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'Ene laztan gozo ederra...'. El vestigio escrito más antiguo del dialecto guipuzcoano arcaico, probablemente el tercero más antiguo de los textos escritos en euskera que han llegado hasta nuestros días, es un poema de amor -en realidad, son dos composiciones-, escrito en torno a 1515. Es, además, la primera composición lírica amorosa escrita en euskera de la que se tiene constancia.
Lo encontraron de manera fortuita donde menos cabe esperar la aparición de un texto amoroso: en los márgenes y entre las líneas de un documento tan poco proclive al romanticismo como una copia de aprendizaje de un formulario notarial. Procedente, concretamente, de un protocolo del escribano Miguel Ibáñez de Insausti, de Azkoitia, que contiene escrituras notariales fechadas entre 1503 y 1522, y que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial y Archivo Histórico de Protocolos de Gipuzkoa, situado en Oñati.
Al hallazgo, que se realizó en junio, le han seguido meses de intenso trabajo que han desembocado en la presentación, ayer, Día Internacional del Euskara, de un documento que por su antigüedad y sus características, es de suma importancia para el conocimiento de la historia del euskera. A partir de ahora, junto con toda la documentación textual y gráfica generada en los últimos meses, está a disposición de los investigadores interesados en la web del Archivo.
Tras la presentación, que tuvo lugar en la sala de estudios del Koldo Mitxelena de San Sebastián, el documento permanecerá expuesto durante dos semanas en ese centro. Después regresará a Oñati, revalorizado por el hallazgo porque, en realidad, el soporte sobre el que escribió el aspirante a poeta carece de valor.
Fecha Todos los datos e indicios conducen a pensar que se escribió en torno a 1515, una fecha muy temprana
Contenido Dos piezas de carácter lírico escritas en euskera aprovechando un documento previo
Valor Escaso desde el puntode vista artístico, enorme para el estudio de la historia del euskera
Autor Se desconoce, pero podría ser un aprendiz de la escribanía de Miguel Ibañez Insausti, de Azkoitia
Haberlo encontrado ha sido, según el responsable del Archivo, Ramón Martín Suquía, «la casualidad de las casualidades». Porque estaba a la vista, incluso digitalizado y en la web del Archivo, y nadie había reparado en su existencia hasta que el ojo experto de la historiadora Rosa Ayerbe, que estaba consultando los formularios en el marco de una investigación que nada tenía que ver con el euskera, percibió un texto dispuesto de manera extraña que no guardaba relación con el documento en cuestión.
Un documento que, de hecho, ni tan siquiera tenía que haber estado en el Archivo. Tenía una importancia tan escasa que había sido destinado a reforzar la protección de un cuadernillo de escrituras de testamento. Si no se le hubiera dado ese uso, habría desaparecido, y con él el poema, lo que no ha estado lejos de suceder porque, al ser precisamente un elemento de protección, «se llevó todos los golpes, y está bastante deteriorado».
En realidad, el soporte sobre el que se escribió el poema en euskera era un ejercicio de aprendizaje de los que realizaban los jóvenes ayudantes del escribano, borradores de escrituras que redactaban los aprendices como ejercicio para la memorización de las fórmulas notariales y para mejorar su redacción.
Ahí se escondía el tesoro. Con la excepción de algunos vestigios anteriores hallados en Navarra -una carta bilingüe de 1416 y un Pater noster de 1425- apenas han aparecido textos escritos en euskera de las primeras décadas del siglo XVI.
Tampoco de las últimas, ya que solo se han consignado dos. El primero, el extenso manuscrito del noble alavés Juan Pérez de Lazarraga, escrito entre 1564 y 1567, en el que también predomina la temática amorosa. No se tenía conocimiento de su existencia hasta que fue encontrado por Borja de Aguinagalde, entonces responsable de Patrimonio Documental del Gobierno Vasco, en una tienda de libros antiguos de Madrid. Adquirido en 2004 por la Diputación Foral de Gipuzkoa, se conserva en el Koldo Mitxelena.
Otra pieza de calibre es la conocida como 'Crónica de Ibargüen-Cachopín', una curiosa obra bilingüe escrita entre 1580 y 1620, cuya visión de conjunto ofrece la edición crítica realizada por Julen Arriolabengoa. Ambas son muy posteriores al texto encontrado en Oñati, que ha permanecido escondido a la vista de todos durante más de quinientos años.
Aunque su interés artístico y literario es bastante escaso, reviste una gran importancia desde el punto de vista de la historia del euskera, tanto en lo que respecta a su evolución lingüística como a su presencia social.
