José Ramón Alonso de la Torre, autor de 'Un país que nunca se acaba', que publica la editorial La Moderna. Jorge Rey

El viaje literario de Alonso de la Torre por el país que nunca se acaba

El escritor y columnista de este periódico publica un libro de artículos para entender las costumbres de la España vaciada y plagado de deliciosas anécdotas de su vida a caballo entre Extremadura y Galicia

Viernes, 14 de febrero 2025, 12:19

José Ramón Alonso de la Torre (Cáceres, 67 años) tuvo de niño múltiples aficiones que un amigo psicólogo atribuyó a que, al faltarle el brazo derecho (se lo tuvieron que amputar por una gangrena), sentía la necesidad de hacer «de todo» para no sentirse incapaz «de nada». El caso es que, con el tiempo, aquel inquieto mozuelo ha sido profesor de instituto, árbitro y entrenador de baloncesto, director de teatro, organizador de ferias de muestras, músico, presentador de radio y televisión... y unos cuantos oficios más. Hasta que a los 28 años encontró su verdadera pasión: escribir en los periódicos.

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Producto de esos 40 años de colaboraciones periodísticas surge 'Un país que nunca se acaba' (La Moderna), el último libro de Alonso de la Torre, que recoge una antología de sus artículos, muchos de ellos publicados en este periódico. Con una luminosa mirada que recuerda al mejor Julio Camba, el humor fino y el costumbrismo están muy presentes en la talentosa prosa de Alonso de la Torre que nos da las claves precisas y preciosas para entender mejor la España de la periferia, especialmente de su querida Extremadura natal; de la Galicia donde enseñó tantos años Lengua y Literatura, y de la España vaciada, que ha pateado como reportero enviado a pueblos perdidos y como, a mucha honra, columnista de provincias. Porque como él mismo recuerda «Ni España se acaba en Madrid, ni el mundo se circunscribe a Nueva York».

Las páginas de 'Un país que nunca se acaba' tienen el poder de la sonrisa. Hay dosis de historia y de cultura, anécdotas inolvidables y por ellas deambulan también ilustres escritores como Pío Baroja, Unamuno, Eugeni d'Ors, Ian Gibson, Rafael Chirbes, Andrés Trapiello o Rafael Sánchez Ferlosio. Ferlosio, por cierto, encontró inspiración para su novela 'Industrias y andanzas de Alfanhuí' en Ceclavín, el pueblo de Cáceres de dónde es oriunda la madre de Alonso de la Torre, y cuyos vecinos tienen fama de «levantiscos e indomables», como cuenta el autor en 'Las de Ceclavín hacen lo que quieren', una de las 82 columnas que sostienen el libro y hacen las delicias del lector.

Habla también Alonso de la Torre del «placer de escribir», que no es lo mismo «sentado en un porche un atardecer templado frente a la dehesa» que en «un quinto piso, con la aspiradora bramando, mientras suena un reguetón a toda pastilla y la válvula de la olla exprés sacude estopa y embadurna de olor a repollo el ambiente creativo». Y así confiesa que ninguno de sus artículos y reportajes los compuso en una casita en la montaña, «sino en una habitación pequeña donde no cabían los libros y había que hacer sitio al ordenador, o en una redacción atestada de locos que fumaban, comentaban con gracia y a gritos cualquier ocurrencia y solo deseaban bajar al bar de la esquina a beber el enésimo café del día o la penúltima copa», un ambiente que describe a la perfección el de los periódicos de los años 80, cuando inició sus colaboraciones en prensa.

Trump, Évole, Normandía y la suegra

Las 200 páginas del libro están divididas en una decena de capítulos. En cada uno se van agrupando las columnas que comparten ámbito geográfico, personajes o tradiciones populares. En el capítulo 'Cosas de pueblo', por ejemplo, asoma la columna 'Trump no es de Torreorgaz', donde el autor cuenta la leyenda que vincula a los pelirrojos con esta localidad cacereña, o 'Garrovillas y el pantano', donde alude a la sangría de población de este pueblo tras la construcción del embalse de Alcántara, que obligó a emigrar a dos tercios de sus habitantes, incluidos los abuelos de Jordi Hurtado y Jordi Évole.

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Hay un amplio repertorio de artículos en los capítulos 'Para entender Extremadura', 'Para entender Cáceres', 'Para entender Vilagarcía de Arousa' y 'Para entender España'. En este último Alonso de la Torre rememora una anécdota que le ocurrió en Normandía relacionada con su minusvalía. «Un grupo de jóvenes norteamericanos se cuadró ante mí creyendo que era un superviviente del desembarco. Yo respondí al saludo y no les aclaré el entuerto porque me molaba pasar de minusválido a héroe en un plis plas».

En 'Religiosidad Popular' aparecen artículos como 'La Virgen y el Womad', en el que el cronista llama la atención sobre la falta de apariciones marianas desde la masiva irrupción de los teléfonos móviles. Y en 'Nazarenos y coffee shop' cuenta los muchos Lunes Santo que pasó en Ámsterdam acompañando de viaje de estudios a sus alumnos de Secundaria, y cómo sistemáticamente los periódicos holandeses abrían ese día sus portadas con una imagen de la Semana Santa sevillana. Casi siempre un «Cristo de gesto desgarrado, nazarenos sufriendo o cortejos ocupando las calles» en contraste con la intimidad con la que los discretos protestantes 'oranjes' viven su religión. «Ese contraste entre el recogimiento privado y la exhibición pública de lo religioso ayuda a vender periódicos en Ámsterdam el Lunes Santo», apunta Alonso de la Torre.

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Y no se pierdan las columnas dedicadas a la suegra del autor, que vive puerta con puerta y no tiene reparos en entrar cada tarde en su casa («eso sí sin avasallar»), 'okupar' su despacho y el sillón finlandés donde se sienta a leer. José Ramón la llama «Sherlock Holmes» porque la buena mujer se arma de una lupa para leer el 'Hoy', si bien confiesa que se ha acostumbrado tanto a sus visitas vespertinas que cuando no está, la echa de menos. «Y creo que echar de menos a una suegra es una sensación digna de estudio psicológico», reconoce. Un día que la vio con su aparato óptico ojeando el periódico, De la Torre se acordó de una anécdota que le contaron en Galicia. «Resulta que la noticia más leída en la historia centenaria de 'La Voz de Galicia' se titulaba 'Pide un aparato para agrandar el pene y le envían una lupa'».

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