!['Argi hiru zubi' (1977), obra creada con troncos que el artista solía encontrar abandonados, una recuperación de materiales de desecho que le asoció con el 'arte pobre'.](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202104/13/media/cortadas/mendiburu-arte-kASH-U14045199294LhD-1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
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iñaki esteban
Miércoles, 14 de abril 2021, 13:59
Lo que de niño fue un juego, años más tarde se convirtió en un método para hacer esculturas, o para que ellas se hicieran solas. Remigio Mendiburu (Hondarribia, 1931- Barcelona, 1990), como tantos otros en la infancia de otras épocas, amasaba bolas de barro ... para tirarlas al suelo o contra la pared. En sus primeros pasos como escultor se dio cuenta de las posibilidades de esta operativa en apariencia inocente. Al chocar contra la superficie, la materia formaba burbujas que explotaban de inmediato. Era el barro, el bronce o la escayola la que se expresaba sin que mediara la voluntad del artista, y esto le pareció un hallazgo, con el que entre 1960 y 1962 realizó su primera serie, 'Taluak'.
«Mi escultura habla más de la energía que de la forma», explicó el artista para resumir su ambición explosiva, la que restaba monumentalidad y pesada seriedad a esta disciplina. Y ese intento de asociarla con la vida y con el juego, de bajarla de la peana y ponerla sobre el suelo, es la que atraviesa buena parte de la exposición 'Mendiburu. Materia y memoria' que, comisariada por Juan Pablo Huércanos, se puede ver desde hoy en el Bellas Artes de Bilbao.
Exposición. La retrospectiva toma su título 'Mendiburu. Materia y memoria' de la obra homónima de Henri Bergson.
Contenidos. Reúne un centenar de piezas, entre esculturas y obras sobre papel que fueron realizadas a lo largo de toda su trayectoria: desde sus inicios a finales de la década de 1950 hasta sus últimos proyectos a mediados en los 80. Comisario, Juan Pablo Huércanos, subdirector del Museo Jorge Oteiza.
Faltaba una retrospectiva -una «introspectiva», hecha desde el núcleo de su obra, como matizó Huércanos- de este artista de Escuela Vasca que estuvo en la muestra fundacional del grupo Gaur -el de Chillida y Oteiza, entre otros- en la galería Barandiarán de San Sebastián, en 1965, con la conocida pieza 'Txalaparta', que se incluye en el recorrido del museo.
Con un montaje de Aritz González, una parte del edificio contemporáneo recupera su antigua disposición, según consta en una foto de 1971, con amplios espacios abiertos y paredes de baja altura, de modo que se pueden ver obras de distintas épocas y las relaciones entre ellas. «Es un bosque de esculturas pero también una serie de emboscadas que el visitante tiene que activar con su movimiento», relató Huércanos
El director del Bellas Artes, Miguel Zugaza, agradeció los préstamos de la familia y de coleccionistas particulares para montar esta muestra, patrocinada por BBK, a la que el museo también aporta sus fondos, como la pieza 'Sustraiak', que entró en ellos en el mismo año de 1971, o como una de las dos que donó José Javier Arteche.
Huércanos, subdirector del Museo Oteiza en Alzuza (Navarra), ha resumido tres décadas de trayectoria en 120 obras «para ahondar en ella desde lo contemporáneo». «Empleó materiales pobres, evitó el artificio y puso su arte en un lugar vital, experiencial, no contemplativo, situado en lo cultural, lo social y lo personal; un lugar que hoy asumen como propio los artistas actuales», explicó.
El título 'Materia y memoria' condensa el carácter de la madera como «tiempo mineralizado», y aborda la escultura de Mendiburu «desde su territorio, desde su lugar de procedencia, desde su biografía». Se interesó más por el proceso de creación que por la planificación. En vez de empezar sus esculturas modelando la madera desde su posición externa, la reventaba por el centro del bloque y a partir de ese hueco interno empezaba a construirla.
La muestra incluye piezas esenciales como 'Aizkolari', que evoca la lucha de quien compite cortando troncos contra la materia y contra el tiempo. Pasa a la década de los setenta con la serie 'Sustraiak' , con sus tramas de elementos cruzados, su aformalismo y su «antidiseño», según Huércanos.
Sólo en la década final, en la de los ochenta, y poco antes de realizar su trabajo para la conmemoración del 50 aniversario de la destrucción de Gernika, reconoció la herida que sublimó en el arte. «Yo pienso que mi escultura nace en principio por la necesidad imperiosa de expresarme y contar, de alguna manera, lo que había vivido en la guerra y en el exilio, una historia que no había contado a nadie», confiesa en una entrevista que se hace a sí mismo en 1984 y que firma con el seudónimo de Peter Bird.
Su padre luchó como gudari y, con su madre y sus hermanos, tuvo que dejar Hondarribia y refugiarse en Montserrat antes de pasar la frontera a Francia, donde fueron hacinados con otros refugiados en campos de concentración. Poco después empezó a dibujar aviones y bombardeos. Hubo una huella gozosa de la infancia en el arte de Mendiburu, la del barro contra el suelo o la pared, y otra más trágica, la del trauma de la guerra. Y ambos se cruzaron en su singular trayectoria.
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