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Leí la iniciativa de la Real de jugar hoy ante el Madrid con una camiseta especial de inspiración chillidiana, en homenaje al escultor y su ... centenario, y me pareció una estupenda idea. Fui a la tienda del club con decidida intención de comprarla... pero algo me frenó: la enorme (y supongo que inevitable) presencia del patrocinador. Y decidí saber más sobre cómo se gestó esta camiseta.
La Real y la familia y fundación Chillida-Belzunce llevan tiempo desarollando iniciativas para celebrar el centenario. Faltaba la guinda: jugar un partido oficial con una camiseta especial. Y se aprovecha que dentro de unos días es el aniversario del debut de Eduardo Chillida como portero de la Real. Fue el 27 de septiembre de 1942, con solo 18 años. Luego una lesión de rodilla le retiró prematuramente: como recordaba su mujer y tantas veces hemos repetido, sin esa lesión quizás su destino hubiese sido al final entrenar al Hércules en vez de convertirse en artista universal.
La Real y los Chillida se pusieron manos a la obra con la camiseta. Ignacio y Mikel Chillida prepararon el diseño, basado en una obra en papel del escultor, Abiagune II, de 2001, más el logo del centenario y el lema 'lugar de encuentro'. El proceso no es fácil: con los técnicos de Macron, la marca que 'viste' a la Real, se fraguó un primer diseño, que luego tuvo que ser aprobado por la propia Liga profesional. Y ahí quedó el resultado.
Para quienes somos 'puristas', solo chirría la demasiado evidente del patrocinador, Yasuda, la corporación japonesa que esponsoriza a los txuri urdin. Me cuentan que eso era innegociable, y más aún al tratarse de uno de los partidos realistas de mayor proyección exterior, ante el Madrid. «Quizás podría haberse hecho una tirada para coleccionistas sin el patrocinador, pero nosotros seguimos la filosofía del aitona», me cuenta Mikel Chillida: «Hay que hacer las cosas que 'toquen el suelo', que se usen, y es mejor que esa camiseta la suden los jugadores en un partido oficial, con el 'peaje' de la marca, y no sea solo objeto para museos».
Esta noche la veremos en acción, y ojalá el espíritu pacífico pero combativo y ganador de Chillida se traslade a los txuri urdin. Antes del partido habrá pequeño homenaje con vídeo y un saque de honor de Luis Chillida con el balón también diseñado para la conmemoración. La vinculación entre la Real y nuestros intelectuales es fecunda, desde los versos de Gabriel Celaya a las galopadas en Atotxa del productor Elías Querejeta, que siempre recordó su gol al Madrid como un triunfo equiparable a sus mejores premios en el cine. Espero que también haya hoy goles txuri urdin para la historia.
(Es el centenario de Chillida y también el de Luis Martín-Santos el escritor y psiquiatra que fue amigo del escultor y murió prematuramente a los 40 años. Se abre en San Telmo una estupenda exposición sobre la figura del autor de 'Tiempo de silencio', que también lanza guiños a la efervescencia cultural de Donostia de los años 50 y 60. Merece la pena. Y es gratis).
Lo repetimos demasiadas veces porque demasiadas veces llegan noticias de cierres: una ciudad es su paisaje y su gente, pero también sus bares, sus comercios o sus librerías añaden señas de identidad y diferencian unos lugares de otros. Cierra Arenzana, para muchos «la tienda más bonita de Donostia», fundada hace 124 años y gestionada por cuatro generaciones sucesivas. El 30 de septiembre echa la persiana este almacén de cordelerías, corchos, alfombras y tesoros de lo cotidiano. Hasta fin de mes, por cierto, hay ofertas con materiales curiosos.
¿Por qué cierra? Los propietarios declinan las propuestas de entrevista porque se confiesan cansados y con ganas de cerrar una etapa. Pero pocos comprábamos ahí: todos lloramos el cierre de un comercio delicioso e 'instagrameable', tan cuidado, pero quizás sería viable si uno de cada cien que lamentan el cierre hubiese comprado más de vez en cuando. Cierra Arenzana, Donostia es peor.
P.d. El poderío de Ordizia. Hay ritos con historia que mantienen un vigoroso presente. Ir a Ordizia en su gran miércoles de septiembre es cada año una fiesta, y resulta un lujo ser jurado de su concurso de Idiazabal, la olimpiada del queso, junto a tantos ilustres de la cocina. Esta vez, además, estrenamos presidente, con el gran Pedro Subijana. Ganó La Leze, la quesería de Eli Gorrotxategi y Jose Mari Jauregi que también es de película, como el Zinamaldia que llega...
mezquiaga@diariovasco.com
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