El actor Luis Zahera repasa su vida en clave de humor en su monólogo 'Chungo' que llega a Errenteria mañana.
Luis Zahera | Actor

«Los malos de la tele caemos bien»

El intérprete llega a Errenteria este sábado para representar en doble función su monólogo 'Chungo', en el que repasa su vida en clave paródica

Alberto Moyano

San Sebastián

Viernes, 23 de agosto 2024, 02:00

Con una dilatada carrera a sus espaldas, con un Goya al Mejor Actor de Reparto en 2019 por 'El Reino' y proyectado hasta el infinito por su inolvidable papel en 'As Bestas', el actor Luis Zahera (Santiago de Compostela, 1966) se ha inventado un monólogo ... de humor, 'Chungo', con el que llega mañana al Limerick de Errenteria. La sesión de las 22.00 horas ya ha agotado el taquillaje y a la de las 19.00 horas, poco le falta. Zahera, que se autodefine como «un analfabeto digital» que vive «en un universo paralelo», repasa con un afilado y personal humor su periplo vital durante hora y media en la que se ridiculiza a sí mismo. «Me parece la obligación de los actores: ridiculizarnos. Se trata de hacer el tonto», apunta.

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–Lo de 'Chungo', ¿por qué? Con la fama de afable que tiene usted...

–Porque es una palabra que se utilizaba mucho cuando yo era chaval, 'chungo', 'chunguería', 'chunguez'... Y ahora empiezo a hacer papeles más generosos, pero siempre hacía de chungo chunguísimo, así que titular de esta forma el monólogo me servía para explicar cómo acabé haciendo de chungo. Fueron las cosas que me sucedieron en la vida. Básicamente, el monólogo es Luis Zahera poniendo en ridículo a Luis Zahera, pero hay todo un artificio como que yo acabé haciendo de chungo porque de niño me pasaban cosas chungas.

Su monologo

«Ahora empiezo a hacer papeles más generosos, pero siempre hacía de chungo, chunguísimo, así que el título me sirve para explicarlo»

–Sin embargo y a pesar de que tantas veces interpreta a personajes malvados, el público le tiene aprecio...

–Sí, no sé... Yo tengo el recuerdo de niño de J. R. (personaje de la serie 'Dallas'), que era el malo que me gustaba. Me caía muy bien. Y yo creo que los malos de la televisión tenemos una cosa simpática. La gente empatiza con esa maldad que a todos nos apetecería llevar a cabo y con eso de vivir al margen de la ley. A toda esa parte del niño que llevamos dentro le encantaría hacer algo malo y transgredir. Yo creo que la cosa va por ahí y agradezco mucho que me quieran porque aunque también había malos que me caían mal, eran los menos. Yo creo que los malos de la tele caemos bien.

–A diferencia del trabajo de actor en series y películas, que se hace y dentro de unos meses ya se verá, el monólogo es un deporte de contacto, en el que el público reacciona frente al artista y en tiempo real.

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–No me gusta lo de 'deporte de contacto' porque efectivamente lo es. A mí lo que más me gusta es el teatro y reconozco que es lo que menos hice porque entras en el mundo de la televisión, en el que está la popularidad y el dinero. Luego los representantes que tenemos siempre te dicen que ya habrá tiempo para hacer teatro cuando seas mayor, pero va pasando el tiempo y nunca lo haces. Entonces, tomé la decisión de hacer un monólogo porque lo que quiero es estar en un escenario, entretener y divertir en estos tiempos extraños, oscuros y apretados que estamos viviendo. La gente agradece la risa, que ahora es terapéutica como nunca lo fue antes. Es obligación de los actores y de los titiriteros estar ahí aportando nuestro granito de arena. Con Alicate Producciones, que son los que me llevan por España, lo pasamos muy bien y hacemos nuestra labor.

El teatro

«Es lo que más me gusta y reconozco que es lo que menos hice porque entras en el mundo de la televisión... va pasando el tiempo y nunca lo haces»

–Me dirá que no lo hay, pero ¿cuál es el truco para mantener al público centrado en lo que pasa en el escenario en estos tiempos de déficit de atención?