El texto muestra, entre otras cosas, que en una fecha tan temprana como los primeros años del siglo XVI era más habitual de lo que en ocasiones se ha creído escribir en euskera, y hacerlo con cierto grado de sofisticación.
Ayer puso de manifiesto la importancia del hallazgo el filólogo Ander Ros, que ha estudiado y documentado el texto. Ros, usuario asiduo de archivos y una de las pocas personas en Euskal Herria capaz de leer ese tipo de textos, ha formado parte del equipo que ha analizado y contextualizado el hallazgo y, junto con la exhaustiva información que han generado con su trabajo, lo ha puesto a disposición de los investigadores.
Ha compartido la experiencia con el historiador Iago Irijoa, también usuario del archivo y experto conocedor de esa época de la historia de Gipuzkoa, así como con el archivero Ramón Martín.
«Han sido muchísimas horas de trabajo desinteresado para poner en valor el documento, pero al mismo tiempo ha sido muy emocionante», afirma Martín, que enmarca todo el proceso en el buen funcionamiento del 'ecosistema archivo', integrado por «las personas que desarrollan su actividad en el archivo Histórico Provincial de Gipuzkoa, el personal del archivo, historiadores y filólogos». El diputado foral de Cultura, Harkaitz Millán, también se refirió en su intervención a ese 'ecosistema' que se ha ido consolidando en torno a la conservación del patrimonio.
El trabajo que han realizado no ha sido fácil. En la reproducción que se ofrece en la página anterior, el texto en euskera, en rojo, se ve a la primera y con toda claridad. Milagros del Photoshop y de la pericia de José Valderrey, especializado en la reproducción de documentos antiguos. En el original, sin embargo, el texto en euskera pasaba prácticamente desapercibido.
«Tenía la dificultad añadida de no saber qué podías esperar, porque no conocíamos materiales similares. Era como un puzzle», recuerda Martín Suquía. que destaca las complicaciones que entrañó la transcripción. Ander Ros, en la presentación, también hizo alusión a las dificultades refiriéndose a la «maldita gótica cursiva» casi ininteligible que utilizó el autor.
La disposición del texto en euskera también es singular. Ramón Martín la relaciona con la necesidad de aprovechar al máximo un recurso, el papel, que en la época era extremadamente escaso. «Empieza en la parte superior y, cuando ve que no le cabe y que ya llega al texto en castellano, empieza a organizar el texto en columnas, saltando de la izquierda a a la derecha. A veces tacha, pierde la línea... No es fácil seguirle». Y cuando agota los márgenes, «empieza a escribir en la parte inferior, entre las líneas».
Sobre la intencionalidad y la identidad del autor hay más hipótesis que certezas, sobre todo en lo que respecta a la primera incógnita, mencionada ayer por Ander Ros. ¿Estaba transcribiendo poemas ajenos?, ¿creando obras propias?, ¿probando grafías? A juicio de Ros, aunque esta suma «incoherente de clichés de la época» no pase a la historia de la baladística, «en seguida se nota que no parte de cero, sino de una larga tradición».
En cuanto a la autoría, todo apunta a que fuera uno de los aprendices que trabajaban en la escribanía de Insausti. Su letra, de hecho, está presente en otros documentos datados entre 1508 y 1521, y posteriormente desaparece. Un futuro notario -hijo de buena familia, por lo tanto- que en un momento determinado estuvo o muy aburrido o muy enamorado y prefirió escribir poemas en euskera a ejercitarse en castellano. Un joven anónimo que, con ese gesto, abrió en el tiempo un túnel del que los investigadores traerán muchas noticias.
Ene laztan gozo ederra
penaz penaçen naçu.
Orreyn culez ninduçula
Nola amora nençaçun
ori escuan ezpata?
Çeure escuoz naraçu
andicoz eta ebeticoz
Barcaçio diqueçut ezcutaria, usatu eztet arma guiza erayten lecobidi guiçon gaztea
Amore minez penaçen
olloa lumaz estari
ni amorez yçerdi
ene barco negarretan
Çaldiac baduezi leyara. Niri juan çatan neure amorea, leena ezquero, on daducat neure vioçean barruna
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Mi dulce querida hermosa
me penas de pena.
Teniéndome «tan sul»,
¿Cómo me enamoraste
con esa espada en la mano?
Me llevas con tus manos
de aquí para allá.
Te daré perdón, escudero, no he usado arma para matar persona salvo al joven hombre.
Penándome de penas de amor,
como la gallina cubierta de plumas,
estoy yo sudado de amores
en mis lágrimas.
Los caballos ya van a la contienda. A mí se me fue el amor. Después del primero, bien lo tengo en el interior de mi corazón.
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