Albert Boadella: «La voz de Callas era profunda y trágica»
Albert Boadella, Dramaturgo ·
Con 'Diva' ofrece mañana en el Victoria Eugenia un espectáculo operístico centrado en los últimos años de vida de la cantante María CallasSecciones
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Albert Boadella, Dramaturgo ·
Con 'Diva' ofrece mañana en el Victoria Eugenia un espectáculo operístico centrado en los últimos años de vida de la cantante María CallasEl Victoria Eugenia presenta mañana a las siete de la tarde al Boadella más musical con 'Diva', el nuevo trabajo escénico del que fuera director de la compañía teatral Els Joglars. De la mano de los cantantes María Rey-Joly y ... Antonio Comas ha creado un montaje musical en el que se interpretan arias y dúos de óperas tan conocidas como 'Norma', 'Manon Lescaut', 'Tosca', 'Otello', 'La Wally' o 'Madama Butterfly'.
- ¿A qué Maria Callas nos presenta en 'Diva'?
- Recojo su figura en la etapa final de su vida, en París, cuando está sola y su voz ya no funciona. Y cuando se ve abandonada por Onassis, que la dejó por Jackie Kennedy. Es un momento de decadencia que complemento haciéndole revivir también recuerdos gloriosos y felices con Onassis.
- ¿Callas más que ejemplo de lo que es una diva, lo es del destino trágico? ¿O ambas cosas suelen ir unidas?
- Es diva esencialmente porque es una mujer que en su vida también tuvo aspectos novelescos. Estuvo en la cima del canto, pero también de una sociedad en la que aparecía constantemente en los medios de comunicación. Estaba ligada a gente como Visconti, Pasolini, Churchill, Marilyn Monroe, Grace Kelly... Su vida privada y pública, incluidos los grandes triunfos operísticos, formaban parte del todo. Pero también ocurrió otro hecho importante, su cambio físico.
La diva más famosa
- ¿Qué pasó?
- Durante los primeros años de cantante, ya con grandes triunfos, era muy obesa, pesaba más de 100 kilos. Y de golpe, en menos de tres meses, pierde 45 kilos y se convierte en una auténtica belleza griega. Y este hecho es fundamental en su vida porque a partir de entonces se reconoce como una mujer muy bella y la vida anterior con su marido, una buena persona que le hacía casi de agente, entra en crisis. Ella busca otro tipo de hombre y cae en brazos de Onassis durante un viaje en su yate privado.
- ¿Tiene sentido al analizar este espectáculo diferenciar entre teatro y música?
- En las primeras óperas conocidas ya había momentos teatrales, momentos hablados y otros cantados. Y lo mismo en la zarzuela española. Por lo tanto es una fórmula que requiere que no solo hay que tener buenos cantantes, sino también unos magníficos actores. Y aquí está el problema. En los últimos años de mi vida artística me he concentrado en montar espectáculos musicales que sean al mismo tiempo dramáticos. Es decir, que tengan fuerza teatral. Y para ello he tenido, casi diría, que formar a cantantes como actores.
- ¿Hasta qué punto los cantantes de ópera han de ser también buenos actores?
- Tendrían que serlo. María Callas era buena actriz. Hay vídeos, sobre todo uno de 'Tosca', donde interpreta magníficamente algunas escenas. Pero no es lo habitual, generalmente el cantante de ópera se concentra en su voz y en todos los problemas musicales. Mira más al director de orquesta que al compañero de escena. Es comprensible, con lo que cuesta el canto, especialmente en lo operístico. Es una excepción encontrar buenos cantantes de ópera que sean buenos actores. Por suerte para nosotros María Rey-Joly, la protagonista de este montaje, es una buena actriz además de gran cantante.
Una historia de amor trágica
- ¿Qué tipo de emoción le provoca la voz de Callas?
- Es una voz muy personal, de las que no acostumbramos a escuchar. Posee unos matices muy profundos y también muy trágicos cuando interpreta ese tipo de piezas. Poseía una voz de una extraordinaria profundidad que quizás no era la perfección. Aquí está la paradoja. No es una voz perfecta como la de Monserrat Caballé, Renata Tebaldi o Anna Netrebko, que pueden tener voces más educadas, con mayor amplitud. Pero precisamente esa dificultad que tenía Callas en el canto la hace todavía más intensa.
- ¿Imagina cómo habría sido su vida si no se hubiera cruzado con la de Onassis?
- Me lo he planteado muchas veces. Seguramente habría sido una cantante que hubiera durado mucho más. Un artista gana con el tiempo, aunque alguien que trabaja con el físico, como un bailarín o un cantante, tiene una fecha de caducidad más corta. Pero creo que hubiéramos disfrutado entre diez y quince años más de una Callas muy madura. Nos habría dado interpretaciones seguramente muy impresionantes.
Lugar: Victoria Eugenia.
Fecha y hora: Mañana, a las 19.00 horas.
Precio: 25 euros.
- ¿Qué opinaría el feminismo actual de esa relación con Onassis?
- No muy buena porque fue una mujer que se sometió en cierta medida a un hombre de tal forma que abandonó su carrera por amor, por una pasión, y dejó prácticamente de cantar durante los siete años que duró la relación. Ahora hay pocas mujeres que abandonarían su vida profesional por amor. Podrían hacerlo por unas semanas o meses, pero no con la decisión de vida que ella hizo. Pero esta pregunta está muy relacionada con nuestro tiempo. A mí me gusta que una mujer sea capaz de hacer esto porque yo lo he vivido personalmente con una magnífica pintora con la que llevo 45 años viviendo. Por tanto ha sido un éxito. Algunos pensarán que por mi parte, pero también por el de ella porque si no, no estaría conmigo. Pero entiendo que se trata de una excepción.
- ¿Por qué dirige montajes musicales y no obras de teatro?
- Hace prácticamente diez años que no hago ninguna obra teatral. Creo que en el teatro, en general, había un exceso de psicología y de sociología, le falta emoción. Es decir, había mucho mensaje, pero poco arte. Era un teatro poco emotivo. Me dedico ahora más a la música porque es importante que el espectador tenga esa parte de la emoción más vigente que la otra, haciendo que esta función, por ejemplo, la pueda ver alguien que no ha ido nunca a la ópera y la comprenderá y la disfrutará plenamente. Esta ha sido mi labor en mi última etapa, porque la anterior fue muy comprometida social y políticamente. No me atrevo a decir que menos artística, pero sí más sociológica.
Cambio de registro
- ¿No le apetece tocar la actualidad política y social como lo hizo cuando dirigía Joglars?
- Es una tentación, claro, porque en mi trayectoria hay sátiras muy sonadas, de alto riesgo. Pero he dejado la huella y he esperado que otros la sigan. En España, después de la dictadura, fui el primero y en ciertos momentos casi el único que utilizó sátiras muy feroces y muy divertidas. Ahora tengo el placer en otro lado. Sigo siendo muy crítico desde el punto de vista público, en mis declaraciones y en mis acciones, pero en mi trabajo, en mi arte, me dedico a cosas que me dan mayor placer que hacer la pascua a los políticos.
- ¿Queda espacio en España para la reflexión serena?
- Es muy complicado. Tuvimos tiempos formidables para ello desde mediados los años ochenta y en los noventa. Existía esa reflexión serena, desde la izquierda a la derecha pasando por todos los centros, y la gente se expresaba con libertad, sin estar en una batalla de agresión constante. Ahora hay un ambiente enrarecido que hace difícil la serenidad. No digo ya en mi tierra, Cataluña, donde las cosas se han colocado en un extremismo que hace difícil la convivencia y divide de una forma muy desagradable a una sociedad.
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