![El misterio desvelado de María Paz Jiménez, la pintora que fue moderna en una Donostia en blanco y negro](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2025/02/06/Mari%20Paz-kmEE-U230780477654cQB-1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
![El misterio desvelado de María Paz Jiménez, la pintora que fue moderna en una Donostia en blanco y negro](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2025/02/06/Mari%20Paz-kmEE-U230780477654cQB-1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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Es una exposición fascinante como fascinante fue la vida de su autora. María Paz Jiménez (1909-1975) era de origen gitano, fue artista autodidacta, se afincó en Donostia, donde se casó con el ingeniero Alfredo Bizcarrondo, vivió el exilio en Argentina, agitó luego la vida ... cultural donostiarra como única mujer en un momento de hombres y deja una amplia y variada obra, entre lo figurativo y lo abstracto según las épocas. Una amplia retrospectiva abierta en la sala Kutxa Kubo recupera ahora su trabajo y reivindica también su personalidad como una pionera de muchas cosas, una moderna en una época en blanco y negro (y con tanto color en sus cuadros).
La exposición abre el programa del 25 aniversario de la sala ubicada en el Kursaal, con un programa dominado este año por tres mujeres artistas vinculadas al territorio guipuzcoano y que pertenecen a distintas generaciones: comienza con María Paz Jiménez y seguirá a lo largo del año con María Cueto (Avilés, 1960) y Maider López (San Sebastián, 1975).
Tanto las comisarias de la muestra, Haizea Barcenilla y Ane Lekuona, como la responsable de la sala, Ane Abalde, remarcan la calidad artística de Jiménez y el carácter rompedor de su trayectoria. «María Paz Jiménez (1909-1975) marcó la historia moderna del arte vasco con su pintura. Aunque vivió en pleno franquismo, supo mantener durante toda su carrera aquella pintura y mirada moderna que conoció antes de la Guerra Civil. Fue pionera de la abstracción —ya en 1949 expuso obras abstractas— y también una reconocida pintora informalista. La exposición recorre su fértil y vasto universo explorando las pasiones que confluyeron en ella. Aunque fue una agente cultural clave en la Gipuzkoa de aquel momento, su nombre no ocupa el lugar que merece en el imaginario compartido del arte vasco. Fue una persona que resistió el franquismo sin renunciar a su naturaleza: curiosa, gitana, mujer, intelectual y, sobre todo, artista».
La exposición reúne más de un centenar de pinturas (133) y obras sobre papel realizadas desde sus inicios profesionales en la década de los 40 hasta sus últimas obras producidas a mediados de los años 70, así como diversa documentación —cartas manuscritas, fotografías, programas de exposiciones, artículos de prensa— y réplicas de trajes diseñados por ella para su hermana y bailaora de flamenco Rosario Escudero. Las obras presentes en la exposición forman parte de distintas colecciones, con especial contribución de San Telmo Museoa. También hay aportación de particulares que han respondido a la campaña de búsqueda de cuadros lanzada en mayo de 2024 por Kutxa Fundazioa.
Nacida en Valladolid y afincada en Donostia hasta que en 1937 se exilió en Argentina, fue en aquel país donde empezó a pintar y celebró su primera exposición. Regresó a San Sebastián en 1945. «Persona de cultura extensa, lectora de poesía y filosofía, gitana que sentía el flamenco, cultivó una figuración muy personal y una abstracción vanguardista que le valió el reconocimiento del contexto artístico. Sin embargo, quedó fuera del conocido como arte vasco, protagonizado por hombres», dicen las comisarias.
La exposición comienza en la etapa surrealista, entre 1937 y 1945, sigue con la parte más figurativa de de los años 1945 a 1949, con sus 'monigotes' o figuras femeninas de fuerte carga poética y simbología relativa a sus orígenes gitanos, continúa con el tiempo de la experimentación, de 1949 a 1955, marcado por un viaje a París, y llega al informalismo matétrico hasta 1961. «El arte abstracto comienza a seducirme», escribe la pintora. La «etapa del misterio» y la experimentación que mantuvo hasta su prematura muerte, en 1975, complementan un variado y fértil itinerario artístico.
«María Paz Jiménez provenía de una familia gitana muy feminizada», subrayan las comisarias. «Su hermana María regentaba una sastrería en San Sebastián y cosía para familias de clase alta, con la hermana de María Paz. La familia estuvo muy ligada al flamenco y María Paz colaboró diseñando trajes o decorados para sus montajes, o el cartel de la escuela de baile que su tía Milagros tenía en San Sebastián».
También destacan las comisarias que «el marido de María Paz, Alfredo Bizcarrondo, nacido en el seno de una familia culta, se adaptó muy bien a su familia política. Lo habitual en aquella época era que las mujeres dejaran de lado el arte cuando se casaban, pero en este caso ocurrió al contrario, ya que María Paz desarrolló su carrera artística tras doce años de matrimonio, contando con la ayuda y el apoyo de su marido. Formaron una pareja moderna». Tuvieron un hijo, ya mayor, que vive en Donostia.
La exposición permanece abierta hasta el 18 de mayo. El 7 de marzo se celebará en San Telmo un simposio sobre la artista.
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