CÉSAR COCA
Martes, 17 de noviembre 2015, 07:48
La pianista catalana Alicia de Larrocha (Barcelona 1923-2009) solía referirse de vez en cuando, en conversaciones con sus familiares y amigos más próximos, a unos «pecadillos de juventud». Era una manera cariñosa y ligera de hablar de una serie de obras que escribió antes ... de rebasar los 30 años, cuyas partituras originales permanecían a buen recaudo en su casa. Llegada a esa edad, y tras su estancia en EE UU para hacer una gira con la Filarmónica de Los Ángeles, su carrera internacional cobró un auge enorme y nunca volvió a escribir una sola nota.
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Aquellas piezas quedaron semiolvidadas, sin que en su gran mayoría hubiesen sido interpretadas en público ni una sola vez. Ahora ese silencio se ha terminado. La pianista guipuzcoana Marta Zabaleta, que dirige la Academia Marshall -al frente de la cual estuvo durante muchos años la propia Larrocha-, ha grabado un álbum doble (sello La Mà de Guido) y se ha encargado de dar los retoques necesarios a todas las partituras para que puedan ser publicadas (en la casa Boileau). Los libros de Historia de la Música tendrán que modificarse: además de una pianista insigne, Larrocha fue también una estimable compositora.
Zabaleta la conoció después de haber estudiado en París y Madrid. Quería ampliar su formación sobre todo en lo referido a la música española y decidió que nadie mejor que Larrocha, que la había difundido por todo el mundo, para adentrarse en los misterios de Albéniz, Falla, Granados, Mompou, Turina y otros. Durante siete años viajó con frecuencia hasta Barcelona para estar con ella. «Al final, la relación era muy personal, y dejé de ir a la Academia Marshall porque nos encontrábamos directamente en su casa», explica Zabaleta. En algunos de aquellos encuentros, a veces en presencia de otras personas, Larrocha hablaba casi con pudor de unas obras que mucho tiempo antes había escrito y que nadie había escuchado.
Tras la muerte de la gran intérprete, Carlota Garriga, que había sido su mano derecha durante décadas, la llamó para ofrecerle la dirección de la Academia. Años antes, la propia Larrocha le había pedido que la ayudara en esa tarea, pero Zabaleta acababa de ser madre y residía entonces en Lisboa, y no se sintió capaz de asumir un reto así. Cuando Garriga le reiteró la propuesta, su situación había cambiado, entendió que ocupar el cargo no la obligaría a trasladar su residencia de Hendaya a Barcelona, y aceptó. Instalada ya en el puesto de directora, hace algo más de dos años, Alicia Torra, la hija de la gran pianista, le propuso sacar a la luz los trabajos de su madre, que había encontrado en un cajón. «Al principio se trataba de una veintena de partituras, pero fueron apareciendo más y más hasta completar un total de 68, de las que aproximadamente 60 no habían sido grabadas ni interpretadas nunca en público», comenta Zabaleta.
Hasta ahora, lo único que se conocía de Alicia de Larrocha como compositora era un pequeño grupo de piezas que reunió Carlota Garriga en 1987 para un concierto homenaje a quienes habían sido sus profesores. Ella misma dio sendos recitales en Barcelona, Madrid y Alcalá de Henares. Algo después, Alba Ventura, otra de sus alumnas, estrenó dos piezas más; y la soprano Marisa Martins, acompañada al piano por Mac McClure, cantó en recital algunas de las partituras escritas para voz y teclado. Y ahí quedó todo.
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Géneros e influencias
De las 68 piezas, 58 están escritas para piano solo; ocho para voz y piano, una para violín y piano y la última, para violonchelo y piano. Fueron escritas entre 1930 y 1953; es decir, que la primera está datada cuando Larrocha tenía solo 7 años, y la última, a los 30. «Ella no se atrevía a llamarse compositora. De hecho, no había estudiado Composición. Esa circunstancia se unía a la de que entre sus amigos se encontraban Montsalvatge, Toldrá, Mompou.... Todos eran compositores de primera fila y no se veía a su altura». Quizá por eso, porque nunca pensó siquiera en la posibilidad de publicarlas, las partituras originales carecen de indicaciones de tiempo y pedal.
«A medida que iba avanzando en su estudio entendía lo que quería decir», sostiene Zabaleta. Esas indicaciones precisas para una correcta intepretación han sido incorporadas en la edición que acaba de ver la luz.
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En las obras de Alicia niña «se nota la influencia de Haendel, Bach, el joven Albéniz... Da la impresión de que quiere componer como los músicos que ha ido conociendo. La 'Jota', escrita con 14 años, ya es técnicamente difícil, como si pusiera empeño en demostrar que era capaz de escribir algo así».
Marta Zabaleta explica cómo suena esta música que ha permanecido más de medio siglo oculta. «Le gustaba el jazz, y admiraba profundamente a los pianistas de ese género y se nota mucho en las obras que escribió con veintitantos años. También hay muchas melodías extraídas del folclore catalán. Las últimas piezas, las más maduras, se inscriben en el impresionismo. Nadie las relacionaría con Falla o Albéniz, porque no hay en ellas el menor regusto andaluz. Por el contrario, tienen un aire a Toldrá y el joven Mompou, quizá incluso a Schumann las más románticas».
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Y románticas lo son, al menos algunas. Se ve desde la dedicatoria: su novio de entonces y marido luego figura en la primera página de un puñado de ellas. En ocasiones, además de «pecados de juventud», se refería a sus obras como «versos musicales». Le gustaba mucho la poesía pero no se atrevía a escribir poemas, así que a falta de lírica en forma de palabras destinaba a su novio estos versos sonoros.
Hay algo que no encontrará el aficionado: no existe en estas páginas la menor aproximación a la atonalidad, el lenguaje que la vanguardia había extendido por Europa a partir de los años veinte. «Yo conocí a la artista madura, sabia, desbordante de talento, y en estas partituras la he reencontrado, he visto a una artista joven con un gran dominio del lenguaje musical, algo que ahora es mucho más difícil de encontrar». La pianista guipuzcoana asegura que en estas obras «escucha a una persona que quiere cantar con el piano. Transmite mucha más libertad de la que luego se permitía». Son unas partituras «sin apenas errores, que no tienen nada que envidiar a otras publicadas en esos años. Y en esto coinciden unas cuantas personas que han escuchado estas piezas», añade.
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Un nuevo perfil
La presentación del álbum tendrá lugar el próximo día 19 en el Auditori de Barcelona, con la presencia de todos los intérpretes que han participado en la grabación. Aún no es definitivo, pero es probable que haya actos similares en Madrid y otros lugares. Con el lanzamiento simultáneo de la edición y el álbum doble, se completa la figura de una pianista con una discografía amplia que ha ido aumentando tras su desaparición, cuando numerosos registros para la radio y la TV se han pasado a formato CD.
Está ahí la Larrocha menos conocida, que más allá de sus interpretaciones de referencia de compositores españoles, a los que es preciso añadir a Mozart, Beethoven, Liszt o Schumann, se adentra en repertorios que a muchos pueden parecer extraños para ella, como la música rusa en general y Rachmaninov en particular. Ahora, a todo eso se suma una faceta que había permanecido oculta para los aficionados: la de compositora. Los 'Pecados de juventud' de la gran pianista catalana -así se llama también el álbum-, han salido a la luz.
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