Detalles de 'niños en La Concha en 1912'. Fondo Galarza / Museo de San Telmo
La agenda portátil

Donostia para narcisistas: tal como éramos

La exposición de San Telmo con fotos del fondo Galarza es apasionante: uno ve las caras de quienes pisaban hace un siglo las calles que ahora, a veces, maldecimos. Ya lo dijo Iñaki Gabilondo

Mitxel Ezquiaga

San Sebastián

Sábado, 2 de noviembre 2024, 06:57

Lo resumió en su día Iñaki Gabilondo, que es experto en resumirlo todo. «Los donostiarras estamos enfermos de narcisismo, por eso somos a la vez tan críticos y anticríticos con la ciudad». Bueno, quizás esa reflexión servía más antes que ahora: en los habitantes de ... Donostia sigue latiendo esa vieja autocomplacencia que mantenemos en nuestro Adn («como aquí, en ningún sitio»), pero hoy crece también la insatisfacción ante una marea de dificultades que incomoda. Hay cuestiones serias y comunes a muchas ciudades (el grave problema de la vivienda, las sensaciones de 'invasión turística' y de inseguridad) y otras más indefinibles y etéreas que están provocando un 'cambio climático' en eso que se llamaba «donostiarrismo» en tiempos de los recordados Rafael Aguirre Franco o Miguel Vidaurre.

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Pero hay terapias que nunca decepcionan: por ejemplo, vernos en el espejo, tal como somos y, sobre todo, tal como éramos. Se abre en el museo de San Telmo una estupenda exposición que, por la acogida recibida en sus primeros días, ya augura un éxito popular. Esa sabia, rigurosa e incansable pareja formada por Lola Horcajo y Juan José Fernández Beobide ha comisariado la muestra 'Recuerdo de San Sebastián. Fondo Fotográfico Galarza', que reúne las fotografías realizadas en la primera mitad del siglo XX por Gregorio González Galarza y su hijo Carmelo, dos personajes de vida absolutamente cinematográfica, por lo que se cuenta en la propia exposición.

Son 140 fotografías que retratan la ciudad de esa época (y de otros municipios de Gipuzkoa) y también al paisanaje. La restauración de los originales se ha realizado con tanta calidad que uno ve a las caseras o los dantzaris de hace un siglo con una nitidez que impacta. El recorrido por las salas es un viaje por una Donostia que fue (y una Donostia que aún continúa), pero a mí me seduce especialmente la gente, esas caras de quienes pasearon por La Concha cien años antes que nosotros. Cada detalle está documentado con rigor: si vemos un barco encallado en la bahía se cuenta su nombre, de dónde venía y hacia dónde iba. Por eso la visita exige tiempo suficiente para sumergirse en un pasado que no es una colección de cromos, sino un valioso documento para plantearnos cuestiones sobre el presente y el futuro.

San Telmo siempre es apetecible, pero ahora mismo más: coincide esta exposición histórica con la muestra dedicado a Luis Martín-Santos, otro fascinante viaje a la personalidad y obra del escritor, pero también a otra época, avanzado el siglo XX. En cierto modo el recorrido por el museo es ahora como una serie televisiva que empezaría en las imágenes de los Galarza y sigue, en un capítulo cronológico posterior, en los años de Martín-Santos. Y la ruta se completa con el diálogo establecido entre la colección permanente y la obra de Nestor Basterretxea, de quien celebramos su centenario, a la vez que el de Chillida.

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Calabresi y el elogio del periodismo lento

El periodista y escritor italiano Mario Calabresi, 'donostiarra' esta semana porque el miércoles recibió el Euskadi de Plata de los libreros y hoy el premio de Covite en Miramar, nos deja valiosos titulares públicos y jugosas conversaciones privadas. Este hijo de policía asesinado, galardonado por 'Salir de la noche', donde cuenta su propia experiencia vital y de su país, nos contó a la italiana eso de que «antes de pasar página hay que leerla», o que «uno puede dejar de ser terrorista, pero ningún asesinado puede pasar a ser exasesinado».

Calabresi dio una estupenda charla en San Telmo (protagonista hoy de esta página) donde también habló de periodismo: fue director de periódicos como La Republica o La Stampa, y ahora practica lo que llama «periodismo lento». En este tiempo del periodismo rápido y del tuit urgente aboga por la profundidad y la reflexión. Por ejemplo: prefiere ir a Valencia y su apocalipsis dentro de un mes, cuando se hayan apagado los focos, y ver cómo ha quedado la gente. Ejemplo 2: harto de las noticias sobre inmigración ilegal, durante meses documentó la vida de un afgano que llegó a Italia por mar.

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Hace falta periodismo rápido porque queremos noticias inmediatas, aunque sean incompletas, y también periodismo lento porque cada vez más añoramos la vida levanta: al menos, algunos.

mezquiaga@diariovasco.com

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