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El escritor Alejandro Palomas, autor de 'Una vida'. EFE
«Los meses más hermosos de mi vida fueron los que cuidé a mi madre antes de que muriera»

Alejandro Palomas

Escritor
«Los meses más hermosos de mi vida fueron los que cuidé a mi madre antes de que muriera»

Publica 'Una vida', sobre la orfandad de unos hermanos que se unen para despedir a Amalia, la protagonista de su exitosa tetralogía

Lunes, 24 de marzo 2025, 00:03

El escritor Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) cierra su tetralogía familiar, con 'Una vida' (Destino), novela en la que muere Amalia, la madre.

–¿Quién es Amalia?

–Hay muchas Amalias, y tiene una carta de navegación muy completa porque ya no está. Es una madre que durante muchos años estuvo muy sombreada por un hombre que la quiso mal, la quiso poco. A los 65 años ella se divorcia y descubre una libertad con la que antes nunca había podido soñar. Se convierte en una mujer libre, que disfruta mucho, pero que decide que los que no son libres son sus hijos. Y quiere que lo sean antes de que ella se vaya.

–¿Cómo construyó esa liberación propia?

–Tuvo que empezar desde cero y aprender lo mínimo, como pagar un alquiler, contratar una línea telefónica y todas esas cosas que hace un joven cuando se va de casa. Curiosamente es una mujer feliz aprendiendo. Tiene la curiosidad de una niña y esa curiosidad la lleva a descubrir a sus hijos, a mirarlos de otra manera, a quererlos como a ella le habría gustado quererlos si no hubiera estado su marido. Se convierten en un equipo de cuatro, y cuando pasan cosas muy graves, en vez de dispersarse, surge una unión familiar que nadie espera.

–Puede ser la madre de cualquiera, entonces, no tiene ninguna característica especial.

–No la tiene, al revés, es una mujer muy vulnerable, muy cándida, y en este libro tiene 70 y largos años. Ella se inventa palabras, no tiene filtros, juzga muy poco. Lo que quiere es estar en su cama y ver la televisión y comer chocolate; es lo que más le gusta en el mundo. Estar con su perrita encima y que no la moleste nadie. Un retrato de muchas mujeres a esa edad.

–Su novela trata de la muerte de alguien amado.

–Va más sobre la orfandad, sobre el concepto de qué es ser huérfano... a veces lo eres si alguien ni siquiera te mira. En este caso hay una pérdida real, pero me interesaba mucho el concepto de duelo, y de cómo nos convertimos de hijos a cuidadores, con un cambio de roles entre padres e hijos. Cuando el hijo se convierte en padre de su padre, sin estar preparado. No sabemos qué hacer, porque no aceptamos nuestra edad, porque queremos ser jóvenes siempre y la enfermedad de un mayor nos obliga a vernos.

–¿En qué se convierte un hijo cuando es cuidador?

–Te pierdes en tu vida. Es un proceso con el que te tropiezas, sin tiempo para entender. Si hasta ese momento tu madre o tu padre te recibían en su casa para comer, ahora vas a cuidarles. Te toca hacer cosas y bregar con un lenguaje que desconocías, como empapadores, pañales, urgencias. Estás todo el rato inventando porque no sabes cuáles son los protocolos. Entonces, es un estrés terrible porque fallas constantemente, y te das cuenta de lo vulnerable que es la persona a la que tú siempre habías considerado tu apoyo. Y provoca salir corriendo de esa situación. O desear que se acabe pronto.

–¿Hay autobiografía en esta ficción?

–Sí, mi madre murió así, de un cáncer como el de Amalia. En mi caso particular, yo creo que los seis meses más hermosos de mi vida fueron los que cuidé a mi madre antes que muriera. Fue muy bonito y lo repetiría mil veces. Construimos una intimidad y una entrega que no habíamos tenido antes. Con mis hermanos conseguimos que mi madre se sintiera muy feliz.

–Habla del duelo. Ahora hay duelos hasta por las mascotas y las vacaciones.

–Existe el duelo por cualquier cosa, depende de la dimensión que le des a la pérdida. Pero ahora hay una tendencia a banalizar, a extender un estado de ánimo como quizá no se debería. Yo he sentido un duelo terrible por mi perro, por ejemplo, pero porque me enseñó a querer, a mí no me enseñó a querer una persona.

–Retrata la vejez, ¿por qué le interesa esa etapa de la vida?

–Me gusta mucho escuchar a las personas mayores, aprender de ellas y creo que tenemos la deuda pendiente de revalorar la figura del mayor, porque una sociedad queda muy definida por cómo tratamos a los sabios de la tribu.

–La palabra «madrear» planea en la trama.

–La protagonista se relaciona con casi todo desde la maternidad y recoge todo lo que es huérfano para ella, ya sea plantas, animales o cosas. Cree que todo lo que sufre no tiene madre.

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