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Dori Ayllón
Madrid
Lunes, 25 de septiembre 2017, 23:13
Ser escritora joven no está bien visto. Los autores de renombre dicen que para poder contar historias hay que tener experiencia en la vida, pero existen personas a las que el qué dirán no les importa. O mejor dicho, les fascina estar en el punto de mira. Así piensa y siente Ronja Von Rönne (Berlín, 1992), una periodista conocida en su país por sus controvertidos artículos. En su libro 'Ya vamos' (Alianza Literaria) describe de forma satírica y radical el mundo «bohemio» de la generación milenial, los nacidos entre los 80 y el 2000.
«Me encanta que la gente odie o ame lo que escribo porque la indiferencia no me interesa. Exagero para atraer al lector», asegura. Por eso decidió narrar la vida de una chica que decide refugiarse en el poliamor para superar la muerte de su mejor amiga. Sin embargo, Von Rönne no querría tener una relación a cuatro porque, según dice, «es muy difícil de mantener». Así, los personajes de su novela deben hacer grandes esfuerzos para que el cuarteto amoroso no termine y sus vidas no sean tan monótonas.
La autora cree que el aburrimiento es el mal endémico de la sociedad actual y por eso no se siente identificada con la protagonista de su libro, Nora, sino que lo hace con la mejor amiga de esta, Maja, «porque grita y se expresa, porque quiere cambiar su vida e imponerse contra el mundo», explica con entusiasmo. Von Rönne dice que la gente de su edad no se parece en nada a los que describe en la novela y pide que no se la denomine como 'la voz de su generación'.
Además, cree que los jóvenes alemanes están muy concienciados y considera que no son los culpables de que por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, un partido de ultraderecha haya entrado en el parlamento alemán tras las elecciones del domingo. «Los jóvenes estamos cada vez más interesados en la política y nos encontramos en shock, yo por lo menos, por los resultados electorales y por lo que puede llegar a ocurrir en democracia. A veces pienso que es mejor no tener democracia», afirma.
Incluso cree que hay temas en los que la política no tiene nada que decir, como es el caso del matrimonio homosexual. «No tiene ningún sentido imponer leyes sobre asuntos que son naturales e inherentes a las personas, como los sentimientos», protesta, antes de augurar que su próximo libro «no retratará a ninguna generación».
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