar de su salud mental. Es en esos liderazgos, los de los entrenadores, directores... en los que recae la responsabilidad del cuidado de sus pupilos.
– ¿Es 'Cordelia' una novela más amarga que 'Galerna'?
– Sí, de hecho, el protagonista está amargado. Toda su vida ha perseguido el sueño de ser un médico forense y de repente se empieza a preguntar si realmente es lo que quiere ser. Empieza a descubrir la amargura de que a veces los sueños no se cumplen.
– A través de la investigación, recorre buena parte del País Vasco: de Aralar al Kursaal, pasando por la Margen Izquierda de Bilbao...
– Era interesante entender por qué la gente actúa como lo hace y para eso cuento la trayectoria vital de uno de los personajes clave de la novela y ésta empieza en la Margen Izquierda de los ochenta, que era muy convulsa, aunque ahora la miremos con nostalgia. Era un contexto muy jodido, con paro, reconversión industrial, droga y el conflicto vasco. Ahí había mucha tela que cortar.
Cordelia Peru Cámara
Editorial: Duomo Ediciones
Páginas: 480
Precio: 19,80 euros
– Usted era muy niño en los ochenta. ¿A qué fuentes ha recurrido para recrear aquella época?
– Yo la recuerdo como parte de mi infancia, una infancia feliz, pero luego la gente te va contando. Empiezas a mirar en retrospectiva y te das cuenta de que aquellos grupos de yonkis que estaban en el campo de la iglesia de Portugalete fueron desapareciendo, las pintadas cambiaron de tono, Altos Hornos pasó de ser una gran fábrica a una miniacería... Me interesaba también eso que se decía de que la Policía metió droga en Euskadi y me pasaron un par de libros sobre el tema, pero como no eran concluyentes, me sirvió para centrarme en las historias humanas más que en el contexto de tramas políticas o policiales. Eso me ayudó mucho porque me aclaró el paisaje.
– ¿Es mejor la Euskadi de ahora que la de los ochenta? Hemos perdido y ganado cosas por el camino...
– No lo sé... Hay mucha nostalgia de los ochenta porque parece que éramos más reivindicativos y estábamos más unidos, pero no sé si eso era realmente así. Cuando veo ahora a chavales de dieciocho años con camisetas de Eskorbuto pienso: «Aquello no era tan guay como parece». Supongo que hemos ganado y perdido cosas. ¿Igual somos más individualistas?
– ¿Qué lugar ocupan en el imaginario de la gente las inundaciones de 1983, que también tienen su papel en la novela?
– Mis padres siempre hablan de la solidaridad, y de cómo la gente se unió para retirar escombros y limpiar las calles... Vino una especie de renacimiento de Bilbao y empezamos a entrar en otra era. Recuerdo la ría marrón, ahora está más limpia y es más agradable. Bilbao es otro, con palmeritas y más paseable, pero no sé si con menos personalidad y más turístico. En el antiguo se basaba en las lonjas, en las calles, en los comercios y en una mayor diversidad musical... Portugalete era la Meca de la borrachera de la Margen Izquierda, me alegro de haberlo vivido en su momento, pero ahora aquello no lo quiero ni regalado. Todos los sábados había cargas policiales y pelotazos, y eran parte del paisaje.
– Muchos personajes de la novela toman su nombre de personas reales, a las que usted cita en el capítulo de agradecimientos.
– Cuando escribo voy como un pitbull a por el borrador del capítulo y no me puedo detener en inventar nombres. Los cojo por asociación, los primeros que me vienen a la mente. Y cuando has pasado año y medio escribiendo y te has familiarizado con esos nombres, es el momento de llamar a tus amigos y pedirles permiso. Y generalmente, les hace ilusión.
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