Por agosto oí hablar de una película que se iba a estrenar en el Festival de Cine con Andrés Roca Rey de protagonista. La noticia se me hizo un tanto extraña y más cuando conocí el nombre del director, Albert Serra, 'enfant terrible' del cine ... español. Había seguido a Roca Rey durante uno o dos años filmando muchas horas de material.

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Con esa incertidumbre ocupé mi butaca. No salí defraudado. Vi un gran documento de más de dos horas, que se hicieron cortas, sobre la dualidad toro y torero bajo un punto de vista muy diferente; duro, muy duro por momentos; veraz, aséptico, sin ningún atisbo de triunfalismo vacío, solo respeto por el enfrentamiento, por el toro, por el hombre. Ese toro en el campo de noche, que termina con la muerte en el ruedo, rodada con crudeza hasta en cinco ocasiones. Ese torero que se viste y se desviste en el hotel en un rito secular y silencioso, roto por las pocas frases intercambiadas con el mozo de estoques. Esas conversaciones en la furgoneta de la cuadrilla, que encierran esa protección al maestro casi divinizado y a la que este es casi ajeno. Esa soledad del hombre, aun rodeado de muchos. Magnifica fotografía y sobre todo magnifico sonido directo en ese 'backstage' conformado por las palabras sueltas, las frases, los consejos, esa conversación entremezclada entre cuadrilla y torero y entre este y el toro.

A los antitaurinos no les gustará la película; quizás a aquellos taurinos que esperan el triunfalismo del diestro tampoco, ni a muchos profesionales, supongo.

Yo desde aquí se la recomiendo si son aficionados de verdad.

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