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Imagen del grupo.

En las antípodas de lo vulgar

The Orchestra Of Spheres, marcianos de Nueva Zelanda, llegan con sus instrumentos inventados y sus atuendos de fantasía, dispuestos a «dar amor a la gente a través del sonido»

Carlos Benito

Martes, 24 de mayo 2016, 16:42

The Orchestra Of Spheres podrían proceder perfectamente de Marte, porque su música y su actitud se rigen por parámetros que no parecen de este mundo. Eso es algo que se puede pensar antes incluso de verles, cuando uno todavía da por supuesto que su apariencia física se atendrá a los cánones, ya de por sí relajados, del rock: al contemplar sus fotos promocionales, en las que aparecen como recién salidos de un guateque sideral, o extrañamente camuflados tras unas flores que brotan del cuello de un vestido, o ataviados para encabezar una secta hacia el desvarío colectivo, uno acaba pensando que la estimación marciana suena demasiado prudente y que su origen ha de encontrarse todavía más lejos, en una galaxia muy muy lejana y muy muy rara.

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Y casi es cierto, porque en realidad The Orchestra Of Spheres vienen de Nueva Zelanda, que por ahora es una de las cosas más parecidas que tenemos a un exoplaneta habitado. El vistoso proyecto surgió en la escena de Wellington allá por 2009, con la intención de interpretar una música que podríamos definir como 'de baile', siempre que entendamos ese concepto en un sentido nada reduccionista: sus canciones tienen vocación de inducir al trance, de desencadenar un ritual hipnótico y gozoso en el que la mente y el cuerpo se liberen de ataduras. Lo han descrito como «boogie de ciencia ficción» y «funk futuro de la antigüedad», por su manera de enlazar alegremente tribalismo y futurismo, y su listado de referencias incluye ritmos de todas las latitudes: kuduro, shangaan electro, kwaito, zeuhl, mebalax, tarraxo e incluso «no wave progresiva polinesia», porque los estilos imaginarios también pueden convertirse en una influencia. En una escala de menos a más convencional, siempre dentro de lo sanamente anómalo, han sido comparados con la Arkestra de Sun Ra, con el afrobeat de Fela Kuti, con los proyectos del colorista George Clinton, con el krautrock más rítmico y con Talking Heads y su derivación juguetona Tom Tom Club.

Guitarra de lata de galletas

La 'Orquesta de las Esferas ejerce su sacerdocio con fabulosos atuendos, con enigmáticos nombres de guerra (Baba Rossa, Mos Iocos, EtonalE y los baterías Woild Boin y Tooth, uno para el directo y el otro para el estudio) y con instrumentos fabricados por ellos mismos, entre los que destacan la guitarra de lata de galletas (que también lleva el listón de madera de una cama y un trozo de cuerno de ciervo y, según dicen, resulta ideal para el 'feedback'), el bajo-carillón (que aprovecha los pedales de un viejo órgano) y la 'sexomouse marimba'. Durante una gira por Polonia, les robaron de la furgoneta buena parte de su equipo: «Ahora se chotean, en algún lugar de la Cracovia suburbana, los instrumentos caseros y únicos de las Esferas están cambiando a mejor el sonido del 'underground' polaco».

Los extravagantes neozelandeses llegan a Bilbao dentro del 'tour' de presentación de su nuevo álbum, el recién editado 'Brothers And Sisters Of The Black Lagoon', en el que se mantienen fieles a su propuesta primordialmente instrumental, con las voces empleadas a modo de coro o para transmitir las claves propias de su misterioso culto: desde «folla, folla, folla, porque para eso estás hecho» ('In The Face Of Love') hasta «no olvidemos nuestros móviles, no olvidemos nuestros cargadores de móvil, no olvidemos nuestros cigarrillos electrónicos» ('Let Us Not Forget'). El disco está inspirado en asuntos de hondo calado, como los camellos, las piscinas o las fábricas de malvaviscos, aunque, según la percepción del cuarteto, la situación del mundo ha conseguido ensombrecer en cierto modo las canciones. «Nosotros queremos hacer cosas bonitas y dar amor a la gente a través del sonido. Nuestra música brinca desde el suelo y sube más y más en el aire. Pero vivimos tiempos oscuros. Es un momento de guerra por control remoto, de engaño masivo y de culto al dinero. De alguna manera, este ánimo propio de la época se ha filtrado de manera abstracta hasta las sesiones de grabación». Habrá que pensar en ello mientras se baila.

Orchestra Of Spheres: 'Electric Company'

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