– Soy ventajista porque el público que viene a los monólogos es de mi edad, entre cincuenta y sesenta años, que todavía somos de la maquinaria antigua. También vienen jóvenes, pero seamos sinceros: son los menos. Entonces, ese problema lo tengo solucionado. Los hombres y mujeres que vienen a mi monólogo tienen ya un recorrido y una costumbre de prestar atención. Ese problema lo tienen mis sobrinos y los de esas edades.

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–¿Es de los que mira con nostalgia los años ochenta o alucina cuando escucha según qué cosas sobre aquellos años?

– Yo soy de los de cualquier tiempo pasado fue mejor, pero no nos vamos a mentir: los ochenta también tuvieron horrores y horrores terribles, principalmente, la droga. Pero sí, soy de la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor y me aprovecho de eso para hacer este monólogo y revivir toda aquella infancia, con mis padres, mis hermanos, mis primos, mis chungueríos y mis ridículos, que hice muchos en mi vida.

–Pues va a actuar en Errenteria, que ya le digo yo los espectáculos que recibía en los años ochenta...

– Sí, sí, lo veíamos mucho en la tele: 'El Lute' y 'la ETA'. Alguna referencia habrá en el monólogo porque tengo una anécdota con ETA político-militar y cuando hicieron desaparecer a su líder, 'Pertur'. Y hay una historia relacionada con eso en la que hice el ridículo y no cuento más porque se verá en el espectáculo. Cómo puede funcionar la cabeza de un niño y encima, que treinta años después acabe haciendo un personaje llamado 'Pertur' (en la serie 'Sin tetas no hay paraíso'). Por dónde te puede llevar la vida o ETA misma, que todo aquello aparte de terrorífico, era ridículo.

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Años 80

«Tengo una anécdota con ETA político-militar y con la desaparición de 'Pertur', en la que hice el ridículo. No cuento más porque se verá en el espectáculo»

–La vida tiene mucho sentido del humor...

–Sí y yo creo que te puedes reír de absolutamente todo. Estoy completamente de acuerdo. No creo en lo políticamente correcto en el humor. Con hacerle un guiño a determinada sensibilidad, se puede uno reír de absolutamente todo. Es sano y está demostrado que beneficioso.

–Eso que hace en la obra de burlarse de sí mismo, ¿tiene también algo de maniobra de seducción?

–Mi intención no es ésa. Más bien me parece la obligación de los actores: ridiculizarnos. Se trata de hacer el tonto. Como decía mi madre: «Qué bien haces el tonto, niño». Creo que es nuestra obligación, pero si lo quiere ver así, pues también me vale.

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–¿Cómo es una gira veraniega con un espectáculo de humor que te lleva un día aquí y al siguiente, a la otra punta? Igual daría para un película...

–Yo es que me divierto mucho con mi productora. Recorremos España y nos lo pasamos muy bien. Lo que me dice la gente: «Qué de moda estás, ¿no?». Me divierte mucho, me llena de orgullo y satisfacción, como decía el otro. Hay que aprovechar este momento dulce, porque las modas vienen y van, para ganar un dinero y decir la verdad. Y darle duro. A mí me gusta trabajar, me divierte mucho mi trabajo, estar en el escenario y que la gente se ría.

Humor

«La gente se ríe de lo mismo en todos lados. Si quieres, mi monólogo tarda más en arrancar en Valladolid que en Barcelona, donde se ríen inmediatamente»

–¿Todos los públicos son iguales y se ríen de lo mismo o cada uno presenta sus peculiaridades?

–Yo creo que toda la gente se ríe de lo mismo, no veo grandes diferencias de públicos. Si quieres, por ejemplo, mi monólogo tarda más en arrancar en Valladolid, mientras que en Barcelona se ríen inmediatamente. Estoy fascinado con el público de Barcelona. Y el público vasco, también. Por decir algo y entrar en la polémica para que me critiquen, ya que caigo tan bien, los de Alicate Producciones son reacios a llevarme a determinados sitios porque me dicen: «Es que no se van a reír». Pero qué va, todo el mundo se ríe igual, lo que pasa es que hay funciones mejores y peores, y nosotros en el escenario estamos mejor o peor, por eso la gente tarda en reírse. El público es maravilloso y los que son unos farsantes son los de Alicate Producciones (risas).

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