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En realidad, hay tantos tipos de lector como personas que abren un libro. Sin embargo, la base cultural, los usos y costumbres suelen determinar, como mínimo, la forma en que cada relato se cuenta incluyendo, claro está, la manera en que se dibuja.
A partir ... de ahí, hace ya varias décadas empezaron a hacerse populares palabras como manga, anime, hentai, shonen… Al principio eran consideradas rarezas, comics y series de animación que, provenientes de Japón, desconcertaban al tiempo que fascinaban al público acostumbrado al cómic europeo o americano, en definitiva occidental. En el caso del manga, las editoriales que se arriesgaron entonces a publicar los títulos a priori más comerciales, invertían las planchas para que la lectura siguiera siendo la habitual, esto es, de izquierda a derecha. En consecuencia, los álbumes seguían teniendo el lomo a la izquierda y el corte a la derecha. Años después, la creciente demanda de manga por un público cada vez más joven y entusiasta, provocó que la edición pasara a respetar por completo el concepto de derecha a izquierda y es que, en efecto, el lector que por primera vez se acerque a un manga y comience a disfrutarlo desde la última página hasta la primera, comprobará que acostumbrarse a semejante choque es muy sencillo.
Mangas dirigidos a un público adolescente masculino o femenino, al adulto amante del gore, a la comedia más inocente, a los robots gigantes, al recuerdo de la época feudal, a la acción más salvaje, al porno… o mangas de terror. El mundo de Hideshi Hino.
Natural de Manchuria (19 de abril de 1946), aunque pronto se trasladó junto a su familia a un Tokio entonces sumido en la postguerra. Ese clima marcó a Hino, al igual que la película 'Seppuku' de Masaki Kobayashi, centrada en dicha ceremonia y más conocida por estos lares como harakiri. De hecho, llegó a dirigir dos episodios de la serie ultragore 'Guinea Pig'. El segundo, concebido como una snuff movie real, aunque no lo era, provocó un escándalo de grandes proporciones. Más tranquila fue, desde los años 60, su llegada al manga, con 'La serpiente roja', 'El niño gusano', 'Circo de monstruos', 'Criatura maldita', 'El hombre cadáver', 'Panorama infernal', 'La enfermedad de Zoroku', 'Onimbo', 'El hijo del diablo', 'Noches de Zipango', 'Galería de horrores' o 'Historias de la máscara', buenas muestras de su extensa bibliografía centrada en el miedo. Confiesa haber matado a su padre tres veces en sus páginas y es que, Hino, precisamente por eso es un autor tan brillante, posee un enorme sentido del humor.
En este caso, Ediciones La Cúpula presenta 'El teatro escalofriante de Hideshi Hino', tomo que reúne cuatro relatos independientes que deben ser considerados por separado, porque nada tienen que ver entre ellos; además, entender que los cuatro hablan de terror sería un grave error.
El primero y más extenso, 'El monstruo terrorífico', supone la versión de Hideshi Hino de Frankenstein, y es donde el autor calienta motores. La acción aquí se desata, el juego con las onomatopeyas es constante y brillante, aunque, y es inevitable, para el lector occidental sean parte del dibujo y no sonidos. De hecho, los mangakas son maestros en el dibujo de los sonidos porque su caligrafía es, eso, dibujo. El propio Hino, en la primera página, avisa de que dicha criatura no debería dar miedo, sino pena. Y es que esta dualidad siempre, siempre está presente en él.
Seguramente es aquí donde más similitudes se pueden observar entre el trazo de Hino y el que tuvo el maestro Shigeru Mizuki, máximo exponente del yokai, género que explora el folclore nipón donde seres medio animales, medio humanos, se entrecruzan en las vidas de los simples mortales. En cualquier caso, siendo un excelente dibujante, Hino no alcanza las cotas de excelencia de Mizuki.
También con cierta inspiración occidental arranca 'Mi mano izquierda', donde la doble lectura deja de existir. Aquí se trata de dar al miedo el protagonismo, combinando la figura siempre efectista del niño, con algo imposible. La cuestión no es si la historia es sobresaliente, sino en cómo la gestiona Hino. El ritmo narrativo, el saber contar, reina sobre cada viñeta.
Tercera historia, 'El día en que las grullas echaron a volar'. Y el terror desaparece. Nada que ver. Es un cuento, y sabiendo que los cuentos pueden ser aterradores, en esta oportunidad se vuelca hacia la bondad, hacia la belleza más pura. Una niña, una ventana y unas grullas. Ternura y el deseo de que las cosas, a veces, fueran de forma diferente.
Punto y final: 'El ogro Gongoro'. El momento en que Hideshi Hino demuestra todo su talento, después de haber dejado el pabellón en todo lo alto con las páginas anteriores, sobre todo, insistir en ello, con el vuelo de las grullas.
El miedo no, más bien el dolor, la pavorosa realidad de la condición humana, el amor, la inocencia, el pánico hacia lo desconocido, el valor… demasiados conceptos para agruparlos en unas pocas páginas. Sin embargo, 'El ogro Gongoro' es insoportablemente bueno, casi duele leerlo a medida que las viñetas avanzan porque Hino es capaz de, a partir de algo simple, muy muy simple, tejer algo conmovedor. El lector casi puede adivinar hacia dónde se encamina la historia, y eso es lo peor, porque si algo da pavor al ser humano, es lo inexorable.
'El teatro escalofriante de Hideshi Hino' es, en consecuencia, un manga que no ocupará demasiado espacio en la estantería pero que es verdaderamente grande.
Título El teatro escalofriante de Hideshi Hino
Autor Hideshi Hino
Estilo Terror
Editorial La Cúpula
Páginas 208
Precio 10,48 euros
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