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El artista británico.
El cantante más frágil del mundo

El cantante más frágil del mundo

El británico Keaton Henson es un ermitaño hipersensible y con pánico escénico que, de vez en cuando, vuelve su alma del revés en un disco. «Sigo sin ser feliz», dice en su nuevo álbum

Carlos Benito

Miércoles, 21 de septiembre 2016, 13:40

Keaton Henson lleva seis años empeñado en una batalla contra sí mismo. Antes de aquel punto de inflexión en su vida, disfrutaba de la existencia austera y apacible de un ermitaño: encerrado en su piso de las afueras de Londres, se dedicaba a fumar 'marlboros' en cadena y se ganaba las lentejas (es un decir, porque, a juzgar por su estructura física de personaje del Greco, no se infla precisamente a cocidos) como ilustrador de cierto renombre. Su faceta musical era solo un alivio terapéutico y clandestino: tras romper con su novia de la adolescencia, se lanzó a componer canciones ferozmente confesionales, como viñetas en las que estampaba sin rodeos su corazón maltrecho. La primera la hizo el mismo día que aquel amor se acabó, y en los meses siguientes escribió y grabó un centenar más, casi todas referidas a la misma jornada aciaga. Las registraba en su dormitorio, ese ecosistema del que apenas salía, aprovechando los huecos de silencio entre los aviones que sobrevolaban su casa con destino a Heathrow. Y, por supuesto, las mantenía celosamente guardadas en la caja de caudales de su ordenador.

Hasta que regaló una de esas canciones a una amiga, y una cosa llevó a otra y se animó a colgar unas cuantas en internet, y pincharon una de ellas en la BBC, y de pronto la gente quería un disco y actuaciones en directo y entrevistas. Hoy, Keaton Henson sigue viviendo como un ermitaño, pero su existencia cotidiana ya no resulta tan apacible, porque está sometido a mil tensiones y presiones, siempre culebreando entre lo que quiere hacer y lo que cree que debe hacer. La expresión 'compromisos profesionales' adquiere en su caso las características de un despiadado tormento. Henson suele referirse al primer concierto que le organizaron como 'El Incidente', porque la cita acabó en espantada, al sentirse incapaz de enfrentarse al público. En estos seis años ha tocado unas cuantas veces, pocas, y la experiencia siempre le supone un trauma íntimo: «Sufro ansiedad crónica. A veces ir al supermercado ya es una pelea, me resulta muy duro: sientes que todo el mundo te mira todo el tiempo, así que cuando subes a un escenario y te están mirando de manera inequívoca, definitiva, la cosa resulta aterradora», explicó en enero al 'Evening Standard'. El periodista indagó si estaba diagnosticado formalmente de algo, y él aclaró que sí, que «de todo».

Vídeo: Keaton Henson: 'Alright'

Aquella entrevista, por cierto, era la tercera que mantenía cara a cara en toda su carrera y le obligó a salir de casa por primera vez en tres semanas: su modalidad favorita de cuestionario es por escrito, con cuatro o cinco preguntas a las que contesta con unos preciosos y ocurrentes dibujos. Keaton Henson, con su delgada anatomía de insecto, sus trajes de hombre antiguo y su barba desarreglada, es un romántico terminal, un personaje de novela cruelmente trasplantado al mundo real. Hijo de un actor de la Royal Shakespeare Company que también ha aparecido en series como 'Fawlty Towers' o 'Downton Abbey' y de una bailarina y coreógrafa, se ha especializado en reciclar sus zozobras íntimas en obras de arte, en forma de ilustraciones, poemas o canciones, con un nivel de exposición que resulta casi suicida en alguien tan tímido y vulnerable. «Es como quitarme la ropa y leer mi diario», ha dicho sobre su música.

Recrear el dormitorio

Sus canciones, entonadas con voz trémula y estrangulada, como si estuviese siempre al borde del derrumbe emocional, suelen mantenerse fieles a la idea de música doméstica, aunque en ocasiones cede a cierta inquietud exploratoria: su segundo álbum lo grabó en California tuvo que alquilar un apartamento por dos meses y, según lo expresó su discográfica, «recrear allí el aislamiento de su dormitorio» y en dos canciones irrumpía inesperadamente la energía desatada de una banda eléctrica. En el álbum que acaba de publicar, 'Kindly Now', el tercero de su faceta como cantautor, ha introducido algunos toques electrónicos, pero sin alterar la fórmula esencial de piano, guitarra y adornos orquestales grabados también en su casa, con los músicos apiñados entre dibujos y animales disecados.

Tampoco han cambiado las letras, claro, un repaso impúdico a los recovecos de su alma hambrienta de amor: hablamos de un hombre que, al final de uno de sus videoclips (el de 'Sweetheart, What Have You Done To Us?') acabó llorando de verdad y se escapó corriendo hasta salirse de plano. De los temas de 'Kindly Now', quizá la letra más emocionante sea la de 'Old Lovers In Dressing Rooms', que narra la visita a camerinos de una novia del pasado, o quizá se trate de LA NOVIA del pasado. «No tengo mucho que decir, / 'he pensado en ti todos los días', / y ella parece decepcionada / cuando le digo que sigo sin ser feliz», canta, y también: «'¿Me quisiste tal como lo has escrito?'. / 'Bueno, me temo que sí, me temo que sí'. / Y ella sonríe y dice que tiene que marcharse. / Me quedo solo y en silencio / hasta que vienen a decirme que tengo que irme, / que hay gente a la que debo saludar».

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