Fue distinto, único como sólo podría ser el funeral de Antxon Elosegui. Había fallecido justo una semana antes, a los 92 años de Vida, con mayúsculas. La iglesia de Santa María había colgado el cartel de «no hay billetes» y la ceremonia había tenido su ... grandiosidad de lujo musical al poder disfrutar con las voces de Ainhoa Arteta y del Orfeón Donostiarra.

Publicidad

El celebrante ya había dado una pista: la familia recibiría los saludos de los asistentes no dentro de la iglesia sino fuera, en la plaza de Santa María. También el emocionado, pero en absoluto triste, recuerdo de su hijo Antxon con un final poco común, citándonos a todos en la Sociedad del Kabila para brindar en recuerdo de su 'aita', lo confirmaba. Y tengo que confesar la verdad; nunca me habría imaginado salir de un funeral y en la puerta encontrarme con la fanfarre de la Sociedad del Kabila tocando algo tan alegre y taurino como el pasodoble 'Domingo Ortega'. Solo nos faltó ir en pasacalle. ¿Y por qué precisamente Domingo Ortega? Antxon lo cantaba cambiando Domingo Ortega por Antxon 'Maderas' y torero de maravilla por torero de pacotilla. Ese era nuestro amigo Antxon Elosegui Vitoria.

A quienes no le conocieran bien, les podría dar imagen de 'un bon vivant', pero ojo, eso era la superficie de los momentos festivos; detrás estaba el empresario, el emprendedor. Conozco bien su afición por el Toro y su mundo. Si durante muchos años en Tolosa y en Haro hubo toros habría que preguntar por Antxon. Y luego estaba Antxon, el aficionado. ¡92 años bien aprovechados, qué envidia Antxon!

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad