

Secciones
Servicios
Destacamos
Hay un mantra que algunos donostiarras repiten: «Yo ya no piso Lo Viejo». Da pena escucharlo. Está claro que si vas a la Parte Vieja ... un sábado de agosto o un domingo de Semana Santa la verás invadido, con ese mal de la masificación turística que se repite en tantos sitios del planeta y del que todos somos protagonistas. Porque quien se queja de cómo nos invaden es probablemente el mismo que a esa hora está invadiendo el casco viejo de otro lugar, en Bilbao o en Copenhague.
El año es largo y hay muchos momentos en los que uno puede disfrutar de eso que las crónicas antiguas llamaban «barrio koxkero» y que es en cierta manera el corazón de Donostia. El otro día me encontré con un artista que se ha trasladado a vivir a Lo Viejo. Me dice que claro que hay incomodidades, desde el aluvión de turistas al largo calendario de fiestas que «sanferminiza» las calles en el peor sentido de la palabra, que hay mucho ruido y poco respeto a los vecinos, que florecen tiendas más pensadas para los de fuera que para los de casa. Pero que también mantiene el aire de pueblo donde la gente se conoce y disfruta.
Quienes seguimos pisando Lo Viejo a menudo sabemos también que sigue habiendo comercios estupendos que miman al indígena, bares y restaurantes que siguen cuidando el producto y, lo que es más importante, al cliente local. El peligro radica en que los donostiarras y guipuzcoanos nos retiremos de esas calles y las dejemos como «territorio ocupado» de guiris. Disfrutémoslo. Ojalá concluyan pronto, de una vez, asignaturas pendientes como la recuperación total de La Bretxa, nuevas excusas para orientar los pasos hacia allí.
Quienes peinamos canas hemos visto la Parte Viejas en momentos peores: cuando los soportales de la Consti eran mercadillo de sustancias ilegales, la Trini un 'picadero' de jeringuillas, los disturbios, diarios, y algunos ciudadanos tenían miedo de entrar a esas calles por no ser de las tribus ideológicas que imponían su ley. Cuando terminó nuestra 'guerra y paz' era emocionante escuchar a políticos que no habían podido pisar Lo Viejo en años contar la experiencia de tomar un vino en paz. Había también una degradación urbanística, atajada por la rehabilitación promovida desde el Ayuntamiento (durante años con la supervisión técnica del recordado Iñaki Maiza).
Es fácil hacer una caricatura de cómo es hoy el barrio, con sus grupos de turistas, bares de pintxos industriales con sus platos y palillos reglamentados, tiendas que parecen de la peor zona de las Ramblas y una especulación desatada que echa a muchos vecinos (eso es triste patrimonio de casi todos los barrios de la ciudad y de la comarca). Me quedo con lo bueno, sin caricaturas, porque a medida que cumplo años soy cada vez más 'naif' y practico eso de «viva la gente». Y viva Lo Viejo.
Los Golden Apple Quartet nacieron para cantar en una boda y han terminado haciendo una carrera de casi 40 años, actuando en teatros y teles de medio mundo. Su fórmula es eficaz: humor y una calidad musical extraordinaria. Como sus componentes son muy listos han decidido dejarlo antes de que la gente les deje a ellos. Merecen un descanso, y además cada uno prepara sus propias aventuras artísticas. Loyola Garmendia, por ejemplo, sigue siendo maestro de muchos cantantes.
Llevan meses enfrascados en la gira de despedida. Cuando la empezaron vinieron a la Redacción de DV y ahí, entre periodistas y ordenadores, nos cantaron como si estuvieran en el Metropolitan. Ayer les aplaudimos en el Principal, en una emotiva velada que se repite mañana. Un secreto: cuando acabe la gira, que parece ser larga, quizás vuelvan al Victoria Eugenia para hacer la última/última/última función.
Hay algo mágico en colarse en un ensayo artístico, aunque sea con permiso. El jueves algunos privilegiados vimos en el Kursaal cómo la Euskadiko Orkestra ultimaba la pieza que Antonio Lauzurika ha escrito en homenaje a Chillida. Qué bien suena la Sinfónica, que acaba de triunfar en Salzburgo, la patria de las músicas. El centenario del artista sigue: en marzo llega la expo de fotos de Jesús Uriarte y la prometedora muestra en el Balenciaga de Getaria.
mezquiaga@diariovasco.com
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La NASA premia a una cántabra por su espectacular fotografía de la Luna
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.