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Quizás están ya hasta el gorro de los ecos del partido de la Real en el Bernabéu, pero somos muchos los que aún tenemos que ... digerir esas dos horas de tensión en el sofá de casa y esa eliminación que sabe a victoria (¿o es el consuelo de los mediocres?). Los gurús de la autoayuda están acostumbrados a aprovechar experiencias deportivas para aplicarlas a la vida, con libros del tipo 'El monje que vendió su Ferrari'. Así que aquí vengo con cinco cosas que aprendí sobre la vida viendo jugar a la Real contra el Real Madrid. Como si Imanol y Mikel Oyarzabal fueran nuestros psicólogos de cabecera, o algo así:
1. Discreción: había un plan, pero no lo sabíamos. Aquí nadie vendió la piel del oso antes de cazarlo: aparentemente la Real iba a Madrid como al matadero. Ni los más optimistas se atrevían a vaticinar un resultado que permitiera llegar a la final. Sabemos bien que nuestros vecinos al oeste del Edén habrían exhibido esquemas de victoria y ruido de guerra. También sabemos que ETB habría abierto los teleberris con l'a batalla de Madrid' si el equipo hubiese sido del otro lado de la AP-8. No, aquí fuimos con el fatalismo guipuzcoano por fuera... salvo los jugadores. Imanol tenía un plan. Y por eso quienes empezamos a ver el partido sin demasiadas ganas, «hasta que nos metan el primer gol», terminamos saltando en el salón a golpe de remontada realista.
2. Eficacia: que no parezca que estamos ganando. La Real jugó como si fueran cooperativistas de Mondragon: logrando objetivos pero sin hacer ruido. Mientras Vinicius Jr celebraba sus disparos a la grada como si fuesen pinturas de Velázquez Barrenetxea metía su gol y seguía jugando por la banda como si se tratara de un estudiante rumbo a un examen de Matemáticas. Y así un gol tras otro, sin despertar a la bestia pero sin arredrarse. Si te empatan, vuelves a levantarte sin aspavientos y sin sobreactuar. Pero p'alante. Tomamos nota.
3. Liderazgo: 'auctoritas' en camiseta. Uno ve a Oyarzabal en el campo o a Imanol en la banda y desprenden «liderazgo natural», no impostado. Ya saben eso que diferenciaban los romanos: 'Potestas', que es el poder de quien puede imponer las decisiones porque es el que manda y tiene la fuerza, y 'autorictas', el poder moral basado en el reconocimiento o prestigio de una persona. Hay mediocres a los que ponen una gorra y ya se creen capitán general, y tíos normales que se crecen cuando las circunstancias obligan. Como Oyarzabal.
4. Mestizaje: del Goierri y de Islandia. En el mundo que vivimos todos somos de todos lados. Esta Real mezcla jóvenes y veteranos, gente del Goierri y de Japón. Y todos reman. No importa tanto de dónde vienes, sino hacia dónde vas.
y 5. 'Triunfar' es relativo. Nos bombardean con la idea de 'triunfar', se repite que solo sirve la victoria, subir a lo alto del pódium o ser el más rico de la Forbes. Pero la Real cayó eliminada el martes y lo vivimos como un triunfo: se hizo lo que se pudo, se dejó todo en el campo y hubo una conexión jugadores-aficionados como hacía tiempo que no ocurría. Incluso los no futboleros hablaban el día siguiente de la batalla pacífica del Bernabeu. Dirán los más listos que ese es el consuelo del mediocre, que solo ganar cuenta. Pues vale: de triunfadores están el cementerio y las consultas de Psiquiatrías llenos. No ganar es a veces ganar.
Una cita que tiene como escenario la txakolineria Hika, en los altos de Amasa, con Roberto Ruiz y su equipo como anfitriones, ya empieza bien. Y si el objetivo es realizar la primera presentación del San Sebastian Gastronomika que viene, mejor. Ahí estaba todo el mundo de la gastronomía guipuzcoana e invitadas de lujo como Carme Ruscalleda. Pero eso ya se ha contado en este papel: no voy a hablar de cocina sino de la cocina como espejo. Porque en esa reunión hubo también protagonismo de mujeres que enseñan la mejor cara de la Donostia en que vivimos. Y que han optado por ser donostiarras, a diferencia de quienes lo somos por nacimiento.
Marti Buckley (en la foto) es de Alabama, June Yamaguchi es japonesa. Llevan ya muchos años aquí contando al exterior nuestro 'way of life'. Representan el San Sebastián de hoy tanto como los jóvenes que llenan el Dabadaba con Chill Mafia, o como los 40.000 guipuzcoanos que animan Anoeta, o como ese Gaztelubide que se renueva con una directiva encabezada por Agustín Pajares, o como quienes nos juntamos en Ernest Lluch para recordar a Rafael Berrio cinco años después de su muerte para festejar los discos que recuperan sus canciones inéditas.
Gastronomika honenajeará también a Heston Blumenthal, el cocinero británico que fue el mejor del mundo y padeció luego problemas mentales. Ahora quiere dar visibilidad a esos temas y por eso sus recetas serán esta vez para la vida, no para la cocina. Si sirven es mejor que encabezar la lista de los chefs.
mezquiaga@diariovasco.com
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