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Cosey Fanni Tutti.
Escándalos, pornografía y ruido

Escándalos, pornografía y ruido

Ese podría ser el título alternativo de 'Art Sex Music', la autobiografía que acaba de editar Cosey Fanni Tutti. Como miembro de COUM Transmissions y Throbbing Gristle, horrorizó a los biempensantes de la Gran Bretaña de los 70

Carlos Benito

Miércoles, 26 de abril 2017, 19:09

En su autobiografía, 'Art Sex Music', Cosey Fanni Tutti recuerda aquel momento de principios de los 80 en el que se mudó con su pareja a una antigua escuela de Norfolk, se centró en criar a su hijo Nick y se adaptó a la apacible vida rural. «No tenía mucho en común con las otras madres», reconoce, y esa frase sencilla y trivial adquiere una comicidad brutal cuando se conoce su currículum, repartido entre los tres ámbitos de experiencia que componen el título del libro. Efectivamente, parece improbable que ninguna otra madre del pueblo hubiese acumulado un historial en el arte, el sexo y la música comparable al de Cosey. De hecho, no hay muchas personas en el mundo entero que puedan medirse con ella.

El volumen, editado a principios de este mes por Faber, repasa la trayectoria de una mujer que, a lo largo de la década de los 70, estuvo en el centro de algunos de los escándalos más sonados del Reino Unido. Primero, lo hizo en el mundo del arte como integrante de COUM Transmissions, un colectivo al que un horrorizado parlamentario conservador proporcionó el eslogan definitivo: «Desguazadores de la civilización», los llamó. De COUM surgiría Throbbing Gristle, la banda incómoda y turbadora que creó el concepto mismo de música industrial. La prueba del alcance de su transgresión está en que, tantas décadas después, la mera descripción de las performances de COUM Transmissions basta para espantar a la mayoría de la sociedad, que también suele reaccionar con desconcierto y visceral desagrado ante los discos de Throbbing Gristle.

Cosey, cuyo nombre original es Christine Newby, nació en 1951 en Hull. En su biografía tiene un peso especial su padre, un bombero tiránico y violento que prohibió a su hija estudiar Arte, pero que a la vez prefiguró de alguna manera su inclinación por la música electrónica: al señor Newby le apasionaba construir receptores de radio que acostumbraron a la niña Christine a los «sonidos poco ortodoxos». El segundo personaje crucial es Genesis P-Orridge, el individuo de mirada hipnótica y voz desapasionada al que se suele contemplar como líder de COUM Transmissions y Throbbing Gristle: nuestra protagonista lo conoció a finales de los 60 en un acid test celebrado en la Universidad de Hull, una de aquellas fiestas hippies en las que todo el mundo iba puesto de LSD. Genesis, con vocación de gurú y obsesionado por el ocultismo, la rebautizó como Cosmosis (de ahí viene lo de Cosey) y entabló con ella una relación de pareja que el libro destapa como profundamente abusiva: su convivencia era anómala, asimétrica, más parecida a una cadena de actos de dominación, y la ruptura incluiría un intento de estrangulamiento, una persecución con cuchillo e incluso el lanzamiento desde un balcón de un trozo de cemento, que impactó a pocos centímetros de la cabeza de Cosey.

Genesis y Cosey formaron parte de una comuna de engañoso progresismo, donde ella tenía que encargarse de la mayor parte del trabajo doméstico, y fundaron COUM Transmissions, que al principio era una especie de troupe de vanguardia especializada en un surrealismo colorista, alegre, apto para menores. Eso no tardaría en cambiar, sobre todo a raíz de su traslado a Londres en 1973: lo mismo destrozaban figuras de la Virgen que asqueaban a los biempensantes (y también a algunos espíritus más curtidos) con sus exhibiciones de sexo en vivo y fluidos corporales. Los tampones usados de Cosey se convirtieron en un elemento clásico de sus piezas, a menudo combinados con trozos de carne y gusanos vivos, y ella evoca en el libro la curiosa rutina de ir guardándolos para su posterior aprovechamiento artístico. También solía usar recortes de revistas pornográficas, hasta que se dio cuenta de que en esas imágenes podía aparecer ella misma: a raíz de aquella iluminación, empezó a trabajar como modelo y actriz porno, «explotando a la industria del sexo» para sus fines creativos. Según analiza en la autobiografía, aquellas actividades le brindaban una intensa sensación de «libertad, éxito personal, seguridad, fuerza y autoconfianza», aunque también supusieron la ruptura definitiva con su familia y un rechazo social más o menos generalizado: hasta el artista Chris Burden, un tipo curtido que se había crucificado sobre un Volkswagen Escarabajo, abandonó muy ofendido una de sus instalaciones.

Cartílago palpitante

La cumbre llegó en 1976 con la retrospectiva Prostitution, que se discutió en el Parlamento y fue puesta en la picota por los tabloides. Ahí murió COUM Transmissions y nació Throbbing Gristle, un cuarteto centrado en la música pero con un potencial similar para la provocación. Lo formaban Genesis, Cosey, su compinche artístico Peter Sleazy Christopherson y una amistad más reciente: Chris Carter, el tercer hombre fundamental en esta historia, un geniecillo de la electrónica que se fabricaba sus sintetizadores y sus unidades de efectos. El Cartílago Palpitante (según la explicación clásica, una ocurrente descripción en slang de un pene erecto) hacía «música industrial para gente industrial», como rezaba su lema, pero el término puede desorientar, porque la temática de su obra era oscuramente humana, más carnal que maquinal: les interesaban especialmente asuntos como el Holocausto, los asesinos en serie y la pornografía, base argumental para unos conciertos que tenían mucho de sadismo y control de masas.

«Throbbing Gristle era disfuncional y estaba siempre a punto de venirse abajo. De manera muy parecida a lo que ocurría con nuestro equipo, el grupo estaba a punto de romperse de tanto ser llevado hasta el límite», escribe Cosey. Se disolvieron en 1981 (después se han reunido en un par de ocasiones) y dejaron un legado esencial en ciertos círculos del rock y la electrónica, que artistas como Nine Inch Nails o Marilyn Manson acabarían trasladando de alguna manera al mainstream. Chris Carter y Cosey Fanni Tutti, que se convirtieron en pareja allá por los inicios de Throbbing Gristle, siguen juntos cuarenta años después y hacen música bajo nombres como Chris & Cosey o CTI, entre otros, además de contemplar con cierto asombro la respetabilidad que han ido adquiriendo aquellas locuras suyas tan controvertidas en los 70. Art Sex Music relata, por ejemplo, una visita a una exposición junto a su hijo Nick, ya adolescente. «Tuve que explicarle una película en la que yo castraba a su padre».

Throbbing Gristle - Directo en San Francisco (1981)

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